Huevos de codorniz, repuestos de bicicletas, hojas de polylepis, galones de gasolina. Todo se vale a la hora de presentar ingeniosos y coloridos pesebres para mantener la tradición durante la época de adviento.

Las manos de artistas ecuatorianos dieron rienda suelta a la imaginación para plasmar sus brillantes ideas, desplegadas en 60 nacimientos que se encuentran expuestos en los corredores del Museo Fray Pedro Gocial, ubicado dentro de la Iglesia de San Francisco (centro de Quito).

Se trata de la décima edición de una exposición en todos los tamaños y colores de los 'belenes', como también se los conoce.

Consiste en un recorrido guiado que tiene 3 paradas: la primera para mostrar las creaciones de nacimientos elaborados madera y con figuras de chenil, creado por Eleana Larenas, que conjuga un pueblo con indígenas celebrando el baile de las cintas.

También se puede apreciar el 'Pase del Niño La Ronda', de los autores Verónica y Pablo Valencia, que escenificaron los callejones del sector con personajes elaborados con pepas de tocte, de eucalipto y madera de balsa, informó Diana Valle, guía del museo.

La exposición es además un espacio para rescatar el aire de las diversas culturas en el Ecuador. Esa fue la mentalidad de Sara Espín y Andrea Samaniego, quienes a través de su 'Pesebre Étnico' crearon figuras de las 14 nacionalidades indígenas del Ecuador, las cuales se ubican alrededor de José y María que envolvieron a Jesús en una 'chambra'.

La exposición fue organizada por autoridades del Museo Fray Pedro Gocial y recibe ayuda del grupo Amigos de Belén, que es una organización de voluntarios que trabajan durante casi todo el año. Esta agrupación se conformó hace 11 años por el sacerdote Walter Verdezoto, considerado como uno de los pocos 'belenistas' del Ecuador, informó Pablo Rodríguez, administrador del Museo.

En la segunda parada, los visitantes podrán encontrar nacimientos con materiales reciclados, pero que no pierden la esencia de un 'belén'.

Ahí, por ejemplo, se observa un huevo de codorniz con 8 cm de alto por 6 cm de ancho, creado por artistas del Museo Franciscano. Para que la cáscara no se rompa, primero se la reforzó con una especie en engrudo, luego, se adorna con las figuras de mazapán de colores que no pasan de los 5 cm.

Otro de los 'belenes' que no puede pasar desapercibido es el 'Pesebre en Cera', no solo es impresionante por su dimensión de 5 metros de ancho por 7 de largo, sino que además, los detalles de cada personaje son minuciosos. Se puede observar de cerca que los interiores del pueblo tienen figuras como ollas, pan, velas. Los personajes fueron hechos con cera de abeja y montados en una tabla de corcho, que se decoró con pintura acrílica y vegetación artificial.

Rodríguez señaló que los pesebres no solo son un conjunto conformado por las imágenes de José, María y el Niños Jesús, en un pueblo. Se trata de una imagen que convoca a la preservación de costumbres, ya que es una tradición que se extiende desde el siglo XIII que fue creada por la orden franciscana.

En 1223 - recordó- Francisco de Asís recreó el primer pesebre viviente en la ciudad de Greccio, en Italia, y se ha pasado de generación en generación hasta plasmarse en innumerables obras de la mano de artistas de Europa e incluso en Ecuador, como fueron Miguel de Santiago y Manuel Chili Caspicara, en el siglo XVII y XVIII.

Por eso, dentro de la tercera parada, la exposición evoca las esculturas y creaciones en la época colonial. Sara Espín, guía del museo, indicó que se trata de un espacio para recrear cómo los artistas quiteños representaron la vida de Jesús. Hay piezas de la Escuela Quiteña, sobre el anuncio del ángel Gabriel con detalles de marfil.

Además se encuentra una pieza que simboliza a Baltazar, que es la única figura que queda de la colección de que había en el convento y se encuentra dentro del patrimonio colonial.

Lo que más se destaca en la sala es la exposición del niño Jesús, creado por Caspicara. A esta pieza se la identifica por un toque brillante que se realiza con el roce de vejiga de borrego y por los ojos de vidrio.

Mónica Cisneros, docente del colegio Albert Einstein, opinó que es positivo este tipo de exposiciones porque los estudiantes conocen de cerca la influencia del arte en la época colonial. "Es una forma dinámica para aprender de forma divertida". 

La muestra se inauguró el viernes 9 de diciembre y solo entre el sábado y el domingo de esa semana se congregaron 500 visitas, aseguró Rodríguez. En 2015 llegaron alrededor de 15 mil personas; 85% de ellas fueron nacionales y el resto de países como Estados Unidos.

Si desea admirar los finos detalles de cada nacimiento, puede hacerlo hasta el 8 de enero, entre las 09:00 y 17:00. Los precios son: $ 2 para adultos; $ 1 para estudiantes y $ 0,50 para niños. Con el monto recaudado, se invertirá para la remodelación del claustro del museo. (I)