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En dos décadas, la mujer ecuatoriana es más autónoma

En dos décadas, la mujer ecuatoriana es más autónoma
Fotos: EL TELÉGRAFO
05 de marzo de 2017 - 00:00 - Amanda Granda

Hace dos décadas, Lourdes Andrango tenía 45 años. Nunca estudió la universidad. Se casó y se dedicó a cuidar de sus tres hijas. Cuando su esposo murió, ella buscó trabajo. Su limitada formación académica (primaria), su poca experiencia laboral y su “condición de mujer” la obligaron a esforzarse mucho más que un hombre que ejercía su mismo cargo en una empresa de fabricación de telas, en Cotacachi (Imbabura).

Gracias a su sacrificio, sus hijas cursaron la universidad. Andrea Becerra (38 años) es ingeniera en Sistemas. Trabaja en una empresa tecnológica. Aunque cuenta con un título de pregrado, su salario es menor al de sus colegas varones.

Andrango asegura que en la actualidad existen más garantías para las mujeres, su hija discrepa. Sostiene que, si bien en su trabajo hay más empleadas mujeres, apenas una ocupa un cargo directivo.

Un estudio realizado por Alison Vásconez, de la Organización de Naciones Unidas (ONU) Mujeres, evidencia la percepción de la hija de Andrango.

La experta de la organización internacional publicó una investigación titulada Mujeres ecuatorianas dos décadas de cambios (1995-2015). El estudio reveló que, a escala nacional, en los últimos 20 años, existen más féminas participando en el mercado laboral (trabajos a tiempo completo).

Sin embargo, la brecha salarial permanece. Vásconez asegura que esta desigualdad se ha reducido apenas en 10 puntos durante los últimos 20 años. “Si se dividen las brechas por los niveles educativos entre hombres y mujeres encontramos que en las etapas más altas de educación, es decir cuando más tienen formación de tercer nivel, las brechas salariales crecen”.

Además existe un alto porcentaje de mujeres que están en edad de trabajar, pero no lo hacen. ¿Por qué? Los cuidados de los hijos siguen a cargo de las ellas. Esto es algo que no ha cambiado, asegura la investigadora de la ONU.

En relación con derechos laborales específicos, la Constitución de Montecristi establece que el Estado propiciará la incorporación de las mujeres al trabajo remunerado, en condiciones de igualdad de derechos y oportunidades, garantizándoles idéntica remuneración por igual labor, velando al mismo tiempo por los derechos reproductivos.

Otro aspecto importante de la Constitución es que se garantiza el respeto a los derechos reproductivos de las trabajadoras –incluida la eliminación de riesgos laborales que afecten la salud reproductiva–, el acceso y la estabilidad en el empleo sin limitaciones por embarazo o número de hijos, derechos de maternidad y lactancia, y el derecho a licencia por paternidad.

La socióloga Ana Hidalgo explica que en la segunda mitad del siglo XX, la sociedad empezó a modificarse. Los estereotipos tradicionales de familia y el papel del hombre comenzaron a mostrar decadencia.

“Las necesidades de una sociedad en camino hacia la modernización requerían que la mujer asumiera tareas prácticas y eficaces, por lo que termina incluyéndose poco a poco como un sujeto válido en la vida social, política y económica”.

Entre los cambios que han experimentado las mujeres en el país está el acceso a servicios de salud, la participación en esferas de decisión legislativa, el incremento en el acceso a servicios y seguridad social; y la visibilización del trabajo no remunerado, y del cuidado a través de la generación de estadísticas.

Hidalgo manifiesta que en las dos últimas generaciones (años 50 y 60) se registró un cambio positivo. “Vivimos mejor, pero todavía no podemos hablar de igualdad real hombre-mujer”.

Esto porque cuando inicia la vida de pareja, el hombre se olvida de la igualdad y repite los comportamientos que vio en su familia: el padre trabaja y la madre se ocupa de la casa y los hijos, indica la socióloga.

El acceso a la educación es clave

En las últimas décadas se verificaron cambios fundamentales en las mujeres ecuatorianas.  Algunos de estos logros tienen que ver con la educación, específicamente en la formación secundaria y superior.

En estos ciclos hubo un aumento de mujeres en carreras como Economía o Ingeniería, las cuales eran tradicionalmente destinadas a hombres.

Datos de la Secretaría Nacional de Educación Superior, Ciencia, Tecnología e Información (Senescyt), indican que el 51% de estudiantes que acceden a los centros de educación superior son mujeres, mientras que el 49% son hombres.

