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El Telégrafo
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Algunos poblados descansan sobre las altas mesetas

El Nudo del Azuay en los Andes meridionales del Ecuador

Foto: Internet
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30 de agosto de 2015 - 00:00 - Juan Carlos Brito. Cátedra Abierta de Historia. Universidad de Cuenca

A todos nos resultan familiares aquellas láminas escolares de las hoyas y los nudos de la región interandina del Ecuador: en ellas vemos dos ramales principales que corren de norte a sur, correspondiendo estos a las dos grandes cordilleras andinas, Occidental y Oriental.

El espacio entre las cordilleras (60-70 km promedio en el Ecuador) no forma un valle continuo, sino que se encuentra atravesado por cordilleras transversales llamadas nudos, que corren de este a oeste, haciendo de puente entre los dos grandes ramales andinos. Los espacios profundos que se forman en medio de este afloramiento de montañas corresponden a los templados valles andinos u hoyas, en cuyo lecho corren ríos que, cortando las cordilleras, se abren paso hacia la Costa o la Amazonía.

Destaca en este entramado telúrico el Nudo del Azuay, verdadera frontera ecológica y cultural entre dos regiones. Aquí, a 2° 30 min. de latitud sur, los Andes ecuatorianos se dividen en dos zonas geológicas marcadamente distintas: Al norte el volcanismo moderno, con varios colosos aún hoy activos, muchos de ellos coronados de nieves eternas. Al sur el volcanismo antiguo, con volcanes extintos y erosionados de menor altura, cuyas cimas más altas solo ocasionalmente se cubren de nieves efímeras.

A nivel continental, en esta latitud empieza la región de los «Andes Bajos», la que se extiende hasta los 7° de latitud sur en Cajamarca (Perú), donde la cordillera andina vuelve a remontar sobre la región nival.   

Wolf (1892) describe a este nudo como una inmensa araña que despliega sus patas a todos lados. Hacia el norte limita con la hoya del río Chanchán, en cuyo valle yace la población de Alausí. En dirección sur confina con la hoya del río Cañar, asiento de los cantones Tambo y Cañar: ambas hoyas desaguan hacia el Pacífico.

Por el este, el Nudo del Azuay empalma con la Cordillera Oriental entre Paute y Osogoche, participando sus aguas a las cuencas  amazónicas del Paute y del Upano. Algunos poblados descansan sobre las altas mesetas de este nudo, tal es el caso de Achupallas, mientras que otros cuelgan de sus estribaciones, así por ejemplo, Chunchi y Guasuntos. Un gran número de lagunas reposan sobre este macizo compuesto de rocas andesitas y tobas volcánicas.

Una zona de transiciones culturales

Incluso hoy, transitando por la ya cómoda y moderna vía Panamericana, se advierte claramente la barrera que interpone el accidentado Nudo del Azuay entre las regiones  centro-norte y sur de la Sierra ecuatoriana: en general la vía es recta y regular, salvo en el trayecto serpenteante que rodea esta enorme muralla. En tiempos precolombinos y coloniales, sobre las altas crestas de este macizo se construyó el camino del inca, así como el camino real entre Quito y Cuenca, esto pese a su proverbial frío extremo que lo hacía tan temido entre los viajeros, pues bordearlo resultaba todavía más difícil dadas las largas distancias y el terreno pantanoso en varios puntos de sus estribaciones. La Condamine (1742: 147) así lo habría de constatar al aventurarse en rodearlo, en su regreso al Nudo del Azuay cuyas cimas visitó durante sus trabajos geodésicos: “Tomé el camino por el pie de las alturas del Asuaye hacia el oeste para conocer una nueva región, y pagué caro esta curiosidad; jamás un camino tuvo un nombre más merecido que el de las Ceneguetas (los pantanos); allí pasé noches que, si bien no tuve frío, me hicieron añorar las del Asuaye”.

