La pequeña piscina con techo de alambrado y llena de agua turbia, ubicada en los patios de Salud Animal del Instituto Nacional de Higiene (INH) y Medicina Tropical Leopoldo Izquieta Pérez, dejó de ser desde ayer el hábitat de una  tortuga mordedora y un caimán krocodilus.

La bióloga María del Carmen Terán, jefa del departamento de serpentarios del INH, detalló que ambas especies  habían sido llevadas por el anterior jefe de esa área, Antonio Freire, quien las trajo desde el Oriente para su cuidado. “El caimán ya lleva 25 años, mientras que la tortuga tiene 10. Desde entonces han aprendido a convivir juntos, sin problemas”.

Los reptiles eran alimentados con ratones y conejos, extraídos de los bioterios de la institución. “A los animales más pequeños se los utiliza para experimentación, pero también se los aprovechaba para alimentar a serpientes”, explicó Terán.

Agregó que en el caso del caimán “había dos y tres personas que se encargaban de sacarlo, pero era muy poco el mantenimiento que se le daba, cuando se trataba de darle sus medicamentos. Este tipo de reptiles necesita cada seis meses esa atención y debido a que no hay quien lo haga, no se le ha aplicado desde hace algunos años”.

Precisamente esa fue la razón que llevó al director del INH, El Dr. Juan Carlos Pérez Ycaza, a coordinar junto con el Ministerio de Ambiente el traslado de los animales a un lugar en el que pudieran tener un mejor nivel de vida.

Señala que al “no existir un inventario de animales y más aún un plan estructurado del manejo de la fauna silvestre -y por el cumplimiento hacia las leyes- decidimos traspasar los animales para que se decida al fin cuál es el destino final, si los van a mantener en cautiverio o los van a insertar en algún hábitat natural del país”.

Y así ocurrió; pasadas las once de la mañana biólogos del Ministerio llegaron para realizar el traslado al Centro de Rescate San Isidro, en el cantón Isidro Ayora, vía a la Costa.

Sin dar mayores detalles, David Almeida fue el primero en ingresar a la improvisada jaula para sacar la tortuga, que se encontraba en medio de agua cuya turbiedad por momentos la ocultaba.

Por eso no fue tan fácil. El primer intento fue fallido para Almeida, que no consiguió sacarla debido a que el animal se aferraba con sus garras a lo que había sido su hogar por más de una década.

Y más de diez minutos duró esta faena en la que participaron funcionarios de la Institución, asesores y hasta niños.
Ahora le tocaba el turno al caimán.

Al igual que con la tortuga, sacarlo de allí resultó un problema, ya que también se negaba a salir del estrecho espacio donde vivió durante los últimos 25 años.

Una soga para amarrar las fauces y las patas del animal, cinta de embalaje y un trapo para tapar sus ojos fueron los implementos que necesitaron para su traslado, que se realizó utilizando una tabla en la que se colocó al reptil que hará del Centro de Rescate San Isidro su nuevo hábitat.