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La investigación en la Antártida, su mayor experiencia dentro del INAE

Mónica Riofrío Briceño, analista científica del Instituto Antártico Ecuatoriano
Mónica Riofrío Briceño, analista científica del Instituto Antártico Ecuatoriano
Foto: Karly Torres / EL TELÉGRAFO
05 de marzo de 2017 - 00:00 - Redacción Séptimo Día

Mónica Riofrío Briceño lleva 11 años laborando en el Instituto Antártico Ecuatoriano (INAE), en la Unidad de Investigación Científica. Primero fue asistente científico y actualmente es analista. Su área es la investigativa y como tal, su trabajo también está encaminado a formar parte de algunas de las expediciones que cada año parten hacia la Antártida, donde está ubicada la estación ecuatoriana Pedro Vicente Maldonado.

La primera vez de las cuatro que ha viajado al “continente blanco” fue cuando se efectuó la undécima excursión, entre el 2006 y 2007. “No fui parte del grupo expedicionario ecuatoriano sino de un proyecto internacional denominado Gestión Ambiental de la Bahía Almirantazgo, dirigido por Brasil”.

Estuvo alojada en la estación peruana Machu Picchu, como parte del convenio de cooperación con Brasil, que es algo establecido en el Tratado Antártico. “Debe haber cooperación para que todo funcione mejor. Allí uno hace conciencia de ello”.

Para ir a la Antártida hay que tener un periodo de preparación sobre todo climática. Por eso, cuando ella y el equipo de trabajo llegaron a Punta Arenas, en Chile, empezó la aclimatación.

Señala que si se coordina con tiempo y con una adecuada gestión, el investigador puede viajar a través de otros medios. Esta cooperación -dice- se destaca en las Reuniones Consultivas del Tratado Antártico.

Vestimenta especial

Ir a la Antártida no es un viaje rutinario ni descomplicado. Por el contrario, la analista y oceanógrafa cuenta que la preparación tiene que ver con el clima y, sobre todo, con el vestuario. En su primer viaje usó tres capas de ropa y botas especiales parecidas a las que usan los militares.

Los zapatos no eran de su talla sino dos números más grandes, pues utilizó tres capas de medias. “La ropa es muy importante para estas actividades, las capas son herméticas, con muchos cierres, cordones, broches que protegen del viento, agua helada, sol, arena”. El sol en la Antártida -explica- dura 23 horas, es blanco y resplandeciente y sin las gafas adecuadas puede dañar la vista. “Eso es parte de la novedad cuando uno es primerizo”.

Una vez en hielo firme llega la parte de la investigación, la cual se basa en 4 ejes: Ambiente Antártico (ecosistema), Interacción Ecuador-Antártida, Cambio climático y Tecnologías aplicadas a la Antártida.    

En cada una de las cuatro expediciones, Riofrío ha apoyado los proyectos de investigación y le ha dado continuidad al trabajo de campo hecho por otros expertos, por ejemplo participó del ‘Estudio de los caudales por el deshielo del glaciar’.

“Monitoreábamos cuánta cantidad de agua bajaba del deshielo para hacer comparaciones y cotejar la información con el calentamiento glaciar”.

En el tiempo que Ecuador ha hecho presencia en la Antártida tiene derecho a nombrar ciertos lugares con toponimias del país.

“Está el caso del glaciar Quito, la ensenada Guayaquil, punta Ambato y otros puntos geográficos que nos identifican allá”. Adelantó que en 2018 el país será sede de la Reunión Consultiva del Tratado Antártico, para lo cual se preparan desde ya. (I)  

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