Al mantenerse la alerta naranja en las poblaciones cercanas al volcán Tungurahua, el Ministerio de Salud Pública (MSP), activó su plan de contingencia no solo en la atención física de los afectados, sino psicológica ya que varios de ellos atraviesan por traumas y sienten temor.

Durante los últimos días de constante caída de ceniza en poblaciones como Riobamba, Guano y Penipe, las enfermedades respiratorias, problemas oculares y molestias gastrointestinales, han aumentado.

Rosa Asintimbay acudió hasta la casa de salud ubicada en la parroquia El Altar (Penipe). Su hijo de cinco años no deja de restregarse los ojos con sus pequeñas manos. Ella afirma que la ceniza les ha provocado molestias en su visión.

“Trabajamos en el campo y al limpiar la ceniza de los cultivos, nos ingresa a los ojos. Mi hijo, como es pequeño, no quiere cubrirse con los lentes. Eso le provocó enrojecimiento y ahora estamos aquí para que lo ayuden con algún colirio”, indicó.

Situaciones como esta se repiten en algunos sectores de la provincia.

Según registros de los subcentros de Salud de Penipe y Guano, antes de la erupción repentina del pasado sábado, se atendía a 18 personas diarias por varias circunstancias, pero a partir del 1 de febrero, la cifra aumentó a 26 pacientes. La mayoría de ellos son niños, niñas y adultos mayores. Lo más común, según los galenos, es que presenten problemas en sus vistas por el contacto directo con la ceniza.

La Dirección Zonal de Salud estableció cuatro equipos técnicos de quince personas cada uno, que rotan sus turnos para atender las 24 horas, tanto en los subcentros como en las unidades móviles. Estas últimas se desplazan a las comunidades más remotas de los cantones, para precautelar la salud de sus habitantes y prevenir mayores inconvenientes.

Cada centro se encuentra dotado con medicación para contrarrestar las infecciones tanto estomacales como respiratorias, al igual que lágrimas naturales para prevenir infecciones visuales.

Aunque la atención física es importante, las autoridades de salud consideran que la salud mental debe primar, ya que varios de los afectados atraviesan una situación estresante.

“Debemos ponernos en el lugar de aquellas personas que deben dejar sus hogares, para trasladarse a los refugios. Muchos tienen su medio de vida en el campo y el temor es constante. Piensan que lo poco que tienen, alguien se lo va a robar o que el mismo volcán y la ceniza, se los quite. Todo esto es frustrante y causa estrés en la persona. Esto sin duda puede desencadenar en mayores problemas relacionados a la misma salud física”, señaló Gladys Mera, directora zonal.

Para trabajar en este aspecto, la Dirección asignó a cada centro un médico, un auxiliar, una enfermera y un psicólogo. Este último es el encargado de conocer la situación de los refugiados, con el objetivo de ayudarles a superar esta situación.

“Estamos realizando un trabajo social que permita a las personas desahogarse y cuenten sus temores, sus miedos a fin de ayudarlos para que puedan hacer frente a los embates de la naturaleza que como sabemos es impredecible”, acotó.

Mientras, profesionales de la salud instan a la ciudadanía a tomar las precauciones del caso como el uso de mascarillas, gafas y gorras.

“Al consumir las frutas debemos lavarlas bien, evitar restregarnos los ojos con las manos ya que podemos lastimarnos. Al barrer nuestras casas debemos cubrirnos bien el rostro e incluso el cabello ya que la ceniza provoca daño en nuestras vías respiratorias. Si se siente alguna molestia hay que acudir a los centros de salud más cercanos, pues contamos con toda la medicación para ayudarles”, señaló Wilson Nina, gerente del Hospital Docente de Riobamba.

El Comité de Operaciones Emergentes (COE) continúa en sesiones permanentes debido a que la alerta naranja no ha cambiado y la caída de ceniza todavía es evidente.