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El Telégrafo
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La ONU denuncia la situación y pide a Birmania que cese la violencia

Los rohinyás sufren una "pesadilla humanitaria"

Una mujer rohinyá, con su bebé, espera que le den alimentos en el campo de refugiados de Thangkhali.
Una mujer rohinyá, con su bebé, espera que le den alimentos en el campo de refugiados de Thangkhali.
Foto: AFP
30 de septiembre de 2017 - 00:00 - Redacción y Agencia AFP

Bangladés.-

Al menos 60 rohinyás de Birmania que intentaban sumarse a los 500.000 refugiados en el vecino Bangladés murieron o desaparecieron en el mar, confirmó la Organización de las Naciones Unidas (ONU), que denuncia una “pesadilla humanitaria” en uno de los mayores campos de refugiados del mundo.

“Mi mujer y mis dos hijos sobrevivieron. Pero he perdido a mis tres hijas”, explica entre lágrimas Shona Miah, rohinyá de 32 años, que esperaba poner a su familia a salvo de los violentos enfrentamientos iniciados hace un mes entre el Ejército birmano y los rebeldes musulmanes rohinyás.

A medida que son descubiertos, los cuerpos de los naufragados son colocados en el piso de una escuela cerca de una playa en Cox’s Bazar, en el sureste de Bangladés.

Hasta el momento se confirmaron 23 muertes, mientras que 40 personas están desaparecidas y “presuntamente ahogadas”, según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).

La embarcación salió el miércoles en la noche de una localidad costera del estado birmano de Rakáin (oeste), epicentro de los enfrentamientos. Según testigos, la embarcación naufragó cerca de tierra firme por las lluvias torrenciales y los vientos violentos en el golfo de Bengala.

Este drama recuerda que los rohinyás, una minoría apátrida de un millón de personas en Birmania, siguen fluyendo hacia Bangladés, pese a las promesas de Birmania de que cesaron las violencias y que numerosos pueblos musulmanes no fueron incendiados.

Pero hasta que se produzca el hipotético retorno, los campos de Bangladés están desbordados de refugiados. La Policía bangladesí impidió a más de 20.000 rohinyás que cruzaran la frontera.

Y la Cruz Roja denunció los riesgos sanitarios y de epidemias, con miles de casos de diarrea aguda provocados por las desastrosas condiciones de higiene. Además, 88 onegés denunciaron “crímenes contra la humanidad” cometidos en Birmania a la minoría musulmana rohinyá y piden que se suspenda la asistencia militar y cooperación con Birmania.

Estas organizaciones piden a la Asamblea General de la ONU que adopte una resolución sobre Birmania y que el Consejo de Seguridad estudie seriamente la imposición de un embargo sobre las armas contra los militares birmanos, así como sanciones a los individuos responsables de crímenes y de serios abusos contra civiles.

Vacunas contra el cólera

La Cruz Roja indica que en algunos campos solo hay un sanitario para centenares de personas, con lo que los excrementos se acumulan por todas partes. Además, un lote de 900.000 dosis de vacuna contra el cólera son llevados a los campos, donde las oenegés temen una epidemia.

La Cruz Roja estima que 3,6 millones de litros de agua diarios se requieren para el medio millón de personas que se encuentran en los campos. A ello se añade el hecho de que los refugiados salen de una de las regiones más pobres de Birmania y llegan en estado de fragilidad física: uno de cada cinco sufre desnutrición severa, informó este viernes la Agencia de la ONU para los Refugiados.

El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, pidió a Birmania un “cese de las operaciones militares” en el oeste del país y denunció una “pesadilla humanitaria”.

En una inusual reunión pública del Consejo de Seguridad sobre Birmania -la última remontaba a 2009-, Guterres pidió al Gobierno birmano un “acceso humanitario” en el oeste del país y “asegurar el regreso en seguridad, voluntario, digno y durable” a sus regiones de origen de los refugiados que han huido a Bangladés.

Pero más allá de las habituales condenas a la violencia y los llamados a poner fin a los combates, Pekín, con el apoyo de Moscú, rechaza cualquier injerencia en los asuntos interiores birmanos.

China es el principal apoyo de Birmania, donde tiene importantes intereses económicos, sobre todo en el oeste.

En esta región el Ejército birmano realiza una campaña de represión, tras los ataques de los rebeldes rohinyás realizados el 25 de agosto.

Los rohinyás es la población apátrida más grande del mundo. Es una minoría musulmana que en Birmania, un país de mayoría budista, carece de derechos civiles y políticos.

La ONU considera que el Ejército birmano y las milicias budistas   perpetran una limpieza étnica contra esta comunidad en Rakáin.

Estados Unidos acusó a Birmania el jueves de la “limpieza étnica” de la minoría musulmana de los rohinyás, asegurando que la masacre debe avergonzar al gobierno de Aung Sang Suu Kyi. (I)

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