En Estados Unidos existe la regla no escrita de que un expresidente no debe criticar a quien gobierna en la Casa Blanca. En América Latina se ha intentado imitar esta tradición, aunque en la mayoría de los países de la región los exjefes de Estado optan por no alejarse de la política y emiten sus opiniones con frecuencia. Hasta ahora, en Chile se había respetado esta idea, que acaba de romperse tras las intervenciones de Sebastián Piñera (2010-2014) la semana pasada y de Ricardo Lagos (2000-2006) este miércoles.

Aunque Piñera y Lagos lanzaron sus dardos desde veredas políticas opuestas y con fines distintos, ambos criticaron la gestión de la presidenta socialista Michelle Bachelet, en un hecho que ha generado un enorme revuelo en Chile. En el marco de un foro ante empresarios, Lagos emitió un duro diagnóstico: “Aquí, mis amigos, no hay problema financiero. Aquí falta decisión política”.

El expresidente de la Concertación centroizquierdista aludió así a la actual desaceleración de la economía chilena (el país crecerá un 3% en 2014), pero también a una serie de asuntos pendientes en materia de infraestructura. “Llevamos 8 años perdidos”, dijo Lagos, cuya gestión se recuerda precisamente por sus obras públicas, como la ampliación de la carretera que une a Chile desde Arica (norte) a Puerto Montt (sur), las modernas autopistas de Santiago y la ampliación del Metro (tren subterráneo).

Durante su gobierno, Lagos -exministro de Obras Públicas a comienzos de los 90-, entregó a privados la concesión de las carreteras con un sistema automático de pago que se conoce como ‘tag’. Los ‘tag’ son dispositivos que se colocan en los automóviles para evitar peajes y atascos vehiculares. Es decir, cuando un auto atraviesa un pórtico, se cobra una cierta cantidad que se paga después. Esto ha funcionado dentro de Santiago, pero para salir de la capital, aún existe el sistema de peajes, lo que produce gran congestión vehicular. Desde entonces, no se ha invertido en más autopistas.

En cuanto al Metro, otrora un orgullo de los santiaguinos pero que se ha transformado en una pesadilla por el alto volumen de personas que lo utiliza y también por fallas en el sistema, Lagos afirmó que “teníamos 40 kilómetros de Metro en el año 2000, terminamos con 89 kilómetros en el 2006 y dejamos hechos los hoyos para terminar los otros próximos 20 kilómetros. Pero desde esa época hasta hoy, hay unos cuantos hoyitos hechos, 8 años perdidos”. El expresidente aludió así no solo a la gestión del centroderechista Piñera, sino que también al primer gobierno de Bachelet (2006-2010). Eso sí, durante la gestión de Lagos quedó pendiente la red ferroviaria. Además, Lagos acusó problemas en la relación entre lo público y lo privado.

“En sintonía”

Las palabras de Lagos dolieron en La Moneda. Aunque el gobierno intentó bajarle el perfil, se optó por intentar transmitir el mensaje de que Bachelet estaba en sintonía con las quejas de Lagos. “Todos conocemos la pasión del presidente Lagos por la infraestructura y todos compartimos la necesidad de una amplia alianza pública o privada para avanzar y estamos en completa sintonía”, afirmó el vocero presidencial Alvaro Elizalde.

El gobierno aprovechó la ocasión para anunciar un plan de inversiones de $ 28.000 millones, poniendo énfasis en que de este monto $ 10.000 millones serán destinados a infraestructura. Pero los periodistas presentes durante la exposición del vocero de Bachelet insistieron en las críticas de Lagos y exigieron en una comparación con lo que ocurrió la semana pasada, cuando Piñera arremetió contra el gobierno de la Nueva Mayoría.

“Es evidente y el país sabe. Hay una enorme diferencia entre el expresidente Lagos y Sebastián Piñera. Si (Piñera) quiere pelear, que pelee solo. El presidente Lagos está hablando del futuro del país y, al igual que el gobierno, piensa en Chile. Sebastián Piñera piensa en Sebastián Piñera”, agregó el portavoz de Bachelet.

Piñera, que tiene ambiciones de regresar a la Presidencia en 2018, emplazó a Bachelet a ‘una profunda reflexión’ y además dijo que las reformas que lleva adelante la mandataria (educacional, tributaria y electoral) no cuentan con el apoyo de la sociedad chilena. “Desde el punto de vista de los resultados, merece que Chile detenga por un segundo la marcha y reflexionemos si estas reformas están conduciendo al país hacia donde quisiéramos. Porque el liderazgo está en conducir al país hacia donde los demás quieren estar. Y la falta de liderazgo es conducir el país hacia donde los demás no quieren estar”, aseguró Piñera, conocido por su incontinencia verbal y que dejó el poder recién en marzo.

El expresidente de la Alianza de centroderecha aludió así a las profundas reformas que lleva adelante Bachelet. Aunque las reformas tributaria y electoral ya superaron prácticamente todas las barreras legislativas, los cambios al sistema educacional siguen generando dudas y cuestionamientos, incluso desde los movimientos estudiantiles que desconfían del gobierno. Hasta ahora, el gobierno ha prometido gratuidad en la educación universitaria, mientras que en la secundaria se anunció el fin del lucro de todas las escuelas que reciben aportes del Estado, el fin del financiamiento compartido y el término a la selección escolar.

Las palabras de Piñera y Lagos se dan en un marco de un alza del desempleo, que hoy llega a 6,5% y que se espera suba a 6,7%. Además, la producción industrial cayó 1,1% en julio.