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El Telégrafo
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La falta de escenarios y de apoyo de las autoridades ha menguado a esta corriente musical

Latacunga es parte del movimiento roquero en la región centro

Los roqueros todavía aprecian las presentaciones en vivo y los sitios donde pueden adquirir discografía. Silvia Osorio / El Telégrafo
Los roqueros todavía aprecian las presentaciones en vivo y los sitios donde pueden adquirir discografía. Silvia Osorio / El Telégrafo
23 de agosto de 2015 - 00:00 - Redacción Regional Centro

Ambato, Riobamba, Latacunga y otras ciudades de la Sierra centro se mantienen como bastiones del rock en sus diversas variaciones.

Conciertos, agrupaciones, tiendas especializadas, programas de radio, presentaciones en vivo y tributos forman parte de esta corriente que se niega a desaparecer.

En Latacunga hay unos 500 seguidores fieles y en el cantón Salcedo otros 300. En Pujilí y Saquisilí sobrepasan el centenar, al igual que en Pangua, La Maná y Sigchos.

Según Luis Álvarez Borja, uno de los pioneros en escuchar y promover estos géneros en la capital cotopaxense, el gusto por el rock nació con sus compañeros en el colegio Vicente León.

Se reunían en las casas para escuchar los discos de acetato de The Rolling Stones, The Beatles, Kiss y The Doors, entre otros.

Corrían los años ochenta, y a los 16 años, Álvarez estaba pendiente de la programación de radio Pichincha que promovía este género. Escuchaba entonces a Black Sabbath, Scorpions, AC/DC y Mozarella. “Creo que como yo, muchos empezaron en el movimiento al ritmo de esta emisora”, aseguró.

Con una agrupación de amigos formó un grupo que no tenía nombre oficial. Se referían a este como el grupo de rock del Vicente León.

Participaron en un concurso de bandas en Guayaquil. Cuando se graduaron dejaron sentado el precedente para las nuevas generaciones.

En 1994, Paúl Segovia e Igor Icaza formaron una de las bandas más reconocidas: Sal y Mileto que fusionó rock progresivo con blues, hardcore, electrónica, jazz, heavy metal y una base de rock. Aún pisa los escenarios, se volvió una leyenda y es un referente en el país.

Faltan espacios físicos

Actualmente los roqueros no cuentan con espacios establecidos para reunirse. Muchos migran a otras ciudades en donde hay mayor apertura. “Es por eso que ya no somos muchos”, reflexionó Luis Chasi, uno de los colaboradores en la organización de festivales de rock denominados Black Mama que se realizan con el apoyo de la Casa de la Cultura Núcleo de Cotopaxi.

Sin embargo, en los últimos años el festival no se ha logrado desarrollar por la falta de inversión de varios sectores.

El Rock del Pantano es una de las nuevas propuestas que, de la mano de Luis Cadena, va tomando impulso. Las primeras ocasiones se realizó en la entrada a la parroquia San Buenaventura, ahí se presentaron bandas locales y nacionales con gran aceptación.

El colectivo Runa Urbano en Salcedo realizó el festival Huayrapungo por 3 años consecutivos. Durante unos años no concretaron apoyo y se suspendió, pero con el cambio de administración en 2014 se retomó el festival que se realizó en el polideportivo con la colaboración del Municipio.

Para acceder a estos espacios los jóvenes deben realizar gestiones y en ocasiones no cuentan con el apoyo de las autoridades.

Rasgos de identidad

Luis Álvarez Borja, de 42 años, aún lleva el cabello largo. Lo hace porque es una forma de salir del convencionalismo. Se viste de negro, pues a su criterio lo identifica con su filosofía de vida, aunque no todos entienden su significado. (I)

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