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La historia de Chimbo se forjó en los yunques de afamados herreros

La plaza e iglesia de Chimbo son sitios emblemáticos del cantón. En la primera se organizan ferias en las que se ofertan pailas de todos los tamaños.
La plaza e iglesia de Chimbo son sitios emblemáticos del cantón. En la primera se organizan ferias en las que se ofertan pailas de todos los tamaños.
Foto: Carlos Novoa Sánchez / ET
14 de septiembre de 2019 - 00:00 - Carlos Novoa

Sierras, combos, yunques, tenazas y un enorme crisol. Estas pesadas, relucientes y añejas herramientas son la “esencia” del taller de don Julián Carranza.

Sin ellas, el prolongado y muy bien ganado historial de herrería que tiene el cantón Chimbo de la provincia de Bolívar, su tierra natal, nunca   se hubiera “forjado”.

Carranza, un afanoso y experimentado artesano de 65 años, es un personaje muy conocido y apreciado en esta localidad. Es uno de los pocos paileros (hacedor de grandes  sartenes de bronce o de cobre) que quedan en el país.

Hace seis décadas se dedica a esta actividad, que aprendió de su padre y abuelo paterno y que en su pueblo se practica hace más de un siglo.

Por ello, el oficio del pailero forma parte de las tradiciones, historia, festividades y cultura de Chimbo.

“La manufactura de pailas de bronce y cobre ha dado de comer a casi todas las familias de antaño. Si bien hoy tal labor está relegada a segundo plano por el auge de la agricultura tecnificada, hasta hace 40 años fue una de las más importantes de la provincia y de la Sierra centro”, dice Carranza.

A más de las famosas pailas en las que cocineras y sollastres (ayudantes de cocina) de la región preparan la deliciosa fritada, en su taller se fabrican vasijas, jarras y lavacaras de varios metales.

Origen de la actividad

Según relatos y textos locales la elaboración de pailas metálicas, un derivado de la herrería, está presente en San José de Chimbo, la cabecera cantonal de la ciudad homónima, desde 1870.

“En esa época cobró realce la venta de metales básicos, es decir el cobre, el bronce, el estaño, las planchas de aluminio y la hojalata, en los puertos marítimos de la Costa”, cuenta Alfredo Ledesma, agricultor e hijo de un famoso herrero.

Se trata de Juan Ledesma, quien es reconocido en dicho cantón como uno de los mejores forjadores de pailas.

En su trayecto hacia la Sierra, las caravanas de comerciantes solían parar en ciertos puntos del viaje. Uno de ellos es San José de Chimbo, donde se establecieron herreros europeos.

“Muchos eran franceses, españoles e italianos, quienes llegaron por aquellas épocas para perfeccionar las técnicas de forja en talleres del litoral. Algunos de ellos también eran buenos mercaderes y se sumaban a las caravanas que traían bronce a la capital”, señala Eduardo Montalván, docente de San José.

Los metales eran comprados, agrega, en grandes cantidades por hacendados de la serranía para la elaboración de herramientas agrícolas y más utensilios de sus fincas.

El viaje desde los puertos marítimos hacia el altiplano se hacía por lo que hoy es la Panamericana Sur, nexo entre Babahoyo y Guaranda.

“Gracias a su desarrollo agrícola y ganadero, Chimbo se convirtió en parada obligada. Allí, forjadores extranjeros conocieron y se casaron con jóvenes lugareñas, por la década de 1880; desde entonces se empezaron a abrir herrerías”, añade Montalván.

En los siguientes 70 años se fabricaron herramientas agrícolas. Por el lapso de seis décadas el oficio se amplió hasta la elaboración de armas de fuego. Desde 2010 los talleres de los armeros fueron cerrados, solo quedó el de Julián Carranza.

“Hoy fabrico mayoritariamente pailas para la preparación de fritada y helados. El precio unitario fluctúa entre $ 60 y $ 300, las mismas se venden en las ferias de los carnavales de Chimbo (febrero) y en la celebración de la cantonización (marzo)”, concluye Carranza. (I)  

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