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El Telégrafo
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El cuy, entre la medicina y la comida popular

El cuy asado es el que más se consume en la provincia del Azuay, su costo va de $ 10 a $ 20 y depende del lugar. Su preparación requiere de paciencia ya que al menos se toma una hora asarlo.
El cuy asado es el que más se consume en la provincia del Azuay, su costo va de $ 10 a $ 20 y depende del lugar. Su preparación requiere de paciencia ya que al menos se toma una hora asarlo.
Fotos: Fernando Machado / EL TELÉGRAFO
14 de abril de 2018 - 00:00 - Rodrigo Matute Torres

El cuy, llamado también cuyo o cobayo (Cavia porcellus), es un roedor nativo de América del Sur, en especial, se procrea en las regiones de Perú, Colombia, Ecuador y Venezuela.

Este animal fue criado hace más de 500 años como mascota por tribus aborígenes. Posteriormente los conquistadores los llevaron a Europa, donde se intensificó la crianza de este roedor y de allí regresó a América.

Ahora el cuy se convirtió en un animal muy buscado, especialmente en las provincias del Azuay y Loja, porque su carne tiene proteínas.

En Azuay el cuy es preparado de diferentes formas. Lo asan y acompañan con papas cocidas, mote y ají cuencano.

María del Carmen Alemán, asesora de las pequeñas productoras de cuy en San Gerardo, manifestó que este animal forma parte de la fiesta familiar, de la fiesta de los pueblos azuayos.

“Además el cuy es cultura, es medicina, alimento y economía familiar”.

Según Alemán, el cuy libera las malas energías de las personas y es por eso que también es empleado por los shamanes para la limpia del mal de ojo y espanto. “Una sopa de cuy en nuestros pueblos es frecuente para curar las enfermedades”.

El cuy se caracteriza por ser manso, aunque siempre  está en alerta. Es muy raro que muerda ante una situación extraña o manipulación, en general la respuesta siempre es de inmovilidad o al contrario, escapa a velocidad.

El cobayo es un animal social que puede vivir en grupo con hembras, crías y otros machos, en cuyo caso realizan juntos distintas actividades, como comer y descansar entre todos.

No tiene la costumbre de trepar o saltar lo que facilita el diseño de su recinto que se construye, especialmente, en las comunidades.

Ana Piñencela integró un grupo de productores de cuyes en la parroquia San Gerardo, provincia del Azuay.

Según ella, el cuy se convirtió  en una forma para “ganarse la vida”, ya que este trabajo no requiere salir de casa. 

Manifestó que en una fiesta de la parroquia San Gerardo   vendieron hasta 400. “Este animalito se come en todos los estratos sociales y eso es muy bueno”.

El cuy se masifica en su consumo
Según Guillermo Serpa, decano de la Facultad de Ciencias Agropecuarias de la Universidad de Cuenca, este animal cada vez es más controlado genéticamente.

“El objetivo es hacer que los reproductores sean sanos y fuertes”, expresó el catedrático.

Indicó que solo en Cuenca se consumen semanalmente más de 7.000 cuyes asados, que calificó como una cantidad impresionante por su buen sabor.

“Existen sectores en la urbe morlaca donde se preparan y tienen un alto porcentaje de consumo, como San Joaquín, Ricaurte, en el biocorredor que va con dirección a la parroquia Soldados y en la avenida Solano”.

En las fiestas de las parroquias o comunidades, el cuy no puede faltar, al igual que la chicha de jora y el mote. Y no solo en estos festejos, sino también en las mingas.

Cuando se realizan estos trabajos al mediodía se invita a la “pampa mesa”, en la cual el cuy es el principal protagonista.

“Si no hay cuicito, no hay fiesta”, expresó Carmen Valladares, vendedora de cobayos asados en Cuenca. (I)

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