Constituyéndose este macizo en una verdadera muralla, es fácil imaginar que también ha impuesto una divisoria cultural. Tal fue el parecer del médico quiteño Luis A. León (1983: 22) y su equipo, en un viaje científico que los trajo a la región austral allá por la década de los 1930: “Tuvimos la impresión de haber llegado a un país extraño y casi exótico, ya que la indumentaria, el dialecto, la idiosincrasia, las costumbres, la artesanía y las actividades industriales de estos pueblos eran diferentes a las demás poblaciones de la Sierra ecuatoriana”.

Efectivamente, a más de límite entre vulcanismo moderno y antiguo, el Nudo del Azuay también ha sido un límite entre los horizontes culturales puruhá y cañari, pues del territorio de estos últimos –a decir de González Suárez (1878)– se extendía desde Tixán, en la jurisdicción de Alausí, hasta Saraguro, en la actual provincia de Loja. Esto es: el territorio cañari desbordaba el Nudo del Azuay, llegando hasta las planicies de la hoya del Chanchán, al pie del macizo. Ya en tiempos coloniales, aquí se demarcaba la frontera entre la dinámica economía obrajera del centro-norte del país, centrada en la producción de textiles para la exportación, y la economía agrícola-artesanal de menor escala en el sur; los talleres obrajeros más meridionales se localizaban precisamente en Tixán. Asimismo, al Norte del Nudo del Azuay predominaba el latifundio, mientras que al sur de la «inmensa araña» el minifundio sentaba sus reales (con excepción de algunas grandes haciendas en la hoya del Cañar).  

Hacia el poniente del Nudo del Azuay, justo frente a él, es muy remarcable que la Cordillera Occidental de los Andes pierde notablemente su altura, formando una enorme abertura (abras de la cordillera) que permite divisar el colchón de nubes que se extiende sobre la Costa. Esta apertura permitió el tránsito fluido entre la Costa y la Sierra desde épocas muy tempranas, ya que por ahí (cuenca del río Cañar) la cultura agro-alfarera de Chorrera se difundió hacia Narrío, matriz cultural pretérita de los cañaris. Asimismo, gracias a este accidente geográfico los cañaris pudieron controlar el comercio andino de la concha marina spondylus, propia de nuestras aguas ecuatoriales, producto ritual altamente valorado a lo largo de toda la cordillera, sobremanera en el Perú donde el spondylus molido era el alimento predilecto del dios huarochirano Pariakaka. (O)

El sector está entre Cañar y Chimborazo

El Nudo del Azuay fue un formidable obstáculo en las comunicaciones entre el sur y el norte de la Sierra ecuatoriana y por lo tanto se constituyó en una frontera natural entre ambas zonas. En la actualidad, se ubica entre las provincias de Chimborazo y Cañar, sin embargo, como su nombre bien lo delata, alguna vez estuvo integrado al conjunto del Azuay, cuya frontera provincial actual se ubica bastante más al sur del nudo homónimo.

Ya en tiempos coloniales la jurisdicción del Corregimiento de Cuenca se sobrepuso al territorio cañari de manera bastante aproximada, teniendo por límite norte el entonces tenientazgo de Alausí, y por el sur la región de Oña, en el actual límite entre el Azuay y Loja. Más tarde, el Departamento del Azuay fue incorporado al Distrito del Sur de la Gran Colombia, y ya en épocas del Estado nacional ecuatoriano, este se separaría en varias provincias. Con la creación de la provincia de Azogues en 1880, el nombre Azuay quedó divido entre el nudo y la provincia, ya sin continuidad espacial.

En 1884, la provincia de Azogues cambia su nombre a su actual denominación de Cañar. Aunque por azar administrativo Alausí, Tixán, Guasuntos y Chunchi hoy es parte del Chimborazo, lo cierto es que en virtud de su herencia cultural y geográfica, hacen parte de la región austral del Ecuador, cuyo límite septentrional se ubicó a los pies del Nudo del Azuay, y eso desde tiempos muy remotos, allá donde la memoria no alcanza a llegar. (O)

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