Hoy llega a su fin la tradicional fiesta del Corpus Christi, conocida también como el Septenario, por los siete días de duración.

Miles de turistas, nacionales y extranjeros, pudieron disfrutar de esta conmemoración, que constituye  una singular mezcla de religiosidad y de comercio.

Los dulces fueron el principal atractivo de estos siete días. 104 comerciantes se instalaron en los alrededores del parque Calderón desde el jueves anterior para vender las deliciosas roscas, alfajores, dulces de leche, rosquillas, turrones, quesitos y otros confites, preparados por manos cuencanas.

Las noches se matizaron con bandas de pueblo que al son de la música ecuatoriana pusieron la alegría en las frías noches del Septenario.

Muchas personas hasta bailaron, mientras los castillos deleitaron a adultos y niños cuando se quemaban.  Pero al momento de comprar los dulces la alegría se borraba del rostro de los compradores. “Uy, qué caro está”, decían mientras saboreaban un chocolate en forma de muñeco. Otros se resistían a pagar. “Por dos bolitas pequeñas de dulces me piden veinticinco centavos, eso es un abuso”, expresó Marisol Quezada.

Catalina Lima, vendedora de las golosinas por la fiestas del Corpus, reconoció que los precios han subido a diferencia del año anterior,  entre 10 y 20 centavos por producto.

Consideró que el  alza no es provocada por los pequeños vendedores,  sino que se debe a  los comerciantes mayoristas.

“A veces la gente no entiende eso y piensa que nosotros subimos los precios , pero la realidad es que a nosotros nos entregan caro”, dijo.

Recalcó  que los mayoristas  en esta temporada suben los precios de  la harina, el chocolate y el azúcar.

Asimismo, explicó  que con los productos que ella misma prepara no hay problema porque puede mantener los precios del año pasado, sin embargo hay veces que se  terminan los dulces y tiene que hacer pedidos,  por lo tanto debe subir el precio para obtener ganancias.

Las golosinas que  prepara son los dulces de maíz, bolitas de azúcar y las roscas, los precios de estos últimos varían dependiendo a su tamaño. Las roscas grandes se venden a 60 centavos mientras que el año anterior las vendía a  50 centavos, las pequeñas costaban 15 centavos y actualmente están  a 20 centavos. Vende cerca de 100 roscas pequeñas al día y cuando ella misma prepara puede ofrecerlas a 10 centavos, pero cuando compra debe aumentar el valor a 20 centavos.

Otros productos que también subieron de precio son las cocadas y el membrillo. El año anterior le dejaban a 30 centavos cada cocada,  este año le entregaron a 40, por lo que  tiene que vender en  50 centavos, mientras que el  membrillo proveniente de Quito lo ofrecía a 40 centavos, actualmente el precio es de 50 centavos.

“No es que a nosotros nos queda un mundo de ganancias, más bien los que nos entregan  son los que obtienen más, porque ellos venden en cantidades mayores y nosotros tenemos que vender por unidad”, manifestó Lima.

Lourdes León,  quien invirtió cerca de $ 2.000 para colocar su puesto, a diferencia del año pasado que invirtió $ 1.500, explicó que esto se debe a que los productos que son entregados  han subido de precio. La bola de coco la vendía a 30 centavos y ahora tiene que pedir 40, cosa similar sucede con otros productos que se vendieron esta semana.