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San Lorenzo, el santuario de las tortugas marinas en Manabí

San Lorenzo, el santuario de las tortugas marinas en Manabí
Foto: Patricio Ramos / EL TELÉGRAFO
29 de octubre de 2017 - 00:00 - Patricio Ramos

Manta.-

Sus diminutos cuerpos grises emergen desde la arena. Reptan impulsados por sus cuatro extremidades, se dirigen hacia el mar en lo que es su primera carrera de vida o muerte hasta llegar al océano.  

Son las tortugas golfinas (lepidochelys olivacea). La guardería de estos bebés de playa y mar está localizada en el enclave marino San Lorenzo, suroeste de Manta, Manabí. Ese lugar considerado como el santuario de las tortugas de mar, está ubicado en el Refugio de Vida Silvestre Marino Costera Pacoche (Rvsmcp).

Antes de abrirse paso después de romper el cascarón tras 60 días de anidación, las madres de las golfinas arriban a desovar en los dos kilómetros de playa. El pasado cinco de octubre, cuando el reloj marcaba la 01:30, una madre golfina emergió lentamente desde el mar. Un equipo del Rvsmcp, conformado por dos guardaparques y la responsable del área Iliana Solórzano, llegó para realizar sus rondas cotidianas de monitoreo.

Un pertinaz aguacero, preludio del arribo de la estación de lluvias y fin del verano pega con fuerza debido a los fuertes vientos que soplan en la playa. La golfina, tarda 25 minutos hasta llegar al sitio donde desovará. Ángel Reyes es uno de los guardaparques más experimentados. Cuando se percata de la presencia de la tortuga, camina presuroso con dirección al océano.

El guardaparques José López Delgado escribe los datos de un nido registrado en playa San Lorenzo. Se ubica la especie y el número de huevos que hay. Foto: Patricio Ramos / EL TELÉGRAFO

Viste ropa impermeable y abrigada para soportar el rigor del clima. Sujetada a su cabeza lleva un sistema de luz inflaroja. Ese equipo le permite acceder hacia la tortuga por las noches y madrugadas y no estresarla. Son normas internacionales que rigen para acceder a las tareas de monitoreo. Una vez que la madre golfina escoge el sitio donde depositará sus huevos, empieza a cavar un hueco en la arena. Escarba con sus aletas traseras, lo hace lentamente pero de forma continua.

Transcurren 15 minutos. El hoyo está listo. Los huevos empiezan a caer uno tras de otro desde el oviducto que está en medio de sus aletas posteriores. Después la tortuga cae en un trance hasta que culmina el desove con 120 huevos. Regresa lentamente al mar . Cuando amanece, el paso siguiente es marcar el nido con cuatro tubos de PVC y una cinta hasta formar un cuadrado. Ello sirve para que los turistas que llegan no pisen los nidos.

En la sexta temporada de desove que inició en junio de 2017 y se extenderá a mayo de 2018, se han registrado 77 nidos en San Lorenzo y 111 en playa La Botada que colinda con la primera. La zona se ha convertido en el santuario de las tortugas marinas y desde 2012 el Ministerio del Ambiente (MAE) emprendió un programa de protección que es impulsado junto con la comunidad.

Carlos Alvia, vive en la comuna de Liguique, 10 minutos al noroeste de San Lorenzo. Cuenta que desde que empezó el proyecto del cuidado a los nidos y se declaró zona protegida a Pacoche, la situación cambió en positivo para los habitantes, ahora hay muchos visitantes que llegan a la zona.

Los guardaparques José López Delgado y Ángel López Reyes realizan el  marcado con tubos de PVC de un nido en San Lorenzo. Foto: Patricio Ramos / EL TELÉGRAFO

La eclosión

En La Botada, noroeste de San Lorenzo un manto rocoso domina parte de la playa. Los nidos de golfinas yacen en la zona menos abrupta. Por lo general los neonatos de lepidochelys olivacea, rompen sus cascarones por las noches y madrugadas. Pero hay excepciones. Algunos lo hacen a plena luz del día. Las eclosiones se registran todo el año. Cuando los bebés golfina salen desde sus nidos, rompen el cascarón, tardan en llegar a la superficie desde el interior del nido 40 minutos aproximadamente.