También se ha conseguido la paridad de las mujeres que ahora ocupan cargos de dirección en las universidades y escuelas politécnicas del país.

En 2012, solo 2 de cada 10 cargos de dirección académica eran ocupados por mujeres, mientras que para 2014 se logró que 5 de cada 10 puestos sean ocupados por ellas.

Vásconez señala que aunque cada vez hay más mujeres que incursionan en carreras para ‘varones’, es evidente que aún existe una feminización y masculinización de las ofertas universitarias y uno de los factores que contribuye a este fenómeno es la educación, concebida como herramienta transmisora de representaciones que asignan a la mujer lugares estereotipados.

Luis Fernando Cuji, subsecretario de Formación Académica y Profesional de la Secretaría Nacional de Ciencia y Tecnología (Senescyt), en entrevistas pasadas aseguró que aunque es común que las aulas de las especializaciones de Física y Matemáticas estén repletas de hombres, hoy es posible hallar mujeres en ellas, aunque sean minoría.

“Hay una feminización y masculinización de ciertas profesiones, pero lo importante es modificar estas realidades”.  

Un ejemplo de ello es que en Yachay Tech trabaja la única mujer ecuatoriana, con un PhD en nanotecnología del país: Paola Ayala. Fue la primera ecuatoriana en recibir un PhD en Física y estuvo entre los primeros 80 físicos en la historia de la Escuela Politécnica Nacional de Ecuador (EPN).

Vásconez indica que en la actualidad no existen brechas de género en la Educación General Básica (EGB) ni en la secundaria. En esta última sí existen casos de deserción de mujeres a causa de un embarazo.

La erradicación de la violencia es un tema pendiente

La investigación de ONU Mujeres también reveló un menor avance en la igualdad efectiva en relación a la erradicación de la violencia de género y el acceso a los derechos sexuales y reproductivos.

La violencia de género se mantiene sin cambios sustanciales durante la última década.

En Ecuador, este delito se manifiesta en todos los estratos sociales, en todos los grupos étnicos, en todas las edades, pero es más fuerte en un entorno de desigualdades y brechas, y se hace más profundo durante la vida en pareja, siendo creciente en la población joven.

En el país, 6 de cada 10 mujeres han vivido algún tipo de violencia, según la Encuesta Nacional de Relaciones Familiares, del 2012.

La fecundidad disminuye y se posterga la maternidad

Vásconez explica que aunque en la actualidad las adolescentes tienen más información sobre métodos anticonceptivos, ellas  no los usan.

El informe reveló que la tasa de fecundidad nacional se redujo en las dos últimas décadas y que cada vez son más las mujeres que retrasan su etapa de maternidad. Además, el número de hijos por cada una disminuyó.

Lucía Proaño, de 21 años y nieta de Andrango, asegura que no quiere ser madre. Para ella ser mamá no es una obligación de las mujeres, sino una opción.

La tasa de embarazo adolescente crece

En relación con la fecundidad adolescente, en la actualidad Ecuador ocupa el primer lugar en la región andina, y el segundo en América Latina de embarazos en adolescentes.

De acuerdo con el INEC, en 2014, 49.3 de cada 100 hijos nacidos vivos fueron de adolescentes, hasta 19 años: 3% menores a 15 años; 23% entre 15 y 17, y 23.3% de 18 y 19. En total, 12 de cada 100 adolescentes de 12 a 19 son madres.

En los últimos 10 años, el incremento de partos de adolescentes entre 10-14 años fue del 78% y en adolescentes entre 15-19 del 11%; por otro lado, 49 de cada 100 mujeres que son madres tuvieron su primer hijo entre los 15 y 19 años. (I)

DATOS

Al final de los 90 la emigración femenina crece a una tasa más rápida generando, de acuerdo con el estudio, redes en destino que más tarde permitieron la emigración masiva a Europa.

La brecha de pobreza entre hombres y mujeres no es elevada, siendo la proporción de mujeres en hogares pobres un poco mayor que para el caso de los hombres en hogares pobres.

En 20 años la población de entre 5 y 14 años asiste la educación básica.

El 27,2% de los hogares ecuatorianos está dirigido por una mujer, según cifras del INEC. El 23,7% de ellas se dedica al comercio y el 10% a la elaboración de comidas. Foto: Archivo / El Telégrafo

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