Ante sus funciones incluían desde mensajería hasta arreglos de domicilios particulares, sin fines de semana libres y mucho menos horas extras pagadas. El salario de los trabajadores de los servicios de Educación era inferior al básico.

“Vivíamos en una situación de esclavitud porque con el pretexto de que teníamos vivienda dentro de la propia institución debíamos ser los guardias y responsables de todo”, comenta Fabiola Arce, oriunda de San Lorenzo, quien por ser afroecuatoriana era maltratada.

Ella vivía en un aula de la escuela y cuando amanecía debía levantar con sus 6 hijos los colchones y dirigirse a la casa de un familiar a preparar el desayuno. En la noche cuando todas las jornadas escolares terminaban volvían a instalar el dormitorio.

“Debíamos levantarnos tempranito para ordenar el aula y acomodar los implementos que utilizamos. No podíamos descansar como cualquier ser humano. Nos consideraban animales de trabajo”, añade.

La misma discriminación experimentó Blanca Reategui, de 48 años, quien por tener una discapacidad era ignorada y hasta mal vista. Incluso el director de la primera institución donde iba a trabajar no la dejó laborar ni un solo día.

“Vaya no más, si quiere le regalo la partida, llévese donde quiera. No me permitió tomar mis cosas de la vivienda y luego tuve que ver la forma para ingresar y sacar mis pertenencias”, recuerda con dolor Blanca, quien de pequeña sufrió poliomielitis lo que le imposibilita caminar.

Además tiene artrosis en la cadera y una prótesis en el mismo lugar. Pese a su condición ayudó a cargar muebles, cambiar focos y hasta pintar paredes.

Este ambiente laboral, que vivían los conserjes y auxiliares de servicios, se terminó en 2009 cuando el Ministerio de Educación (MinEduc) firmó el primer contrato colectivo que regulaba su trabajo.

El lunes se firmó el tercero entre el MinEduc y el Comité de Empresa de los trabajadores, beneficiando a 8.000 personas. Con este contrato los conserjes, guardias y choferes recibieron un incremento de alrededor del 10% en sus ingresos, beneficios sociales que alcanzan hasta los $ 150 y recursos para uniformes.

El sueldo mensual supera los $ 600. Según el Ministro Espinosa, lo más importante es que estos procesos son producto del diálogo. Además hay corresponsabilidad, pues los trabajadores también tienen obligaciones.

Abusos quedaron en el pasado

“Querían que reponga las tazas que se despostillaban cuando me obligaban a lavarlas después de que ellos comían. Creían que por ser auxiliar de servicios debían enviarnos a hacer todo tipo de tareas”, cuenta Blanca.

Su madre había sido conserje también y dejó su vida en la institución por lo sacrificado de la labor. “Yo había visto eso y no quería repetirlo. Por eso decidí prepararme y a distancia logré sacar mi título como licenciada en Educación. Hasta de eso se burlaban diciéndome dónde habrá comprado ese título, de alguna universidad clandestina debe haberlo sacado”.

Mercedes Santander y Edwin Salazar comparten la angustia de vivir como en prisión en los establecimientos que tenían a su cuidado.

“Si había mingas o reuniones en las instituciones nosotros debíamos alistar todo y luego dejar limpio. No podíamos disponer de ningún fin de semana para la familia porque si algo pasaba en la institución nos cobraban”, añade Edwin.

Mercedes, quien tiene problemas con la columna por bajar los enormes tarros de basura o cargar armarios pesados, comenta que una vez fue acusada de la pérdida de un equipo.

“Yo les pedí una copia del documento de la acusación y no me quisieron dar, pero en los papeles se les pasó el que yo necesitaba y con eso fui hasta la Dirección Provincial a un careo. Yo gané porque tenía la verdad”, refiere.

Hoy estos abusos, dicen ellos, han quedado en el pasado. Hoy ya laboran solo 8 horas, sin fines de semana, y sin la obligación de vivir en los planteles. (I)