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Un siglo después, la sombra del gas mostaza sigue en el Rif marroquí

Cadáveres esparcidos tras el Desastre de Annual (imagen es de 1925).
Cadáveres esparcidos tras el Desastre de Annual (imagen es de 1925).
Foto: wordpress.com
10 de julio de 2017 - 00:00 - Agencia AFP

Es una de las viejas heridas del Rif. Un siglo después de los bombardeos químicos por parte del colonizador español en el norte de Marruecos, algo que Madrid nunca reconoció de manera oficial, los habitantes afirman que todavía sufren las secuelas, con un nivel de cáncer elevado.

Ocurrió en 1925, al día siguiente de la segunda derrota registrada por España frente al jefe de la rebelión, Abdelkrim El Jattabi en el Rif, una región históricamente rebelde con el reino. El norte de Marruecos era en aquel momento un protectorado español, mientras que el resto del país estaba ocupado por Francia.

Temiendo que las proezas de Jattabi amenazaran sus afanes coloniales, ambos países formaron una coalición para atajar la resistencia rifereña. En ese contexto, España empleó contra el Rif armas químicas -gas mostaza- aportadas por Alemania, forzando a los insurgentes a capitular.

Estos hechos fueron establecidos por numerosos historiadores, como el británico Sebastian Balfour o el español Angel Viñas. Pese a ello nuna han sido reconocidos por los países involucrados, empezando por España, cuyos diputados rechazaron en 2007 un proyecto de ley sobre posibles compensaciones económicas individuales a los descendientes de las víctimas de los bombardeos.

El veneno tras la guerra

Casi un siglo después, algunos habitantes de Alhucemas, ciudad ubicada en el corazón del Rif sacudida por un movimiento de protestas hace ocho meses, aseguran que todavía padecen las consecuencias del gas mostaza.

Este “sentimiento es muy fuerte entre los habitantes”, confirma   Mohamed Budra, alcalde de la ciudad y médico radiólogo.

“¡Pregunten a quien sea, verán que hay alguien de su entorno que murió de cáncer!”, comenta Tufiq, de 20 años, recepcionista en un hotel de Alhucemas. “El veneno de la guerra corre por nuestras tierras y por la sangre de nuestros parientes”, agrega su colega Adil.

Uno de los primeros que defendió esta hipótesis es el actual presidente de la región, Ilyas El Omari, que a finales de 1990 fundó la Asociación para la Defensa de las Víctimas de la Guerra del Rif. 

“La relación de causa-efecto con el gas mostaza ha sido establecida por numerosos expertos”, indica El Omari. Algunos historiadores e investigadores defienden que hay una relación de causalidad entre el gas mostaza y la supuesta alta tasa de cáncer en la región, cuyas nuevas generaciones estarían predispuestas genéticamente a contraer esta enfermedad.

Pero “ningún estudio ha demostrado hasta ahora” esta hipótesis, advierte el ministro de Salud, El Hucine Luardi, agregando que su departamento inició un estudio sobre esta cuestión, cuyos resultados deberían publicarse “en una decena de días”.

No poseen los medios suficientes

Desde que comenzaran las protestas en octubre, la población reclama la construcción de un hospital de oncología, pues los enfermos de cáncer afirman que se desplazan a Rabat, Fez o Casablanca para recibir tratamiento.

“Uno de mis vecinos murió por cáncer de sangre. Pese a sus medios limitados tomaba el avión a Casablanca una vez al mes para (someterse a) la quimioterapia”, cuenta Mehdi, un vecino.

“Otro murió hace unos meses de  cáncer de estómago. Una vez al mes, alquilaba una ambulancia para ir a Fez, donde nunca lo atendieron por falta de espacio”, lamenta.

Aunque Alhucemas cuenta con un centro de oncología desde 2008, este solo “cumple su papel parcialmente, por falta de equipos”, admite el alcalde local. (I)

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