Cuando están sobre la arena reptan con agilidad. En tramos de uno y dos metros avanzan. Si tienen suerte y no hay presencia de depredadores alcanzarán su objetivo que durará entre 30 y 50 minutos, llegar al mar y ser arrastrados por las olas hacia las profundidades. Cuando la eclosión es en el día y el sol arrecia los neonatos se mueven muy rápido. La arena está caliente, esa es la causa.

Las golfinas que logran alcanzar su madurez y llegan a la etapa reproductiva (30 años), retornarán a playa San Lorenzo y La Botada también a depositar sus huevos, de esta manera se completa su ciclo natural.

Guardaparques y una técnica de la reserva realizan vigilancia por las noches y madrugadas cuando llegan las tortugas a desovar. Foto: Patricio Ramos / EL TELÉGRAFO

El turismo se desarrolla en torno a las golfinas

Sobre la playa San Lorenzo son visibles los beneficios para la comunidad. Cinco restaurantes una decena de sitios de hospedaje y casas de descanso se han adecuado para atender a los turistas que llegan a observar las eclosiones y los más pacientes la actividad de desove. En el restaurante de Xiomara Rivera, el movimiento es vertiginoso de lunes a viernes, pero los fines de semana trabajan más, los turistas arriban en mayor cantidad.

Las tortuguitas, esos diminutos animales son nuestra bendición, antes solo éramos un pueblo de paso, ahora los viajeros llegan a consumir y a hospedarse, hay vecinos que han adecuado sus casas para alquilar a los visitantes, comenta Rivera.

Los cebiches, pescado apanado y las sopas marineras son requeridas. La ruta que empieza en la playa con la observación de tortugas prosigue hacia el acantilado. Ahí existe un sendero que bordea al macizo, las vistas panorámicas del océano son espectaculares. Se puede observar el vuelo rasante de los piqueros patas azules, gaviotas y pelícanos.

En el mar los saltos de delfines y de junio a septiembre el paso de las ballenas jorobadas hacia la isla de Plata. Los turistas quedan maravillados por el lugar. La argentina Noélia Pérez llegó junto con su novio Alberto el 24 de octubre. Buscábamos una playa tranquila, nos comentaron de San Lorenzo, no lo pensamos dos veces y llegamos para mirar las tortugas y además los monos aulladores, señaló. El biólogo Bravo, asegura que en la reserva Pacoche la comunidad se ha sintonizado en el tema conservación y son aliados permanentes de las tortugas.

El biólogo de la Organización No Gubernamental (ONG) Wildaid Manuel Bravo, destacó a San Lorenzo como el santuario de las golfinas. Bravo afirma que su entidad acompaña el proyecto de conservación desde 2014. Aportamos en el tema del monitoreo y preservación en tierra y mar, ello permite que cada año se incorporen al mar unas 30.000 tortugas aproximadamente. Pacoche sin duda es una gran lección de vida.

El biólogo de la Organización No Gubernamental (ONG) Wildaid Manuel Bravo, destacó a San Lorenzo como el santuario de las golfinas. Bravo afirma que su entidad acompaña el proyecto de conservación desde 2014. El tema relacionado con cada una de las tortugas se ha convertido en una opción de vida para la mayoría de los lugareños. Por eso los cuidados y el compromiso de propios y extraños para con la vida silvestre resulta ser un beneficio para docenas de familias.

Pacoche sin duda es un ejemplo de conservación a nivel mundial eso es notorio desde la playa hasta las zonas altas donde están los bosques húmedos y secos. (I)

*Haga click en la imagen para agrandarla

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En el suroeste de Manta se localiza el refugio de las tortugas golfinas

La declaratoria de Refugio de Vida Silvestre Marino Costera Pacoche, fue en octubre de 2008. Desde entonces se reconoció que los bosques que se encuentran en los cerros de Pacoche y a cuatro millas del área marina costera pasaron a formar del área de conservación.

Son 5.049, 69 hectáreas en al área terrestre y 31.517,90 hectáreas en la zona marina. La reserva está conformada por ecosistemas marinos y bosques húmedo y seco tropical. Entre la flora y fauna figuran las tortugas, monos aulladores y unas 240 especies de aves. También hay reptiles y mamíferos.

En las entrañas del bosque existe la paja toquilla que es cosechada para la elaboración de los sombreros por los tejedores de Montecristi y Portoviejo. (I)

Guardaparques de la reserva Pacoche grafican con sus celulares el momento cuando los neonatos de tortugas salen de sus nidos y se dirigen hacia el mar. Foto: Patricio Ramos / EL TELÉGRAFO

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