Si bien no todos los países de América Latina y El Caribe han realizado  censos en esta década, ya se cuenta con  información en la mayoría de ellos, lo que permite tener una noción sobre la magnitud de la población que supera los 60 años y presenta algún tipo de discapacidad.

De acuerdo con los resultados de los censos de 2010 en 8 países latinoamericanos, 41 de cada 100 personas mayores experimenta algún tipo de discapacidad. La incidencia en las mujeres es más elevada que en los hombres y alcanza el 43%, mientras que entre ellos el porcentaje es del 38,8%.

 La discapacidad es una condición que recorre toda la estructura por edades de la población, y no solo es consecuencia del envejecimiento. El riesgo de sufrirla se incrementa en las edades muy avanzadas, 75 años y más.

En Brasil, por ejemplo, la incidencia de la discapacidad es del 76,4% en este segmento etario, y disminuye en un 18% en el de 60 a 74 años.

 En Ecuador, el 31% de las personas de las edades más avanzadas tiene alguna discapacidad, 2 veces más que entre las de 60 a 74 años, y en la República Dominicana se repite la misma situación: 58,7% de incidencia en las edades muy avanzadas y 39,4% en el grupo de 60 a 74 años.

Las mujeres de 75 años y más son las más afectadas. En Brasil, el 77,8% de las mujeres más longevas experimenta alguna forma de discapacidad, y en la República Dominicana la cifra alcanza el 61,3%.

El tipo de discapacidad más prevalente en el Brasil y Panamá son las limitaciones en la visión, con tasas de 477 y 202 personas  por cada 1.000, respectivamente. Cifras consideradas altas y que deben ser motivo de programas de atención estatal.

No ocurre lo mismo en México y  Ecuador, donde las limitaciones de la movilidad son las más frecuentes, y afectan a 189 y 108 personas mayores por cada 1.000, respectivamente.

En el Uruguay y Costa Rica las diferencias entre ambos tipos de discapacidad no son tan pronunciadas.

 Si este mismo análisis se realiza considerando la variable sexo, se observa que en Costa Rica, México y  Uruguay las limitaciones de la movilidad son más prevalentes en las mujeres que en los hombres: 385, 218 y 174 mujeres mayores afectadas por cada 1.000, respectivamente.

En conjunto, la prevalencia de este tipo de discapacidad en estos 3 países es 1,4 veces superior entre las mujeres mayores que en relación a los hombres del mismo segmento de población.

Este panorama constituye un asunto que merece la máxima atención desde la perspectiva de la política pública, porque es sabido que la discapacidad se interseca con la condición de género así como con la clase social, incrementando el riesgo de desigualdad en las edades avanzadas. En efecto, junto con la edad, la discapacidad también está estrechamente relacionada a situaciones de pobreza.

En Brasil, una investigación mostró que las personas mayores del estrato de ingreso más desaventajado tienen niveles más altos de discapacidad y obtienen en menor medida medicamentos y ayudas de prótesis y órtesis.