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Exposición en Quito recupera los colores y brillos precolombinos

Narigueras, expansores de orejas, clavo facial en cobre, oro, tumbaga y otras aleaciones (foto superior izq.). Cuencos, vaso y botellas, de la cultura Guangala (foto inferior izq.). Figura femenina sentada, de la cultura Bahía (foto superior), en cerámica polícroma.
Narigueras, expansores de orejas, clavo facial en cobre, oro, tumbaga y otras aleaciones (foto superior izq.). Cuencos, vaso y botellas, de la cultura Guangala (foto inferior izq.). Figura femenina sentada, de la cultura Bahía (foto superior), en cerámica polícroma.
Fotos: Museo Casa del Alabado
23 de mayo de 2018 - 00:00 - Silvia Murillo

Los colores y los brillos que tenían las cerámicas precolombinas pertenecientes específicamente al período de Desarrollo Regional (500 a.C. al 500 d.C.) serán parte de una exposición temporal denominada “Pigmentos y brillos en la Costa del Ecuador precolombino”.

La exhibición se iniciará el sábado 2 de junio y permanecerá abierta al público hasta el 31 de agosto, en el Museo Casa del Alabado, ubicado en las calles Cuenca N1-41 entre Rocafuerte y Bolívar, en Quito.

¿Cuál es el origen de los colores precolombinos y qué denotaban estos? La arqueóloga y curadora de Casa del Alabado, Alejandra Sánchez Polo, indica que junto con el Laboratorio del Instituto Nacional de Patrimonio Cultural (INPC) realizaron una investigación en 2017, acerca de estas manifestaciones.

En la gráfica destacan las cuentas de diversos tamaños, pinzas depilatorias, cascabeles pertenecientes a varias culturas. En estas cerámicas destacan los colores verdes y cobre oxidado.

Ella explica que los habitantes de ese período utilizaron los minerales y arcillas que había en su entorno para la elaboración de las cerámicas. “En la Costa, por ejemplo, siguen habiendo minas de hematita, que es un mineral que da el color rojo, que lo procesaban, trituraban y quitaban los gránulos gruesos; luego los fijaban sobre la cerámica”.

Este tipo de alfarería artesanal, según Sánchez, dejaba ver que las culturas investigadas como La Tolita-Tumaco, la Jama-Coaque y Bahía tenían sus propias maneras de trabajar los pigmentos. “Sobre todo los Bahía no utilizaban tanto el verde sino otros colores”.

Sánchez resalta que en el caso de La Tolita-Tumaco molieron muchísimo los pigmentos, mientras que los Jama-Coaque y los Bahía, “no los molieron tanto sino que quitaron los granos gruesos para así cernirlos (pensamos que con cedazos), -aunque no hayan registros arqueológicos- y luego los aplicaban”.

Su investigación evidencia también que “los Tolita y Jamas reservaban los espacios dentro de las figuras y aplicaban los colores -dependiendo del grado de minuciosidad- con pinceles o algún tejido... Lo hemos visto a través de microscopios ópticos”.

Tonalidades
Según publicación del Museo del Alabado, los colores que habitan el arte precolombino, algunos tenues y otros bastante bien preservados, son testimonios vivos de una rica sensibilidad hacia las gamas de tonos que provee la naturaleza.

“Vasijas, compoteras, ornamentos, conchas, piedras y piezas antropomorfas acompañan en este paseo cromático que esperamos sea el inicio de un largo camino que aún queda por ser explorado”.

En ese sentido, Sánchez menciona que estas culturas con sus cerámicas y figuras ya trataban de dar mensajes dentro de su mismo entorno.

“Al pintarlos de un color se supone tenían significados profundos... el verde (nosotros) lo asociamos a la fertilidad, pero seguramente ellos -como en el resto- era relacionado con el mundo femenino...”.

La arqueóloga destaca que el uso de los colores -en ese período- no era al azar o para dar relevancia estética “sino porque los propios colores y la materia con la que eran trabajados estaban llenos de estos significados que no conocemos porque se perdieron en el tiempo”.

Brillos
En lo que se refiere a los brillos que poseían estas cerámicas, Sánchez menciona que se trata de otros materiales que generalmente no son exhibidos en los museos porque son pequeños, como por ejemplo el spondylus, piedras verdes, metales.

“Lo que intentamos transmitir es que existen otros recursos en los registros arqueológicos que también estaban imbuidos de este significado como ritual. Por ejemplo el cuarzo o piedras transparentes se asocian -por culturas antiguas y otras actuales de América Latina- con la pureza, el sol, lo sagrado...”.

De allí la arqueóloga enfatiza que las culturas antiguas fabricaban metales porque tenían un uso funcional y les mejoraba de alguna manera la vida.

Una publicación del portal digital de Flacso Andes señala que en el citado período, los modelos cerámicos tenían un uso utilitario y que generalmente las botellas servían para depósitos de líquidos u objetos a los que se les atribuía una función de tipo ceremonial.

La exhibición en Casa del Alabado compila estudios de Alejandra Sánchez; Martha Romero Bastidas y su equipo del INPC; Leonardo López,  México; Gabriel Prieto, por la Universidad Nacional de Trujillo, Perú; y Richard Burger por la Universidad de Yale. (I)  

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