Publicidad

Ecuador, 16 de Junio de 2025
Ecuador Continental: 12:34
Ecuador Insular: 11:34
+593 98 777 7778
El Telégrafo
Ecuado TV
Pública FM
Ecuado TV
Pública FM

Publicidad

Comparte

Toaquiza corre entre la ilusión y el desencanto

Carmen Amelia entrena en El Boliche, a más de 3.000 metros de altura, cerca a Romerillos.
Carmen Amelia entrena en El Boliche, a más de 3.000 metros de altura, cerca a Romerillos.
-

Tal vez debería estar atravesando una pista de pentatlón, aprendiendo a disparar un fusil, pensando en lo contentos que estarían sus padres al verla con el uniforme de camuflaje. Pero eso no la llena.

Su pasión por el atletismo la lleva todos los días a entrenar en la pista Los Chasquis, en El Chaquiñán o en el parque El Boliche, al pie del nevado Cotopaxi.

¿Quién es Carmen Toaquiza? ¿Quién quiere ser Carmen Toaquiza? Las respuestas son varias: campeona sudamericana y panamericana de cross country; la chica frustrada que no ingresó al nuevo Plan de Alto Rendimiento. Una hija a quienes los padres no apoyan porque no ven futuro en lo que hace. 

A sus 22 años, Carmen Amelia entra en una disyuntiva: seguir en una actividad donde los logros deportivos no le representan el reconocimiento esperado o darle gusto a su familia ingresando al Ejército para convertirse en oficial.

Mira hacia atrás. Era más fácil cuando de niña o adolescente sus responsabilidades se centraban en ayudar a pastar las vacas o cuidar a sus hermanos menores y sobrinos. Ahora no, la adultez le exige ganar dinero para cubrir los gastos básicos y saciar esa ansiedad de colaborar con su familia.

La cocina de leña de su domicilio, el olor a sembríos de cebollas, los largos caminos hacia su natal Romerillos son melancolías que la impulsan a buscar un escenario más promisorio. Un lugar que el atletismo todavía no le brinda.

Ser campeona mundial, olímpica, son por ahora sueños sonámbulos, que caminan dormidos y se chocan contra cualquier cosa a la espera de un despertar más alentador.

“Poco a poco, Carmita vence la inmadurez”, dice Sandra Ruales, la exfondista que la incluyó en el club especializado formativo que lleva su nombre.

Conversa denotando sorpresa, la joven dejará la vivienda de sus padres y se instalará en la residencia de Concentracón Deportiva de Pichincha (CDP), entidad que le facilitará estudiar cultura física en el Instituto del Consejo Provincial de Pichincha, le brindará la alimentación y le dará un incentivo mensual de $ 75.

Sandra no sale de su asombro, desde el año pasado le sugiere vivir fuera del primer hogar, luchar por lo que quiere; la indecisión, a criterio de la instructora, es el peor defecto de su alumna. Ahora, al parecer, ya tiene más claros sus propósitos.

De aquel titubeo también habla Washington Latta, el entrenador que la descubrió en la Unidad Educativa Aloasí (Machachi), en donde la exponente alcanzó el bachillerato.

Carmita cursaba el último año de la secundaria, tenía 18 años, pero se escondía cuando el profesor la buscaba para ir a las prácticas, prácticas que demoró un año en formalizar, luego de que le pidieran integrarse al club Sandra Ruales.

Proveniente de una familia humilde, en la que su madre, Carmen Amelia Iza Sánchez, y su padre, José Alejandro Toaquiza Pila, no conocen mucho acerca del atletismo, ella nada contra corriente para cristalizar sus anhelos de podio.

A Chocabamna
Ninguno de sus hermanos: Miriam (25 años), Ana Lucía (23 años), Luis Miguel (19 años), Wilson Alejandro (16 años), se han inclinado por el deporte. Quién sabe si la pequeña Gloria Maribel (4 años) lo haga.

Con ese panorama, saltando decepciones, la joven se dará una última oportunidad: clasificar a los Juegos Sudamericanos 2018 que se celebrarán en Cochabamba (Bolivia), del 26 de mayo a 8 de junio.

Se alistará para las lides de pista en 5.000 y 10.000 metros; si accede a las justas y se adjudica una medalla de oro, aspira a ser incluida en el Plan de Alto Rendimiento. Pero si no es tomada en cuenta para las ayudas económicas, colgará las zapatillas y buscará enlistarse en la Escuela Superior Militar.

Latta opina que su discípula merece estar en el Plan de Alto Rendimiento; no entra porque el cross country no es una brega olímpica.

Por su carácter solidario, desde pequeña fecundó en ella la idea de trabajar y apoyar a sus progenitores; siente que a los 22 años ya debe producir, no ser una carga ni depender de nadie.

Y es que en casa la plata no alcanza. Lo poco que don José Alejandro percibe por manejar tractores y volquetas en una hacienda le impide cubrir los rubros que Carmen Amelia genera.

Siempre fue generosa, cuando obtiene efectivo por quedar entre las primeras de alguna prueba pedestre, suele comprarse ropa y regalar cosas a sus amigos del club, como las zapatillas que le obsequió a Melanie Rivera (16 años), a quien ve como una hermana menor.

En los estudios ha sido bastante responsable, aunque materias como matemáticas o inglés no le agradan, se esmeró por aprobarlas y no darles dolores de cabeza a sus padres. Esos recuerdos están calientitos en la mente de Javier Vega, inspector general (e) del colegio Aloasí.

La ‘Cuysita’, como le apodan sus compañeros, se abre espacio en la élite de la actividad física nacional, un sitio que no quiere dejar vacío ante la presión de la necesidad. (I)   

Publicidad Externa

Ecuador TV

En vivo

El Telégrafo

Pública FM

Social media