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19 personas con discapacidad visual elaboran bombones al estilo gourmet

Johanna Amaguaya, Jayron Arroyo, Winter Calderón y Laura Chávez elaboran dulces artesanales que llevan frutos secos, con la base de chocolate.
Johanna Amaguaya, Jayron Arroyo, Winter Calderón y Laura Chávez elaboran dulces artesanales que llevan frutos secos, con la base de chocolate.
Foto: José Morán / EL TELÉGRAFO
02 de abril de 2019 - 00:00 - Redaccion Sociedad

En uno de los salones del Centro de Apoyo para Personas con Discapacidad Visual “4 de Enero” se percibe un agradable aroma que se desprende de una gruesa barra de chocolate.  

Dentro del lugar hay un microondas, una nevera panorámica y una amplia mesa.

Ahí Jayron Arroyo, de 34 años, quien usa un delantal y  cubre sus manos con guantes de látex, sostiene la gruesa tableta para cortarla en pequeños pedazos. 

Aunque no puede ver, el joven desarrolló una sorprendente habilidad con sus manos que le permite hacer tareas como partir cosas, envolver u ordenar.

La habilidad en sus manos les permite retirar los bombones de los moldes y envolverlos. Los interesados pueden pedir el producto al 0984421282.             

Tras los cortes, los trozos del chocolate son llevados a un microondas con sistema de lectura braille que Johanna Amaguaya programa y ya cuando la tableta está derretida se los esparce sobre una plancha de mármol, en la que un chef les ayuda.

Mientras hace esto, Jayron limpia los agujeros de los moldes en el que verterán el espeso dulce.

El siguiente paso es llevarlos a refrigeración. Pasan alrededor de veinte minutos para que Laura Chávez los retire del molde y empiece a empaquetarlos en un papel metalizado y luego en bolsitas de tela cambrela.

En esta tarea le acompaña Winter Calderón, quien envuelve con agilidad los chocolates y para que queden bien sellados les da pequeños golpecitos sobre la mesa.

Hace 10 meses nació este emprendimiento para elaborar bombones artesanales y en el mismo participan 19 personas con discapacidad visual. A diario producen entre 90 y 100 dulces en cada turno que tienen. Hay dos clases de bombones: clásicos y gourmet (llevan una variedad de frutos secos). 

Laura cuenta que Blindchoc “Mis ojos en mis manos”,  como denominaron el producto, ya ha logrado ventas mensuales de hasta 1.000 bombones, pero la meta es alcanzar al menos 6.000 bombones.

Han participado en 20 ferias, entre ellas las de Guayarte de la Cámara de Comercio y el próximo 13 de abril  expondrán su producto durante  una feria inclusiva, en la que se conmemorará el Día Mundial de Concienciación sobre el Autismo.

En la actualidad trabajan en la creación de una Asociación, que tendrá como finalidad que sus integrantes se apoyen e identifiquen en las áreas que se destacan mejor.

Laura Chávez asegura que con el emprendimiento buscan generar empleos para personas con dificultad visual que no trabajan o estén jubiladas por su condición.

“No es fácil incluirnos en lo laboral, por eso esta es una buena alternativa de emprendimiento para seguir sintiéndonos productivos”.

Agrega que espera tener a los hoteles entre sus principales clientes.  

La entrega de los bombones se la hace en bolsitas o en canastas con papel reciclado que también elabora manualmente otro grupo de personas con esta condición; y además personalizan en la tarjeta nombres en braille.

Johanna Amaguaya, quien es graduada de docente parvularia, señala que las personas con discapacidad visual  no deben quedarse estancadas sino salir adelante y superarse.

“Tenemos muchas cosas que hacer y demostrarle a las personas que nosotros somos iguales y que queremos tener trabajo, familia”.

Relata que cuando perdió la visión pensó que no volvería a hacer las actividades y deportes que practicaba, pero pasó todo lo contrario y aprendió a elaborar productos de limpieza, dar masajes y repostería.

Ella anhela que Blindchoc ingrese a  los supermercados y que la marca se conozca en  todo el país. Los pedidos se los recibe al 0984421282.

Winter Calderón, de 35 años, desde este año se sumó al proyecto. Él se jubiló por su discapacidad.

“Uno de nuestros deseos es crecer y tener un nuevo ingreso para vivir mejor”.

Pastora Castro, supervisora técnica de los centros de apoyo, explica que cuando  los usuarios llegan se les hace una valoración psicológica para conocer su condición emocional.

Asegura que trabajan en la elaboración del duelo ante la pérdida de la visión y en el desarrollo de habilidades y capacidades que les den más seguridad. 

“Ellos redescubren lo valiosos que son y potencian otros sentidos como el tacto, o el auditivo”. (I)  

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