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Del discurso a la práctica de la diversidad

Del discurso a la práctica de la diversidad
04 de septiembre de 2018 - 00:00 - Fausto Segovia

Édgar Morin es el creador de las ciencias de la complejidad. “Los siete saberes para una educación del futuro”, “Ciencia con conciencia”, “Diario de un libro”, “Civilización o barbarie” y “La vía para el futuro de la humanidad” son sus principales obras.

Morin es un referente no solo para los científicos sino para los ciudadanos del estado llano. La razón estriba en que ha sido uno de los pocos pensadores –comparable con Aristóteles- que ha logrado descifrar los grandes equívocos de la modernidad, y ha propuesto un nuevo modelo para entender y actuar sobre la realidad mediante el método complejo.

La realidad fue descrita–Newton incluido- como compartimentos estancos, a través de disciplinas que fraccionan esa realidad.

Morin es el padre del pensamiento complejo, que mira las ciencias desde un enfoque transdisciplinar, cuya base epistemológica es la incertidumbre, y la ciencia con conciencia, es decir, ordenada al humanismo.

De su extensa y fundamental obra he escogido algunas frases de Morin que tienen pertinencia y actualidad. Los comentarios son míos.  

Democracia
“La experiencia del totalitarismo ha relevado un carácter fundamental de la democracia: su vínculo vital con la diversidad. La democracia supone y alimenta la diversidad de los intereses así como la diversidad de las ideas”.

Así resalta que “el respeto de la diversidad significa que la democracia no se puede identificar con la dictadura de la mayoría sobre las minorías; ella debe incluir el derecho de las minorías y contestatarios a la existencia y a la expresión, y debe permitir la expresión de las ideas heréticas y marginadas”.

En el pensamiento moriniano la democracia está unida inseparablemente a la diversidad. No la exclusivamente de color o de intereses, sino de ideas.

En ese contexto, las mayorías no pueden prescindir de las minorías. No incluirlas dejaría a la democracia con un pensamiento único que negaría su esencia.

En ese sentido, la verdad no está en quienes ganan las elecciones, sino en todos los seres humanos, inclusive en quienes –aunque pocos- disientan.

Pluralidades
“La democracia necesita tanto conflictos de ideas como de opiniones que le den vitalidad y productividad”, dice el autor.

“La democracia constituye por consiguiente un sistema político complejo en cuanto  que vive de pluralidades, competencias y antagonismos permaneciendo como una comunidad”.

Los conflictos no son buenos o malos, pero dejan enseñanzas. La teoría de los conflictos plantea la necesaria confrontación entre ideas y posiciones; sin embargo, la confrontación sin acuerdos o consensos es estéril.

La democracia es un sistema político complejo que se nutre de la pluralidad y los eventuales antagonismos son bienvenidos para lograr como meta la comunidad, según el pensamiento de Morin. Y la comunidad no es otro que el bien común.

Política
“La política es el arte de lo incierto, lo que nos lleva a un principio de incertidumbre política generalizada”.

Otra definición de política es “el arte lo posible”. Morin prefiere hablar de incertidumbre. Y es la idea central de su pensamiento porque nada está estático, todo cambia, nada está consumado.

En política como en la vida –y por extensión en todas las ciencias-, según Morin, lo incierto es la regla y no la excepción. Los políticos, por lo tanto, deben conocer las ciencias de la complejidad, cuya esencia es la incertidumbre.

Saber
“Hay que seleccionar, focalizar en lo real, pero saber que focalizamos y seleccionamos... Recuerdo lo que me interesa de una realidad y difumina el resto. Lo importante es saber permanentemente acordarse de que simplificamos por razones prácticas, heurísticas, y no para extraer la quintaesencia de la realidad”.

La sociedad del conocimiento no se mide por la cantidad de aparatos electrónicos que utilizamos, sino por la capacidad que hemos desarrollado para buscar, seleccionar y utilizar informaciones. El saber ya no es la suma de conceptos, sino saber hacer en contexto, saber convivir y saber discriminar lo simple y pertinente de lo superfluo o basura informativa.

Internet
“Recordemos que ninguna técnica de comunicación, del teléfono a internet, aporta por sí misma la comprensión. La comprensión no puede digitarse”.

La internet apenas es una herramienta con muchas aplicaciones, pero la capacidad de comprensión siempre será un hecho esencialmente humano, que pasa necesariamente por lo cognitivo, lo actitudinal y procedimental.

“La comprensión no puede digitarse” es un criterio sorprendente porque confiere a los seres humanos la libertad para optar con responsabilidad, aun cuando nos apasione la robótica.

Educación
“Educar para comprender cualquier disciplina es una cosa, educar para la comprensión humana es otra; ahí se encuentra justamente la misión espiritual de la educación: enseñar la comprensión entre las personas como condición y garantía de la solidaridad intelectual y moral de la humanidad”.

En “Los siete saberes”, Édgar Morin plantea siete recomendaciones para la transformación de la humanidad mediante la educación. Una de ellas es educar para la comprensión humana, como condición y garantía de la solidaridad intelectual y moral de la humanidad. (O)  

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