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Los familiares de soldados muertos no descartan denuncias contra el exjefe del gobierno británico
Reino Unido promovió una guerra contra Irak con base en información falsa
El exprimer ministro británico, Tony Blair, lanzó la guerra de Irak en marzo de 2003 bajo premisas falsas y engañosas, tras un acuerdo secreto con el entonces presidente estadounidense, George W. Bush, con quien años antes había planeado derrocar a Saddam Hussein.
Esa fue una de las conclusiones del Informe de Irak, investigación encabezada por el exfuncionario John Chilcot y que incluyó más de 2,6 millones de palabras.
El documento acusó de forma categórica a Blair por falta de planeamiento y engaños sistemáticos previo al conflicto iraquí, y agregó que Gran Bretaña se sumó a la invasión estadounidense de Irak “antes de agotar todas las opciones pacíficas para el desarme”.
Chilcot indicó que la decisión del Reino Unido de atacar y ocupar un Estado soberano por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) fue “de gravedad ulterior”. “Hemos concluido que Gran Bretaña decidió unirse a la invasión de Irak antes de que se agotaran todas las opciones pacíficas de desarme. La acción militar por entonces no era el último recurso”.
El reporte de 12 volúmenes, que tardó 7 años en ser finalizado, destaca que la “autoconvicción” de Blair fue un factor central en la decisión de llevar al país a la guerra. Chilcot sostuvo en el documento que en el futuro ningún Gobierno británico debería poder lanzar una guerra “sin objetivos claros ni un plan de estrategia detallado”.
El documento criticó duramente la forma como Blair justificó la decisión de lanzar una guerra contra Irak. Explicó que el dossier, publicado en septiembre de 2002 y utilizado por Blair ante la Cámara de los Comunes para justificar su decisión de ir a la guerra, no apoyaba el argumento de que Irak contaba con un creciente programa de armas químicas y biológicas.
El reporte agrega que el entonces jefe del Partido Laborista falló en anticipar las desastrosas consecuencias de la guerra, que incluyeron más de 150.000 iraquíes muertos, la mayoría civiles, y al menos 200 británicos fallecidos, entre ellos 179 soldados.
La guerra de Irak terminó con más de un millón de iraquíes desplazados y llevó a una violencia sectaria con miles de muertos y heridos. “La población de Irak ha sufrido enormemente”, dijo Chilcot en Londres, durante la presentación del documento.
Aunque el informe no concluyó si la guerra fue legal o no, sí destacó que los fundamentos legales por los cuales Blair decidió lanzar la invasión “no fueron satisfactorios”.
De acuerdo con Chilcot, el entonces fiscal general, lord Peter Goldsmith, debió presentar previo a la invasión un escrito sobre la legalidad de la guerra.
Goldsmith le dijo a Blair que un conflicto bélico con Irak requeriría de una segunda resolución del Consejo de Seguridad de la ONU, aunque cambió de parecer tras una visita a Washington en marzo de 2003, y luego de una serie de reuniones que mantuvo con funcionarios de la administración Bush.
El Informe de Irak, que contó con un resumen de 145 páginas, concluyó, entre otros puntos, que no había una amenaza inminente de Saddam Hussein; que debería haberse optado por una estrategia de contención en lugar de la guerra; que los peligros por las supuestas armas de destrucción masiva de Irak no fueron justificados; y que a pesar de las advertencias explícitas, las consecuencias de la invasión fueron subestimadas.
Agregó que el planeamiento y las preparaciones para un Irak después de Saddam Hussein fueron totalmente inadecuadas, que la política sobre Irak se basó en débiles análisis de inteligencia y que hubo “poco tiempo” para preparar las brigadas antes de ser enviadas a Irak. Chilcot destacó que el Gobierno británico falló a la hora de alcanzar sus objetivos.
Además de analizar el contexto de la decisión de ir a la guerra, el informe evaluó si las tropas estaban bien equipadas, cómo se dirigió el conflicto y qué planificación hubo para después de la invasión.
Incluyó detalles de documentos oficiales desclasificados, evaluaciones de inteligencia sobre la capacidad armamentística de Irak y correspondencia privada entre Blair y Bush, sobre el conflicto y las bases para una intervención militar.
El informe contiene una nota enviada por Blair a Bush el 28 de julio de 2002, el verano anterior a la invasión. “Estaré contigo, pase lo que pase. Pero este es el momento para evaluar francamente las dificultades”, le escribió Blair a Bush.
Blair acepta responsabilidad
Tras la publicación del documento, Blair emitió un comunicado en el que dijo que aceptará “todas las responsabilidades por los errores, sin excepciones ni excusas”.
El exprimer ministro aseguró que tomó la decisión “de buena fe” y en base a lo que, creía, eran los “mejores intereses” de Reino Unido.
“Creo que era mejor remover a Saddam Hussein y no creo que esta sea la causa del terrorismo que vemos hoy en Oriente Medio u otros lugares del mundo”, agregó el exmandatario. Sin embargo, los familiares de los soldados británicos muertos en Irak no descartan llevar ahora a Blair a los tribunales internacionales por crímenes de guerra.
“Hay un terrorista que el mundo necesita conocer y esa persona es Tony Blair”, afirmó la hermana de un soldado británico muerto en Irak, en una rueda de prensa con familiares de otros militares fallecidos en el conflicto iraquí.
La Cámara de los Comunes anunció que dedicará la semana próxima dos días para debatir profundamente el informe de Chilcot y sus consecuencias.
Mientras que, la directora de Amnistía Internacional (AI), Kate Allen, dijo que previo a la invasión de Irak, ese organismo ya había advertido de consecuencias terribles, con miles de civiles muertos y heridos, millones de desplazados de sus hogares y todo el país en caos”.
Allen consideró que los políticos y sus consejeros fallaron a la hora de evaluar las consecuencias en materia de derechos humanos por semejante operación militar, incluida la horrible violencia sectaria que siguió después y los horrores de la prisión de Abu Ghraib y casos como el de Baha Mousa.
Más de 150 testigos prestaron declaración para la elaboración del informe, entre ellos Blair y su sucesor Gordon Brown, como también políticos que estuvieron entonces en el poder, como el excanciller Jack Straw, el antiguo titular de Defensa Geoff Hoon, lord Goldsmith, además de militares, diplomáticos, funcionarios y estrategas.
Se calcula que el costo total de la investigación superó los 10 millones de libras esterlinas ($ 13 millones), la mayor cifra jamás destinada para una pesquisa independiente en el Reino Unido. (I)