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Los trabajos han permitido sustentar a cada una de sus familias

El canto y la costura, dos oficios que perduran en las calles de Guayaquil (Galerías)

‘Polito’ Figueroa ha dedicado 40 años de su vida al canto y la actuación. Todos los días se reúne con otros artistas para cantar a los clientes de un restaurante. Foto: Pilar Vera.
‘Polito’ Figueroa ha dedicado 40 años de su vida al canto y la actuación. Todos los días se reúne con otros artistas para cantar a los clientes de un restaurante. Foto: Pilar Vera.
09 de octubre de 2014 - 00:00 - Redacción Sociedad

Hay oficios en Guayaquil que no pierden vigencia ni pasan de ‘moda’, aún con la llegada de la tecnología. Se trata de los músicos populares, artesanos y sastres, a quienes hoy en las fiestas octubrinas se los recuerda por su aporte a la ciudad.

Un ejemplo de ello es el trabajo de los músicos y guitarristas de las calles céntricas Alcedo y Esmeraldas. Boleros, baladas y pasillos acompañan desde hace más de 20 años a los comensales del restaurante La Preferida, ubicado en estas calles. Solistas, dúos y tríos han hecho de este sito la ‘base’ para ofrecer su repertorio a visitantes que en algunas ocasiones piden sus teléfonos para contratarlos.

Eusebio Vera Herrera, de 58 años, llega a este comedor con su guitarra a las 15:00. Se acerca a los clientes interpretando canciones de Julio Jaramillo como ‘Nuestro Juramento’ o ‘5 centavitos’ y de otros artistas como el mexicano José José o el brasileño Roberto Carlos.  

Vera comenta que a los 23 años dejó su natal Vinces para trabajar en Guayaquil como obrero en una fábrica. Al quedarse sin empleo por un periodo de 2 años decidió usar su don en el canto para hacer de esta su profesión. “Toda mi vida me gustó mucho este arte, pero no pensé que sería mi sustento”, dice.

Según Vera, este oficio tiene altas y bajas como todo negocio, ya que “hay días en que no se gana”.

Es así que muchas personas lo llaman a él y a su grupo de compañeros “los artistas de la calle” o “lagarteros”.    

Paúl Figueroa Cruz sostiene que ese último calificativo es considerado despectivo porque muchos desconocen su origen. Manifiesta que todo surgió hace mucho tiempo “en el parque Victoria donde se concentraban los artistas y había una pileta en la que estaban dibujados unos lagartos. Cuando alguien necesitaba de ellos decían: ‘ándate ahí, donde los lagartos dibujados y trae al solista, dúo o trío’”.

Paúl, quien en el mundo artístico es conocido como ‘Polito’ Figueroa, señala que sus estudios en Música y Relaciones Humanas no permiten que esas referencias lo afecten.

El amor por el canto se unió a su pasión por la actuación hace 40 años y recuerda que en los concursos colegiales siempre ganaba, por lo que siguió con su sueño hasta conocer a artistas como Julio Jaramillo y Pepe Jaramillo.

También grabó un tema denominado ‘Castigo de amor’ con el dúo Figueroa-Jaramillo para la firma Ónix, en 1976, y participó en producciones nacionales para la televisión y en el programa radial ‘La escuelita cómica’. 

Su esfuerzo diario en este campo ha hecho que se convierta en el sostén de su familia y con ello ha pagado la educación de sus hijos.

Reinaldo Barros, vocalista del dúo que forma con Ulises Mora, encargado de la percusión con las maracas, opina que esta profesión necesita de más apoyo para evitar que desaparezca.  

Mientras tanto asegura que continuarán siendo la compañía de las personas que llegan a disfrutar de un buen ambiente y buena comida.

La pasión por la sastrería 

El sonido de la máquina de coser se pierde con los pitos de la calles Urdaneta, entre Escobedo y Boyacá, por las que transitan algunos autos y buses. Una vitrina llena de hilos y cierres, en cuyo interior está un maniquí que exhibe un terno, dan cuenta de que se trata de un taller de sastrería.  

Dentro del pequeño local se encuentra Fernando Yagual Borbor con una prenda en sus manos. Es la única sastrería que sobrevive en el céntrico sitio y en un mundo tan moderno en el que con un solo click se puede comprar una prenda.

Para Yagual el arte al que se dedica, como llama a lo que hace, lo aprendió a los 15 años en su natal península. Recuerda que surgió cuando tenía 14 años y su padre pidió a un sastre confeccionar 2 pantalones, pero al no quedar contento con el resultado “lo que hice fue desarmarlos y no pude volverlos a coser. Así nació mi curiosidad por querer aprender de la sastrería”.

Fue entonces cuando decidió dejar la península y probar suerte inicialmente en Machala, paro luego trasladarse a Guayaquil, donde abriría su negocio.

‘Confecciones Profesionales Don Lucho’ es otro negocio ubicada en Guayaquil con más de 50 años de creación. Su propietaria, Laura Miranda, cuenta que cuando terminó la primaria sus padres buscaron un colegio técnico que la formara en corte y confección, pero no pudo terminar la carrera. El amor la sorprendió y conoció a Luis Torres.     

Su constancia en el negocio posteriormente los llevaría a abrir un local en las calles José Mascote y Vélez. A un costado de la sala está el cuarto de corte. Allí se encuentra su prima Lilia Barragán, de 75 años, quien al igual que Laura ha dedicado su vida  a la costura.

Luis Javier Sinche Bravo es otro sastre de las calles guayaquileñas. Aprendió el oficio de su padre, cuando era niño, pero se profesionalizó hace 28 años.   

En su taller ubicado en Pío Montúfar y Colón confecciona los tradicionales trajes típicos de “guayaquileña” o de “montubios”, aunque su fuerte es la ropa deportiva.

Sinche manifiesta que en Guayaquil existen al menos 400 artesanos dedicados a la costura, y asegura que su oficio no desaparecerá.

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