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El Telégrafo
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Hábitat III insistió en eliminar las exclusiones

La eliminación de asentamientos informales es una de las deudas pendientes de los Hábitat anteriores.
La eliminación de asentamientos informales es una de las deudas pendientes de los Hábitat anteriores.
Foto: Daniel Molineros / El Telégrafo
21 de octubre de 2016 - 00:00 - Redacción Quito

Representantes de 193 países aprobaron anoche, en la Casa de la Cultura, la Declaración de Quito sobre Ciudades Sostenibles y Asentamientos Humanos para Todos.    
El documento establece los compromisos derivados de las discusiones previas a la conferencia internacional Hábitat III de la ONU, que concluyó ayer en la capital. El documento fija, básicamente, como ejes de acción, metas en el plano económico, social y medioambiental.

Entre las páginas 6 y 12 del documento se define el Plan de Quito para la implementación de la nueva agenda urbana mundial. El primer objetivo es el establecimiento de un desarrollo urbano sostenible para lograr la inclusión social y terminar con la pobreza.

Para ello, en el numeral 25 de la Declaración se reconoce que “la erradicación de la pobreza en todas sus formas y dimensiones, incluida la extrema pobreza, es el mayor desafío global y un requerimiento indispensable para alcanzar el desarrollo sostenible”.

Apunta también que las diferentes expresiones de la pobreza, incluida la creciente existencia de asentamientos humanos informales y barriadas, afecta no solo a los países en vías de desarrollo sino también a los desarrollados.

La transformación de las zonas irregulares de las ciudades en barrios formales es una deuda que lleva pendiente 40 años. La meta se estableció en la declaración firmada en Vancouver (Canadá) tras la realización de la primera de las conferencias ‘Hábitat’.

El tema fue ratificado en el segundo encuentro internacional sobre desarrollo urbano, que tuvo lugar en Estambul, la capital de Turquía, del 3 al 14 de junio de 1996.

Una de las propuestas para superar esta situación es atacar la pobreza multidimensional a través del establecimiento de una mejor planificación urbana y la dotación de servicios básicos junto con políticas de desarrollo que promuevan la cohesión social, la equidad e inclusión.

El documento resume estas ideas en la necesidad de que “nadie sea dejado atrás” y establece el compromiso de compartir de manera igualitaria las oportunidades y beneficios que la urbanización ofrece sin distingo de género, raza, edad, etc.

Estos planteamientos fueron criticados por Jean Sanz, concejala de Barcelona (España).

Sanz, quien intervino la tarde del miércoles en la mesa sobre ‘Estrategias Urbanas Espaciales, Mercado y Segregación’, apuntó que las metas sobre inclusión planteadas le parecen “demasiado débiles y carentes de concreción”.

Como segundo compromiso, Hábitat III plantea la distribución de la prosperidad urbana y el ofrecimiento de oportunidades para todos los habitantes de las ciudades.

En su artículo 43, la declaración señala al respecto que “el crecimiento económico sustentable e inclusivo basado en el empleo pleno y productivo es clave para el desenvolvimiento territorial y urbano”.

Del mismo modo, se establece como un agente de desarrollo económico que debe ser potenciado la integración de los espacios urbanos y rurales.

Sobre esto, Thomas Campel, de la organización OLG, señala que se debe comprender el papel que cumplen las áreas campiranas como proveedores de productos y sustentadores de la ciudad.

Para lograr estas metas, tal como ocurre sobre otras temáticas, las naciones participantes en la conferencia plantean la necesidad de coordinación entre los poderes internacionales, nacionales y locales. Así mismo, la conferencia plantea en su declaración final la necesidad de establecer un desarrollo urbano medioambientalmente sostenible y resiliente.

Al respecto, se responsabiliza de los riesgos que enfrentan actualmente las urbes en relación con el clima “a los insostenibles niveles de consumo y a los modelos de producción que llevan a la pérdida de la biodiversidad y a la contaminación ambiental”.  

Una alternativa propuesta es el aprovechamiento de la tecnología para lograr una producción más limpia.

De manera específica se prevé que en los 20 años que tendrá de vigencia la nueva agenda urbana se apliquen políticas de manejo sustentable de los recursos en las ciudades y asentamientos humanos. También se insiste como uno de los elementos de manejo medioambiental sostenible reducir las emisiones contaminantes y reestablecer el equilibrio del aire.

La Declaración de Quito, sin embargo, no establece en qué parámetros deben aplicarse dichas medidas y se limita a establecer las soluciones de manera declarativa.

En cuanto al tema de la preparación de las urbes para afrontar y recuperarse de crisis o desastres (resiliencia), la propuesta apunta a la creación y mantenimiento de redes bien conectadas y distribuidas de espacios verdes y públicos. (I)   

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