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Asamblea desestima una moción contra Macron

El exjefe de seguridad Alexandre Benalla (centro), con máscara antidisturbios de la Policía, agrede a un hombre en las protestas en París.
El exjefe de seguridad Alexandre Benalla (centro), con máscara antidisturbios de la Policía, agrede a un hombre en las protestas en París.
Foto: AFP
01 de agosto de 2018 - 00:00 - Agencias EFE y AFP

El primer ministro francés, Edouard Philippe, acusó a la  oposición de instrumentalizar el “caso Benalla” con el objetivo de perjudicar al presidente, Emmanuel Macron, a través de las dos mociones de censura presentadas contra el Ejecutivo. Una de ellas fue ayer rechazada. 

En el debate previo a la votación de esas dos mociones, Philippe defendió con fuerza la gestión que su gabinete realizó del escándalo desatado después de que “Le Monde” revelara que el exjefe de seguridad de Macron, Alexandre Benalla, golpeó a manifestantes en las protestas del 1 de Mayo haciéndose pasar por policía.

El primer ministro apuntó que “las tentativas de encausar al presidente solo tienen un interés político” y añadió que las mociones presentadas en la Asamblea Nacional por la centroderecha y la izquierda pretenden ralentizar el ritmo de las reformas.

“Los hechos están claros y no permiten a nadie hablar de una policía secreta o de alimentar teorías del complot”, dijo en un discurso a la ofensiva en el que recordó que ya se aplicaron sanciones, como el despido del propio Benalla, y que “habrá más en caso de que sea necesario”.

Tanto el presidente del grupo conservador Los Republicanos, Christian Jacob, como el jefe de filas de los diputados comunistas, André Chassaigne, recalcaron en sus intervenciones que el caso  está salpicado de mentiras, contradicciones y tratos de favor, por lo que pasó a ser un “asunto de Estado”.

“Su gobierno y particularmente su ministro del Interior no se atrevieron a parar esta deriva”, dijo Jacob a Philippe, precisando que presentó esta moción para escuchar las explicaciones pertinentes del Ejecutivo.

En una sesión con constantes aplausos y abucheos, Chassaigne alegó incluso que, dependiendo del resultado de las investigaciones abiertas, se debería contemplar la destitución de Macron, que el pasado 24 de julio aseguró que es “el único responsable” de la gestión de la crisis, la mayor bajo su mandato.

La Asamblea Nacional francesa rechazó ayer la primera de las dos mociones de censura contra el gobierno.

Los 143 votos a favor recibidos de la oposición conservadora, de los izquierdistas de la Francia Insumisa y de los comunistas no fueron suficientes para alcanzar la mayoría absoluta necesaria, establecida en 289 diputados.

El detonante
El detonante de la tormenta política fue un video que publicó a mediados de julio el diario francés “Le Monde”.

La grabación, que data del pasado 1 de mayo, muestra a Alexandre Benalla, el hasta hace poco jefe de seguridad del presidente Macron, con un distintivo de policía y una máscara antidisturbios, cuando reparte manotazos a dos manifestantes en el céntrico Barrio Latino de París.

Parecería un video común de la represión de una protesta cualquiera en la capital de Francia, salvo por un detalle: El principal protagonista de los golpes y empujones era el jefe de la escolta del presidente, quien no pertenece a ningún cuerpo policial, y del que, hasta el momento, se desconoce cómo hizo para colarse en la manifestación con apariencia de gendarme y repartir golpes a mansalva.

Pero el cuestionamiento sobre cómo el principal escolta de Macron se convirtió en la cara más polémica de la protesta se volvió una tormenta política cuando se conocieron detalles de lo que ocurrió después. Fue entonces cuando la responsabilidad comenzó a apuntar hacia el jefe de Benalla: el presidente.

Y es que, trascendió, el Elíseo sabía lo sucedido desde el día después de la protesta, pero no notificó a la justicia sobre el incidente, como requiere la ley francesa ante un posible delito.

En cambio, Macron suspendió sin sueldo por dos semanas a su escolta, aunque  los medios revelaron que Benalla aún cobraba su salario y, luego, se lo vio que acompañaba al presidente en la final del Mundial de Rusia.

No fue hasta la pasada semana, más de dos meses después, cuando fue despedido tras la difusión del video e imputado por “violencia en reunión” y “usurpación de funciones”. (I) 

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