El Telégrafo
Ecuador / Viernes, 22 de Agosto de 2025

Politizar el Día de la Madre es una urgencia

Esta, como toda conmemoración, es un monumento al remordimiento aprovechado por el mercantilismo para compensar la falta de política pública.

El “sirviente, la mujer tiene derecho a las más espléndidas apoteosis. Y puesto que ha sido en calidad de madre como ha sido sometida, será primeramente en tanto que madre como será querida y respetada. De los dos antiguos rostros de la maternidad, el hombre de hoy no quiere conocer sino el sonriente”, escribió en 1949 Simone de Beauvoir y en la actualidad siguen vigentes las dicotomías patriarcales sobre la maternidad.

Titulares como: “Madre abandonó a recién nacido”, “Madre deja a sus hijos encerrados para ir a bailar” o “Madre descuida a sus hijos por estar en Facebook” muestran que la maternidad suele ser noticia para crónica roja o para los comerciales de mayo en los que elevan a las progenitoras a santidad.

Más allá de las amorosas experiencias individuales con la maternidad, este día se levanta en el pedestal del rezago cotidiano de las madres diversas: las jefas de hogar, las forzadas a serlo, las niñas madres, las que tienen doble y triple carga, las madres lesbianas que son estigmatizadas; las que demandan paternidad y alimentos, las que el patriarcado necesita abnegadas, las que esperan en las salas de hospitales o acunan a sus bebés en la espalda o en el charolito en que venden caramelos...

Las madres “proletarias” -en palabras de Paúl Preciado, aquellas que crían hijos/as ajenos: pobres, racializadas, esclavas domésticas, a quienes se despoja de las criaturas que han amado como propias- o las abuelas-madres, que nunca descansan.

El Día de la Madre, como toda conmemoración internacional, es un monumento al remordimiento que aprovecha el capitalismo para compensar que el cuidado y la reproducción de la vida no están en el centro de las políticas públicas ni de las leyes ni del pensar cotidiano y familiar como prioridades.

La sobrecarga de trabajos y la ausencia de descansos se maquillan con los regalos del patriarcado que son como las rosas que se reparten por el Día de la Mujer: distractores que vacían de contenido político a una fecha en que debemos denunciar la deuda social con las madres.

Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Censo (INEC) el número de madres en el país alcanza casi los cuatro millones. De ellas, cuatro de cada 10 están casadas y dos de cada 10 son jefas de hogar.

Además, el 54,6% de ellas depende económicamente, la mayoría realiza quehaceres domésticos. El 64% no aporta ni tiene afiliación al Seguro Social.

El 25% de las mujeres sin hijos ha sufrido violencia, el 62% de las madres de cinco hijos y más la han vivido. Las mujeres dedican en promedio cuatro veces más tiempo que los hombres a actividades domésticas y de cuidado.

Mientras que en Europa la edad promedio de las madres rebasa los 30 años, según nacimiento de su primer hijo, en Ecuador la edad promedio es de 20 años y aumentan los embarazos precoces, consecuencia de la violencia sexual o de la ausencia de una educación sexual integral y el acceso a métodos anticonceptivos y aborto legal, seguro y gratuito.

Datos publicados por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia  (Unicef) en 2017 señalan que el 3,4 % de las madres ecuatorianas tiene entre 12 y 19 años. Es decir, 122.301 progenitoras son adolescentes.

La tendencia del parto de niñas desde los 10 hasta los 14 años se incrementó entre 2002 y 2010 en un 78%, producto de la violencia sexual (INEC, 2010).

Las madres adolescentes tienen menos años de educación y, por tanto, menos ingresos y más hijos.

En el Día de la Madre debemos recordar que la maternidad no tiene por qué ser sinónimo de abnegación, pobreza e inferioridad.

El cuidado de la vida es responsabilidad estatal, social, de las familias y las parejas, no de las mujeres. Apostemos por maternidades deseadas y responsabilidades compartidas. (O)