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El Telégrafo
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La mayor falencia a la hora de su implementación fue la falta de infraestructura adecuada para acoger al otro sexo

La enseñanza de hombres y mujeres en las mismas aulas es un símbolo de igualdad

La solidaridad y el respeto son algunos de los valores que los alumnos de los colegios mixtos han aprendido. Archivo / El Telégrafo
La solidaridad y el respeto son algunos de los valores que los alumnos de los colegios mixtos han aprendido. Archivo / El Telégrafo
16 de noviembre de 2014 - 00:00 - Sandra Castillo. Colegio Eugenio Espejo

En las aulas del colegio Eugenio Espejo se puede apreciar, hoy en día, la educación entre hombre y mujeres.

Este cambio, al inicio, fue un poco desconcertante para algunos alumnos, mientras que otros lo tomaron con total naturalidad.  

Cada personas tiene puntos de vista diferentes sobre el tema, pero de algo que los jóvenes deben estar seguros es que con este método educativo aprenderemos los unos de los otros, creando un entorno de respeto y tolerancia.

“Aprendemos a ser más afectuosos y amables”, es la opinión de varios alumnos del colegio; además, son valores que han aprendido los alumnos en sus aulas, sobre todo con sus compañeras.

Por tanto, decimos que la coeducación va más allá de la educación mixta, pues lo que en realidad busca es crear valores y espacios de interrelación.

En su mayoría, los cambios que trajo consigo la coeducación han sido positivos, aunque los colegios no se encontraban preparados para un cambio tan importante, sobre todo, en su infraestructura. Además, dejó un poco de lado lo tradicional de los colegios.

Igualdad es la palabra que mejor define a la coeducación. Alumnos y maestros se están adaptando a este método educativo que ha traído a las aulas valores de condescendencia, respeto y armonía, dejando atrás la discriminación.

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