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Una emergencióloga que libra una batalla diaria con la muerte

Capitán Maritza Reinoso Andrango, jefa de emergencias del Hospital Naval.
Capitán Maritza Reinoso Andrango, jefa de emergencias del Hospital Naval.
Foto: William Orellana / EL TELÉGRAFO
05 de marzo de 2017 - 00:00 - Redacción Séptimo Día

Siendo aún una niña, Maritza Reinoso Andrango ya sabía que de grande quería ser doctora. Jugaba con sus 4 hermanas y, siendo la mayor, las organizaba. “Les decía: yo soy la doctora, tú la enfermera y el resto, los pacientes”.

Ese sueño de su niñez no se diluyó con el paso de los años, por el contrario, lo hizo realidad. Una vez que salió del colegio decidió estudiar Medicina en la Universidad Central del Ecuador, en Quito. Allí se convirtió en médica general.

Trabajó en el Hospital Militar por un tiempo y allí tuvo contacto con militares. “Conocí de qué trataba esta institución y me gustó el hecho de aportar con mi profesión a un grupo de personas que pertenecían a un área especial”.

Convencida de que quería ingresar a la Armada y aportar con sus conocimientos en medicina, ingresó a la Escuela Superior Naval (Essuna), en Salinas, donde permaneció 10 meses.

“Hay 2 formas de entrar en la Armada: como Oficial de Arma, donde estudian 4 años a partir de los 18; y como Oficial Especialista, que ya ingresamos con un título universitario”.

La capitán y jefa del Área de Emergencia del Hospital Naval Guayaquil cuenta que ese proceso fue muy duro sobre todo en la parte física e intelectual. “Una cosa es tener el deseo de ingresar y otra muy distinta es estar aquí y palpar todo, o sea, ser un miembro de las Fuerzas Armadas”.

Una lucha con la muerte

Un día de trabajo de la capitán Reinoso inicia a las 06:30 con la práctica de algunos deportes. A las 09:00 ya está en su lugar de trabajo y, junto con un médico clínico, visita a los pacientes. “Paso dividida entre la parte técnica y la administrativa, porque como soy jefa del área tengo que encargarme del personal, del material, de las ambulancias, de la parte de las liquidaciones”.

“El hecho de pelear contra la muerte es algo que a muy pocas personas les gusta, entonces yo hice mi especialidad pensando en eso”.

Explica que el papel de un emergenciólogo es estabilizar a una persona que llega grave y después ya se lo puede derivar a la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) o al área de hospitalización.

Su rol dentro de una institución donde siempre imperó el género masculino no ha sido fácil. “Quizás un poco conflictivo, pero hay que ganarse el puesto”.

Una vez que Maritza culminó los 10 meses de entrenamiento en Salinas tuvo claro que quería una especialidad relacionada con las emergencias. “Algo que reafirmó este deseo fue que hubo un accidente de buceo y teníamos que actuar rápido. Un médico que estaba ahí me habló un poco del tema, qué hacer con un paciente de esas características y la forma de manejarlo sin pérdida de tiempo; cuáles son los criterios para derivarlo... Eso me impulsó a estudiar una carrera a fondo”.

Esta emergencióloga sabe que la parte física para ser miembro de las Fuerzas Armadas es muy importante, por eso su entrenamiento incluye ser parte de un equipo de ironman. Además, está segura de que si volviera a nacer, escogería nuevamente ser doctora. (I)

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