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En la zona, que pertenece a la parroquia itchimbía, viven CASI 34 mil habitantes actualmente

La Floresta, un barrio que guarda su aire residencial

En la década de los cincuenta, los  vecinos de La Floresta construyeron la iglesia y la pileta de la plaza central. Este sitio representa el ambiente residencial del sector y constituye el eje de la convivencia de los moradores. Santiago Aguirre/ El Telé
En la década de los cincuenta, los vecinos de La Floresta construyeron la iglesia y la pileta de la plaza central. Este sitio representa el ambiente residencial del sector y constituye el eje de la convivencia de los moradores. Santiago Aguirre/ El Telé
13 de abril de 2014 - 00:00 - Redacción Quito

El barrio La Floresta (centro-norte) fue conocido allá por la década de 1930 como ‘el pequeño Londres’, según contó Jaime Murillo (80 años) vecino del sector desde 1933. “Le decíamos así al barrio porque en las tardes bajaba la neblina cuando el aire frío del sur se mezclaba con el cálido del oriente y todo este sector se cubría de un manto blanco”, dijo Murillo.

La Floresta está considerada dentro del grupo de barrios emblemáticos de Quito, pues en su interior hay varias casas patrimoniales de más de 80 años de antigüedad, que fueron construidas con estilo neoclásico.

Estos inmuebles son, por lo general, de una sola planta, y tienen grandes ventanales y pórticos. Un elemento común en este tipo de viviendas son los patios y jardines decorados con flores y árboles frutales. En la actualidad, los edificios también son parte del barrio, muchos juntos y haciendo sombra a las casas antiguas del sector.

La planificación del sector como tal se inició en los años veinte. Antes, a finales del siglo XIX e inicios del XX, la ciudad empezó una lenta expansión al norte y La Floresta no estuvo exenta de este proceso.

Por ello, en ciertos sectores, se pueden observar aún algunos palacetes, como el que se encuentra en la calle Madrid; algo similar ocurrió en el sector La Mariscal, ubicado un poco más al occidente.

No obstante, hay una diferencia en la conformación de ambos, pues La Floresta fue poblada poco a poco por familias de clase media, al contrario de La Mariscal, que recibió a familias acaudaladas.

El primero de esos sectores nació donde hoy se encuentra el parque central y la iglesia, construidos hace más de 60 años. Antes de su edificación, en este sector se ubicaba solo una plazoleta de donde partían varias calles y al borde de las mismas se construyeron casas residenciales.

“Datos históricos indican que en la época de la Colonia, los españoles dieron el nombre de La Floresta a la zona, porque era un lugar lleno de flores. Luego, ya en la República, este barrio se constituyó como una gran hacienda.  A finales del siglo XIX, la familia de Laura Gómez de la Torre viuda de Urrutia fue la última dueña de la hacienda. Incluso la casa principal aún se conserva y se halla al interior de la Politécnica Nacional”, indicó Dolores Franco, presidenta del barrio.

A pesar del tiempo, el sector mantiene su esencia tradicional, puesto que en sus alrededores existe un sinnúmero de comercios como tiendas, zapaterías, sastrerías, panaderías, etc. Así mismo, los vecinos aún se conocen unos a otros, especialmente los que han vivido en el sector más de 50 años.

El Municipio catalogó al barrio como zona residencial 2. Esto implicó que se pueda compartir las residencias con el comercio local.

Por las características patrimoniales de la zona, el Concejo Metropolitano aprobó, en 2011 y por 10 años, el Plan Especial para La Floresta, que busca rescatar el aspecto patrimonial e histórico del sector, así como su potencial turístico y residencial.

El proyecto contempla la valoración y protección del patrimonio urbano y arquitectónico; el mejoramiento integral del espacio público; la integración de los equipamientos urbanos; mejoramiento del sistema vial; la movilidad en calles internas; ciclovías; señalización y arborización.

Felipe Ramos (22 años), quien es colombiano y cursa el segundo año de una maestría en la capital, mencionó que La Floresta es el lugar ideal para vivir, pues tiene todo lo necesario, desde una panadería hasta sitios culturales donde divertirse la noche. “Es un pequeño mundo, donde se puede vivir en paz, porque en las mañanas se vive el ambiente de barrio y en las noches, la música, la danza o una buena película te invitan siempre a salir de casa. Me gusta este lugar, por esa sensación de residencia que te ofrece a toda hora, algo que ya se perdió en La Mariscal”, señaló Ramos.

Pero de hecho, La Floresta no solo tiene un aire residencial pues, desde hace algo más de una década, el sector se constituyó en un espacio cultural. Y para comprobarlo basta recorrer  calles como la Madrid, Toledo y Coruña, entre otras, para descubrir o reencontrar sitios que encierran arte, música, literatura, gastronomía nacional e internacional y más.

Esto genera convivencia entre los nuevos y antiguos moradores del barrio, que actualmente tiene unos 34 mil habitantes.

No obstante, los moradores tradicionales de la zona reconocen que sienten molestia porque el boom inmobiliario vivido cambió la estructura urbana de La Floresta y ahora, edificios de 5, 6, 7 pisos o más son parte del entorno.

Según la página web del Archivo Móvil de La Floresta “el barrio permaneció tranquilo y con sus propias costumbres de convivencia hasta el principio del año 2000, pero su ubicación estratégica (limita con las avenidas 12 de Octubre, Coruña y Ladrón de Guevara), hizo que empresas inmobiliarias ansíen el lugar. Un 20% de las casas fue derrocado y en su lugar se hicieron edificios modernos. Esto constituyó una enorme presión para sus habitantes y nuevas dinámicas empezaron a surgir”.

“Queremos que la imagen del barrio no cambie y como vecinos lucharemos y nos organizaremos para proteger a nuestro querido sector”, comentó Elena Falconí, presidenta del barrio quien vive en la calles Guipúzcoa. La mujer es conocida por todos los vecinos, pues no hay ningún morador que no haya requerido sus servicios como enfermera.

Falconí añadió que los habitantes no se oponen al desarrollo, pero que sí piden que se respeten las ordenanzas que especifican que se trata de un barrio residencial 2, lo que implica que las construcciones no deben superar las 4 plantas.

Una muestra de la tenacidad de los vecinos de La Floresta sobre este tema es la postergación, lograda en 2013, de la construcción de un edificio que se encuentra junto a la iglesia. “Esta iglesia es patrimonial y la construimos los vecinos. Como se sabe, parte del convento es el cementerio donde descansan nuestros padres, abuelos y más seres queridos. Ahora se pretende construir este edificio a su lado, pero no lo permitiremos, pues  las consecuencias ya las empezamos a sentir: hay mucha humedad y están proliferando bacterias y hongos en las criptas”, aseguró la dirigente de la zona.

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