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Es posible llegar caminando por la playa cuando la marea está baja

Chirije, un lugar para ‘ver’ ovnis

Desde el cerro Chirije se observa la playa El Pajonal. A este sector solo se puede llegar a ciertas horas en la mañana y en la noche.
Desde el cerro Chirije se observa la playa El Pajonal. A este sector solo se puede llegar a ciertas horas en la mañana y en la noche.
Fotos: Mario Rodríguez | et
03 de marzo de 2015 - 00:00 - Mario Rodríguez Medina

Como si estuviera escondida, a 15 minutos de camino por la playa de Bahía de Caráquez (Manabí), está Chirije. Es un sitio lleno de historia, supersticiones y naturaleza.

Con un clima húmedo, debido a que se encuentra rodeado de la Reserva Biológica Cerro Seco, Chirije fue una localidad económica importante en la Cultura Bahía (500 a.C. - 500 d.C.), en especial por su actividad portuaria.

Todo el ambiente de Chirije tiene un aroma a historia y si tiene una característica en particular, ese es su silencio.

Fue redescubierto en la década del 50 por el arqueólogo Emilio Estrada. En el lugar se encontraron vestigios de una antigua civilización, la que se dedicaba, además de la pesca y del movimiento en el puerto, a la comercialización de la concha spondylus, producto que era llevado a México y Chile, y que intercambiaban con oro, cobre, entre otros artículos de valor.

En la actualidad Chirije es un punto al que es posible acceder caminando por la playa ya sea desde Bahía o San Clemente, pero solo cuando la marea está baja.

Durante el día se puede ingresar desde el amanecer hasta las 13:30 (aproximadamente), luego el mar cierra el camino y el lugar es impenetrable por tierra. La marea vuelve a ceder en la noche por varias horas, a partir de las 18:30.

Además de acceder bordeando la playa se puede llegar a este lugar tras un recorrido de 15 minutos por un camino chúcaro y polvoroso, entrando por la carretera principal. Luego se entra a la playa de la localidad El Pajonal, por la que se avanzan otros 5 minutos en la arena (en carro) y se llega al complejo turístico.

Quienes habitan en el lugar creen que Chirije guarda mucho misterio. Al entrar en el sitio se pueden escuchar historias de espíritus que rondan las cabañas y hasta de visitantes de otro planeta.

En Chirije hay un punto en el que se hacen ritos ancestrales, para ‘conectarse’ como dicen sus pobladores con los espíritus.

Además hay quienes afirman que en este sitio se puede tener un contacto con extraterrestres, tal es el caso de Verónica Tamariz, especialista en encuentros cercanos. En la parte central del complejo turístico hay un ovnipuerto, sitio en el que las personas esperan que los Ovnis (objetos voladores no identificados) hagan su aterrizaje.

Hay otro espacio para hacer rituales y atraer a los espíritus que, según las leyendas, vagan por el lugar. Fuera de sus historias y creencias, Chirije es un punto paradisíaco, en el que kilómetros de playas vírgenes y un bosque seco tropical de 238 hectáreas invitan a aquellos amantes de la naturaleza, como es el caso de los turistas estadounidenses Chip y Michelle Dopson, quienes acudieron a esta maravilla natural por referencias de amigos. “Es justo lo que buscábamos”, dice Michelle, con un español entrecortado resaltando la paz que rodea a Chirije.

Para Chip, el sendero que conduce a la Reserva Biológica es el atractivo más especial de este espacio natural manabita. “Hace calor, pero el lugar es fantástico”, cuenta este norteamericano, quien vive con su esposa en Cuenca hace 2 años.

Flor María Dueñas, quien organiza las visitas por el sendero, expresa que el toque misterioso de Chirije se da debido a la preexistencia de un cementerio. Quienes se ocupan del desarrollo de un complejo turístico, cercano al sendero, son sus hijos, Patricio y Verónica Tamariz.

En las excavaciones se encontraron diversos huesos, por lo que se llegó a la conclusión de que en el sitio hubo un cementerio.

Luis vive en Chirije desde hace varios años, al igual que otros habitantes tiene sus experiencias con seres extraños. “Yo estaba limpiando las cabañas cuando de pronto aparecieron 2 señoritas que solo estaban en traje de baño. Ellas se quedaron atrapadas en el sitio debido a que ya había subido la marea. Les dije que no se fueran por las piedras porque se podían resbalar. Recuerdo que les preparé una cabaña. En principio no querían quedarse, pero accedieron”, cuenta antes de entrar en detalle.

“Las chicas estaban con frío y les di una camisa y una chompa, las acomodé en la cabaña, les dejé una vela para que se alumbren y me fui. Al otro día ya eran las 09:30 y ya les había tocado la puerta de la cabaña por varias ocasiones y no se despertaban. Me vi obligado a abrir la puerta con la llave de emergencia y cuando entré no había nadie, todo estaba tal cual lo dejé, como si nadie hubiera estado allí”, manifiesta con asombro este lugareño.

Agrega que era imposible que las chicas se hubieran ido por la playa, ya que el mar estaba crecido y no había forma de salir sino hasta la mañana.  Historias como estas vuelven exótico a un lugar que en el año 500 a.C. fue la sede de la cultura Bahía. De sus antiguos pobladores queda una herencia de adornos hábilmente diseñados sobre la muy codiciada concha Spondylus. (I)

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