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LA FAo insta a tomar acciones

El hambre en las zonas de montaña crece en el 30%

Las comunidades con una de las huellas de carbono más pequeñas del mundo se encuentran entre las primeras en soportar el peso del cambio climático.
Las comunidades con una de las huellas de carbono más pequeñas del mundo se encuentran entre las primeras en soportar el peso del cambio climático.
Archivo / El Telégrafo
21 de diciembre de 2015 - 00:00 - Redacción Sociedad

Mientras que las cifras del hambre a nivel mundial están disminuyendo, el número de personas que sufren inseguridad alimentaria en zonas de montaña se elevó el 30% entre 2000 y 2012, según un nuevo estudio publicado por la FAO y la Alianza para las Montañas.

El informe denominado ‘Mapeo de la vulnerabilidad de los pueblos de montaña a la inseguridad alimentaria’ señala que el número de personas con inseguridad alimentaria que vive en las regiones de montaña en los países en desarrollo aumentó a casi 329 millones en 2012, frente a 253 millones en 2000.

Eso significa que uno de cada tres habitantes de las montañas -tanto urbanos como rurales-, en los países en desarrollo se enfrenta al hambre y la malnutrición, en comparación con una de cada nueve personas a nivel mundial.

En el caso de las poblaciones rurales de montaña -que dependen de recursos naturales como la tierra, el agua y los bosques para su sustento- las cifras son aún más dramáticas: casi la mitad de ellos sufren inseguridad alimentaria.

“Las condiciones de vida de los pueblos de montaña se han deteriorado y su vulnerabilidad al hambre se ha incrementado. La dureza del clima y las dificultades del terreno, a menudo inaccesible, combinadas con la marginación política y social contribuyen sin duda a que los pueblos de montaña sean especialmente vulnerables a la escasez de alimentos”, asegura el director General de la FAO, José Graziano da Silva, en el prólogo del estudio.

Sin embargo, la creciente amenaza del hambre no es el único reto que pesa sobre los habitantes de la montaña sino los ecosistemas frágiles que se ven fácilmente afectados por el cambio climático.

“Las temperaturas más altas permiten que las plagas y enfermedades puedan ascender por las laderas de las montañas. Las malas cosechas y la pérdida de ganado son una realidad creciente. Además, una mayor incidencia de tormentas, avalanchas, deslizamientos de tierra e inundaciones de los lagos glaciares están costando vidas y la destrucción de infraestructuras, lo que altera el acceso de las comunidades de montaña a carreteras, escuelas, mercados y servicios de salud”, agregó Da Silva.

En América Latina y el Caribe, el número total de habitantes de las montañas vulnerables aumentó en el 22% desde más de 39 millones en 2000 a casi 48 millones en 2012. Sin embargo, la proporción de las poblaciones de montaña vulnerables se mantuvo bastante estable, pasando del 30 al 31% en 12 años.

Según la FAO, se necesita un fuerte compromiso político y acciones eficaces para invertir la tendencia de hambre y abordar las raíces de la inseguridad alimentaria en las montañas, colmando la brecha del hambre existente entre la población de las tierras bajas y las tierras altas. También se necesitan inversiones y apoyo técnico para diversificar e impulsar los sistemas de producción de la montaña a través de, por ejemplo, la integración de los conocimientos y tradiciones indígenas con las técnicas modernas. (I)

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