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El Gobierno garantiza protección al proceso de paz

Reino Unido se opone a introducir controles en la frontera con Irlanda tras el Brexit

Vehículos cruzan el control en la frontera del condado Donegal (República de Irlanda) con Irlanda del Norte.
Vehículos cruzan el control en la frontera del condado Donegal (República de Irlanda) con Irlanda del Norte.
Foto: AFP
17 de agosto de 2017 - 00:00 - Leonardo Boix, corresponsal en Londres

El Gobierno británico se opuso a la creación de puestos fronterizos entre Irlanda del Norte y la República de Irlanda tras el Brexit, al dar a conocer su posición en un nuevo documento.

Las autoridades de Reino Unido se mostraron a favor de una nueva relación aduanera entre ambas Irlandas, con controles e inspecciones más ágiles, una vez que el país abandone la Unión Europea (UE).

Una vez hecho efectivo el Brexit en marzo de 2019, Irlanda del Norte será la única parte de Reino Unido que tendrá frontera terrestre con un país miembro de la UE.

El manejo futuro de esa frontera es un tema muy espinoso en las negociaciones por la salida del bloque comunitario, ya que el Gobierno británico quiere evitar regresar a los conflictos sectarios que afectaron a Irlanda del Norte por décadas.

Además, se trata de una de las tres prioridades establecidas entre Londres y Bruselas por el Brexit, junto a la llamada ‘factura del divorcio’ y al estatus de más de tres millones de ciudadanos europeos que residen en Gran Bretaña.

Reino Unido exporta anualmente a la República de Irlanda bienes por un valor de 13.600 millones de libras esterlinas ($ 17.510 millones), en tanto que las importaciones de Irlanda rondaron en 2016 las 9.100 millones de libras ($ 11.710 millones).

Más del 80% del comercio fronterizo entre las dos Irlandas se da entre pequeños y medianos negocios.

El documento dado a conocer ayer por el Gobierno británico explica que de ninguna manera se buscará crear puestos fronterizos entre las dos Irlandas.

También reiteró su deseo de mantener la Common Travel Area, una zona libre de pasaporte que comprende las islas de Irlanda, Gran Bretaña, la Isla de Man y las Islas del Canal; como también los derechos de los ciudadanos de Reino Unido e Irlanda. El Gobierno se comprometió, además, a mantener vigente el Acuerdo del Viernes Santo (1998), que puso fin al Conflicto de Irlanda del Norte.

Tanto las autoridades de Reino Unido como las de la República de Irlanda indicaron su rechazo a la creación de puestos fronterizos, aunque la situación podría complicarse una vez que Londres abandone la unión aduanera de la UE.

Dos de las opciones que maneja el Gobierno británico es un nuevo acuerdo común entre Gran Bretaña y la República de Irlanda, o un acuerdo aduanero reestructurado.

La primera opción no llevaría a cambios radicales entre ambos países y mantendría los acuerdos existentes, sin frontera aduanera.

La segunda opción podría incluir dispensaciones para declaraciones aduaneras, membresía de la Convención de Tránsito Común para ayudar a las compañías irlandesas y norirlandesas a transportar bienes entre ambos países, un nuevo acuerdo de negocios confiables para grandes empresas y una excepción comercial fronteriza que excluiría de controles aduaneros a pequeños comerciantes.

El documento también desestimó la opción de controles aduaneros en el Mar de Irlanda, al considerar que sería “económica y constitucionalmente inviable”.

En todo caso, reconoció que cualquier opción deberá ser negociada con la UE, y dijo estar esperanzado con que la frontera entre el bloque comunitario y Reino Unido “sea lo más armonizada posible”.

Tras el anuncio, el secretario británico para Irlanda del Norte, James Brokenshire, rechazó la posibilidad de que la UE se niegue a facilitar la propuesta de Reino Unido. “Si uno se fija en lo que dijo Michel Barnier (el principal negociador de la UE para el Brexit) es posible deducir que existe un claro interés por parte de la Unión Europea para alcanzar un acuerdo sobre la cuestión fronteriza entre las Irlandas”, afirmó Brokenshire. Y agregó que existe un objetivo compartido al respecto.

Por su parte, un portavoz oficial del Gobierno en Dublín dio la bienvenida al documento británico, que calificó de “útil y a buen tiempo”, ya que clarifica la estrategia de Reino Unido. “Proteger el proceso de paz es crucial y no debe volverse moneda de cambio en las negociaciones por el Brexit”.

El portavoz dijo que las autoridades en Dublín analizarán en detalle las propuestas para discutirlas con la Comisión Europea y con Michel Barnier.

Sin embargo, el parlamentario laborista Conor McGinn acusó al Gobierno británico de ser “vago y peleador”. “Estas propuestas no tienen muchos detalles. No dan cuenta de cómo se logrará una frontera armonizada y sin fricciones tras la salida de la UE. Tampoco dan garantías a la población por el impacto que el Brexit tendrá en Irlanda del Norte”, sostuvo el legislador opositor. (I)

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