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El Telégrafo
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La basura electrónica alcanzó las 93.000 toneladas en 2018

47,4% de los ecuatorianos tiene la costumbre de clasificar los residuos habituales.
47,4% de los ecuatorianos tiene la costumbre de clasificar los residuos habituales.
Foto ilustración EL TELÉGRAFO
27 de mayo de 2019 - 00:00 - Redacción Sociedad

La cantidad de residuos de aparatos electrónicos y eléctricos (RAEE) que se generaron en 2018, a nivel mundial, ascendió a 50 millones de toneladas (t).

La Organización de las Naciones Unidas (ONU) calcula que esa cifra equivale a la construcción de 4.500 torres Eiffel.

La realidad ecuatoriana no es ajena a esto. Según el Ministerio del Ambiente (MAE) -que toma de referencia datos de la ONU- estima que el país generó 93.000 t de residuos de este tipo en 2018; y desde 2012 al 2015 gestionó 5.000 t por año.
La norma

Las compañías de teléfonos celulares, en 2017, recuperaron 49.808 equipos usados en el territorio nacional.
Justamente, el Acuerdo Ministerial 191 exige este tipo de compromiso de las compañías. La responsabilidad extendida del productor fija en 3% la meta de recolección.

De acuerdo con la norma nacional, los productores o importadores tienen la responsabilidad de la gestión del producto a través de todo el ciclo de vida. Esto incluye los impactos inherentes a la selección de los materiales, el proceso de producción y la disposición final.

Actualmente, el MAE trabaja al momento con la Universidad de Cuenca para la elaboración de estrategias nacionales para la gestión nacional de RAEE.
Los retos

La ingeniera ambiental Jhoanna Rosales calcula que menos del 10% de este tipo de basura se recicla en la nación.

“Ninguna institución tiene información sobre cuánto de estos desperdicios se genera, ni hay control de cómo se reciclan o desechan finalmente”.

La mayor parte de los RAEE -agrega- se da por obsolescencia, pero el 95% de la composición de un equipo electrónico se puede recuperar para algún otro proceso productivo.

Entre los materiales que se recuperan están los distintos tipos de plástico y metales (cobre, oro y baterías).

De su lado, la gestora ambiental Silvia Sánchez considera que es necesaria una normativa específica para incluir la responsabilidad extendida de los productores de todo tipo de artefactos eléctricos y electrónicos y no solo los celulares.

“Así las empresas trabajarían con los usuarios y con los gestores ambientales para incrementar el porcentaje de reciclaje”.
Se necesita sensibilización en la población para disminuir el consumo, agrega.

“Los residuos electrónicos jamás se van a desintegrar, ni degradar. Hay que darle algún tipo de procesamiento para no generar más basura”. (I) 

El proceso de destrucción es manual 

Vertmonde se llama el gestor del país especializado en este tipo de residuos. Su planta está en el norte de Quito.
Hace 10 años inició sus labores y en ese período ha procesado 4.000 toneladas (t).

Los computadores son los elementos que más se desechan; mientras que los equipos de línea blanca (refrigeradoras, lavadoras) presentan una vida útil más larga.

Este gestor mantiene enlaces con el sector público y privado para que le surtan de los equipos en desuso y realizar el proceso de destrucción manual. Extrae partes sensibles como las pantallas.

Una vez separados los materiales se los entrega a diferentes empresas: el plástico va a un reciclador que lo transforma en resina; y el metal, a una refineradora que lo transforma en material de construcción.

Cada mes la planta procesa 150 toneladas de basura electrónica. El costo en esa etapa varía entre los $ 0,25 y $0,80 (cuando se necesita de incineración o destrucción especial).

En cambio, el valor de traslado de un kilo de residuos a la planta asciende a $ 0,35.
Esos pagos, para reciclar y descomponer los equipos que llevan los consumidores a los locales de las empresas con las que trabaja, son asumidos por los productores. (I) 

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