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El químico suele desprenderse del cuerpo y migrar hacia los pies o tobillos

Los implantes de biopolímeros aún se colocan en centros de estética

Los implantes de biopolímeros aún se colocan en centros de estética
21 de julio de 2015 - 00:00 - Redacción Sociedad

La consulta en internet de la palabra biopolímero genera 93.000 resultados de sitios web que hablan del tema.

Los más destacados son enlaces que hacen un llamado a las personas para que eviten su uso, mostrando imágenes y videos de los efectos que pueden producir.

Las advertencias del uso de este químico en el cuerpo han sido difundidas por años a través de artículos y recomendaciones de especialistas en cirugía estética y reconstructiva que no avalan la inyección de este líquido, al igual que la Food and Drug Administration (FDA), la agencia de salud de Estados Unidos.

A pesar de los llamados, a los consultorios siguen llegando casos de personas que lamentan las consecuencias y piden la extracción de un implante de biopolímero.

Estos implantes son hechos por lo general de sustancias sintéticas, como silicona líquida, algunos derivados de la parafina, aceites e incluso materiales no aptos para las personas, pues no hay suficientes investigaciones que avalen su uso.

El cirujano plástico reconstructivo Franz Levi señala que al mes recibe entre 10 y 15 pacientes que buscan extraer el biopolímero, en muchos casos introducido como silicona líquida por personas en centros de estética o peluquerías.

Danilo Baquerizo, de 32 años, cuenta que en 2001, cuando se desempeñaba como bailarín y practicaba capoeira, le presentaron una oferta que llamó su atención. “Mejora tus glúteos sin dolor y sin cortes”, en un centro ubicado en la ciudadela La Alborada, en el norte de Guayaquil.

“Me inyecté sin medir consecuencias y sin pensar el día de mañana qué iba a pasar. La persona que me puso me dijo ‘relájate’, y me dio una pastilla. Me colocó 3 litros de silicona líquida, a pesar de que habíamos quedado en que solo quería rellenar los espacios al lado de los glúteos”, revela Baquerizo.

Al despertarse estaba “muy hinchado” y ni siquiera le cerraba el pantalón. La persona que le inyectó el líquido le dijo que la inflamación bajaría luego de unos días, pero eso nunca pasó. Dos meses después de haberse inyectado la silicona, Baquerizo comenta que el líquido migró a los tobillos y sus piernas se empezaron a deformar. Asegura que también le afectó a los riñones, la cintura y el coxis -en donde tiene una pequeña parte de silicona encapsulada.

Una oferta tentadora

Baquerizo admite que más allá de tener una mejor figura, lo que más le atrajo de la oferta fue el precio. Por una sesión que duraba pocos minutos solo debió pagar $ 200.

Verónica Mejía (nombre protegido) también se inyectó biopolímeros en los glúteos a un costo de $ 300, en Quito. Lo hizo por recomendación de una persona cercana y no tuvo inconvenientes hasta luego de 5 años. “Se me empezaron a hinchar los pies y visité a varios médicos, pero  la mayoría no sabe cómo proceder en ese tema. Hace 3 semanas me hicieron una extracción, pero aún no he visto mejoras”, dice.

El cirujano Levi señala que los efectos pueden aparecer luego de varios años, cuando el aceite se empieza a desprender dentro del cuerpo y migra a las rodillas y tobillos. “Son dolores de postración, cambios de coloración de la piel, hinchazón, calambre y fiebre, el paciente dice no puedo dormir”.

El factor económico es el principal problema para que las personas sigan estas opciones peligrosas. Por citar un ejemplo, una cirugía estética en glúteos puede llegar a costar $ 2.000 versus unos $ 200 o $ 300 por las inyecciones de biopolímeros.

El cirujano Fernando Ortiz manifiesta que la alternativa más segura en el caso de aumento de glúteos es que el paciente use su propia grasa o utilice implantes con la aprobación de la FDA.

También un paciente se puede colocar ácido hialurónico, el cual es el único material de relleno permitido, pero que debe renovarse luego de, al menos, 2 años.

Los biopolímeros, que son cuerpos extraños, son vendidos de forma clandestina en ferreterías o en tiendas donde comercializan productos para animales, y bajo nombres claves como “lo bonito” o el “litro de la belleza”.

Según Baquerizo, la persona que administraba el centro estético al que acudió, falleció hace 5 años. También se había inyectado silicona que alcanzó sus pulmones.

Añade que hoy los biopolímeros son aplicados por personas que han aprendido de forma empírica y te dicen: “Listo, anda a mi casa y ahí te lo pongo en el mueble”.

Los especialistas recomiendan que antes de acceder a cualquier procedimiento, las personas tengan en cuenta que los cirujanos estén certificados y pregunten si el producto que les van a colocar tiene aprobación europea o americana, ya que en el país aún no se fabrican esos materiales.

Además, consideran que es importante que se fijen si poseen registro sanitario y consulten si el producto se va a degradar y cuáles son las complicaciones. Finalmente, lo más importante es que los ciudadanos no se dejen atraer por promociones atractivas económicamente.

Baquerizo espera realizar una campaña de concienciación para que las personas puedan conocer los problemas familiares y personales que conlleva aplicarse biopolímeros. Actualmente el joven debe tomar entre 2 y 3 pastillas diarias para mejorar la circulación y ayudar en la desinflamación del cuerpo.

Agrega que convivir con el problema no ha sido fácil, aunque ya se sometió a una primera operación en donde le extrajeron el 70% del material. (I)

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