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Entrevista / jefferson pérez / exmarchista ecuatoriano

“A Ecuador no lo pueden señalar por usar sustancias prohibidas”

“A Ecuador no lo pueden señalar por usar sustancias prohibidas”
24 de enero de 2015 - 00:00 - Miguel Suárez

Al exmarchista cuencano Jefferson Pérez no le quita el sueño el hecho de recibir o no la presea dorada de los Juegos Olímpicos de Pekín. Le molesta que no se pueda restituir el dolor y las lágrimas que derramaron los cuencanos en 2008, cuando lo vieron cruzar la meta en segundo lugar, detrás del suspendido marchista ruso Valeriy Borchin.  

¿Cuál es su pedido tras la sanción contra Valeriy Borchin?

No tengo reclamos. Empecé a practicar deporte de alto rendimiento por una simple razón: porque creí y creo en el juego limpio, en el deporte transparente. Cuando me retiré en 2008 lo hice feliz, porque nunca me señalaron ni dudaron de los resultados de Ecuador. No estoy reclamando nada. Si la Asociación Internacional de Federaciones de Atletismo (IAAF) decide que Ecuador se merece la segunda medalla de oro olímpica, bienvenida sea, pero más importante es que nunca se nos señalará por haber usado sustancias prohibidas.     

¿Le entusiasma la idea de contar con otro oro olímpico?

Para el país es positivo sumar otra presea dorada. En las estadísticas y ranking de los Juegos Olímpicos, avanzaríamos a un sitial interesante en el medallero. Pero no se puede esconder que hay países que poseen gran cantidad de medallas olímpicas, pero las han ganado gracias al uso de sustancias no permitidas. Si las asociaciones internacionales deciden, por el bien del deporte mundial y para  proteger a los deportistas que practican el juego limpio, que se realice la redistribución de medallas, qué bueno por todos los atletas que lo consiguieron; pero si no se lo hace, estoy tranquilo y contento porque hice mi mayor esfuerzo por el país y de una manera íntegra.    

¿Le apena todo lo que ocurre con los casos de dopaje de los atletas?

Sí. Pero con el tema de las medallas me gusta hacer un símil: almuerzas a las 13:00 y te ofrecen que tu próxima comida será un banquete con todos tus platillos favoritos, pero al día siguiente, a las 22:00, ya no es lo mismo. Me sucede algo parecido. Me entristece el dolor que se generó en niños y adultos que acudieron a la medianoche al coliseo de Cuenca, para ver el evento en Pekín. ¿Cómo borramos las lágrimas en esas mejillas? Para mí es secundario si nos otorgan o no el oro olímpico.  

¿Qué recuerda de la competición en Pekín?

Hubo algunas situaciones extrañas. Para las pruebas de marcha se puede competir en asfalto o en sintético. Pero en China el piso era de mármol y en pruebas anteriores se lesionó el 80% de los deportistas. Los organizadores colocaron una superficie sintética de la mitad del grosor establecido.

Con las altas temperaturas del verano, las uniones del sintético se levantaron. Esa situación nos perjudicó a los marchistas pequeños; es bueno para la técnica,  pero en esa prueba tuvimos que levantar el pie 2 centímetros en cada paso y tras dar 16 mil pasos nos pasó factura. Tuve un tirón del cuádriceps femoral por el esfuerzo adicional. Jamás perdí de vista a Borchin, pues llegué 15 segundos detrás de él, pero cuando me esforcé por acercarme, no pude, por el tirón muscular. Ahora entendí que no fue solo por la ruptura de mi músculo que terminé segundo, sino que hubo otro producto en medio de él y yo que generó su distanciamiento.    


¿Le frustra que Borchin haya participado con ventaja?

La enseñanza que me deja esta situación es que tengo que continuar dialogando con los jóvenes para que se alejen de las drogas. Porque el dopping no es más que una droga. Por más que crean que con esas sustancias se puede pasar mejor, a la larga, la vida te pasa factura. En un examen es mejor sacar una mala nota que copiar y obtener 100 sobre 100. Ese es mi único reclamo: gritar a los 4 vientos para que los jóvenes se esfuercen de manera honesta y transparente.

Tras la plata olímpica se produjo su retiro. ¿Si conseguía oro habría continuado?

No. Había tomado la decisión de retirarme en 2008. Mucha gente no creyó que iba a parar, pero lo hice. Es similar a un bufé en el que te comes 2 o 3 platos y el dueño de casa te ofrece más comida, pero igual dejas de comer porque estás satisfecho. Y en el deporte me sucedió eso. Estuve complacido con lo que hice. Además, tenía problemas de lesiones y quería estudiar mi maestría y dedicarme a mi fundación, que estaba descuidada. Luego de ganar el oro en el Campeonato del Mundo en Osaka 2005, me preguntaron qué busco si ya gané 2 torneos mundiales y les dije que yo no persigo medallas, sino que estoy en búsqueda de la excelencia.

¿Conserva sus medallas en algún rincón especial de su hogar?

Están empacadas en cartones, guardadas en la bodega que tengo en casa. Hay un proyecto para hacer un museo del deporte olímpico ecuatoriano, en el que se destaque a todos los atletas nacionales que clasificaron a los Juegos Olímpicos.
Espero que se materialice en un par de años y allá irán mis preseas. Fuera de mi casa era un peleador, un luchador sobre la pista, pero dentro de ella mi mamá me decía que barriera y yo lo hacía sin problemas. En mi hogar soy el hijo, el hermano y el tío, por ello no hay medallas ni trofeos. Lo único que tengo son 2 fotografías de alguna premiación.

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