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El Telégrafo
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Proyecto agrícola une a 25 familias

En granjas de Casacay trabajan personas con capacidades especiales. Foto: Fabricio Cruz
En granjas de Casacay trabajan personas con capacidades especiales. Foto: Fabricio Cruz
18 de marzo de 2014 - 00:00

A dos kilómetros de Pasaje, cerca del balneario La Cocha, en una extensión de dos cuadras, se levanta un cultivo asociativo de hortalizas que alimenta a 25 familias de la Asociación de Personas con Discapacidad Nuevo Amanecer.

Ese fue el sueño de Aníbal Heras, de 40 años, un carismático dirigente que hace ocho años se dedica a impulsar la organización de las personas con discapacidad. “Tenemos el talento, la solidaridad y el carácter para impulsar iniciativas que mejoren la calidad de vida de nuestras familias”, afirmó Aníbal.

Conformada por 61 personas, todas con familiares con alguna discapacidad, el gremio recibió el apoyo del colegio Francisco Ochoa que les prestó dos cuadras de tierra; el Ministerio de Agricultura, Ganadería, Acuacultura y Pesca (Magap) aportó con asistencia técnica y semillas, y ellos se hicieron cargo del manejo de campo.

Según Gary Vera, director del Ministerio de Inclusión Económica y Social (MIES), Distrito Machala, las personas con discapacidad son prioridad para este Gobierno. En este año 35.875 reciben el bono de desarrollo humano, con una inversión de $ 14’188.000 y 3.459 personas han recibido crédito.

El funcionario agregó que otras 825 personas reciben atención en el hogar y la comunidad con una inversión que sobrepasa los $ 400 mil anuales, mediante proyectos que ejecutan los municipios de Pasaje, El Guabo, Chilla y la Prefectura de El Oro con un equipo de profesionales que da asistencia de rehabilitación al ciudadano.

Las 25 familias del proyecto productivo de hortalizas habitan en la parroquia Casacay, del cantón Pasaje, y provienen de los sitios Piedra Negra, Huisho y la cabecera parroquial. El sembrío se levanta a cuatro kilómetros de Pasaje, a la orilla de la carretera.

En una extensión de media cuadra se observan hileras de col, nabos, pepinos, culantro, pimiento y fréjol. Un improvisado techado cobija del sol en los recesos a una docena de voluntarios, entre jóvenes, adultos mayores y adolescentes que vienen a diario a realizar la faena agrícola. “El MIES nos asesoró para legalizar la asociación y nos apoya con capacitación para fortalecerla. También nos ha dado donaciones de los productos que ha incautado la Aduana”, expresó Aníbal, quien padece de una leve discapacidad física en una de sus extremidades. Rosa Agila, de 65 años, toma la lampa, para la deshierba del cultivo; ella asegura que este impulso la hace olvidar su discapacidad.

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