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El Telégrafo
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Movimientos sociales promueven su reelección para 2018

Los brasileños respaldan a Lula da Silva en la causa Lava Jato

Miembros de los movimientos sociales y sindicatos brasileños acampan en Curitiba, en el sur de Brasil, en apoyo al expresidente Luiz Inácio Lula da Silva.
Miembros de los movimientos sociales y sindicatos brasileños acampan en Curitiba, en el sur de Brasil, en apoyo al expresidente Luiz Inácio Lula da Silva.
Foto: AFP
11 de mayo de 2017 - 00:00 - Pablo Giuliano. Corresponsal desde Sao Paulo, Brasil

Brasil vivió ayer uno de los días de mayor tensión política, con la declaración del expresidente Luiz Inácio Lula da Silva como procesado por corrupción ante el juez Sergio Moro, de la Operación Lava Jato.

Manifestantes de todo Brasil acompañaron a Lula en la ciudad de Curitiba, capital del estado sureño de Paraná, lo cual convirtió la audiencia en una suerte de lanzamiento de la candidatura del líder del Partido de los Trabajadores para las elecciones de 2018.

El presidente del Partido de los Trabajadores (PT), Rui Falcao, acusó a Moro de “juez parcial, que habla por Facebook a sus seguidores dejando en claro que es parte y no juez en el proceso”.

Portando una bandera brasileña y acompañado por el líder del Movimiento Sin Tierra (MST), Joao Pedro Stédile y unos 500 manifestantes, Lula entró a los tribunales para declarar ante quien considera su perseguidor y denunció por abuso de poder ante el comité de derechos humanos de la ONU.

Procesado en cinco causas, Lula niega los cargos que le imputa la fiscalía en este proceso por el que declara: los fiscales, abiertos críticos políticos del exmandatario, lo acusan de haber recibido un apartamento de la empresa OAS a cambio de contratos de esta en Petrobras durante su gobierno.

El accionista preso de OAS por corromper funcionarios, Leo Pinheiro, dijo que Lula le pidió destruir pruebas de donaciones ilegales al PT en 2014. Sin embargo, la defensa de Lula mostró los registros oficiales sobre el apartamento en el balneario de Guarujá, el cual se lo adjudican.

El inmueble pudo ser comprado por la familia de Lula, que desistió de la transacción. La fiscalía también investiga por qué OAS pagó la conferencia de Lula cuando salió de la presidencia en 2011 y el almacenamiento de toneladas de regalos que el líder político recibió durante su gestión.

Las fuerzas de izquierda de Brasil acamparon en un terreno del ferrocarril en Curitiba para esperar a Lula. Fueron más de 20.000 personas que esperaron a Lula llegar desde Sao Paulo en un avión privado prestado por un aliado. Del otro lado, unas 50 personas pedían la prisión de Lula y defendían al juez Sergio Moro, convertido en símbolo de la ultraderecha nacionalista.

Desde edificios linderos vecinos hicieron sonar cacerolas y enarbolaron banderas brasileñas, uno de ellos exhibió un cartel con la leyenda “fuerza Moro, Brasil está contigo”.

“El presidente Lula está siendo perseguido por los golpistas que sacaron a Dilma Rousseff y no quieren que él sea candidato”, dijo el senador Lindbergh Farias.

El líder Sin Tierra Stédile opinó que “la solución pasa por una nueva elección, que debe ser en octubre próximo”. Stédile dijo que Michel Temer debe renunciar y que la corte suprema tendría que organizar nuevas elecciones.

Moro, quien tuvo apariciones públicas junto con Temer y los líderes oficialistas que son los tradicionales rivales del PT, tiene capacidad para poner en jaque la candidatura de Lula. Si él lo condena y ese fallo es confirmado por un tribunal de segunda instancia, Lula estará impedido de participar de las próximas elecciones.

Lula declaró durante casi tres horas ante el juez Moro, quien debe decidir ahora, luego de escucharlo, si lo condena o lo absuelve, un fallo que puede ser conocido a partir del próximo mes. Sea condena o absolución, el choque entre Lula y Moro deberá marcar otro capítulo de la crisis brasileña, país inmerso en la peor recesión económica de su historia y del intento de implementación de una agenda de reformas de corte neoliberal. (I)

DATOS

De acuerdo con la fiscalía brasileña, la constructora OAS pagó a Lula da Silva un soborno de 3,7 millones de reales ($ 1,16 millones). La compañía le habría ofrecido un apartamento tríplex en el balneario de Guarujá, en Sao Paulo, cuando él era presidente. Sin embargo, Lula alega que esta propiedad nunca estuvo a su nombre, por lo que no sería suya.

Moro también investiga si Lula utilizó el instituto fundado por él, el Instituto Lula, para intentar lavar dinero de sobornos. El juez analiza si hubo un acuerdo para comprar un terreno en Sao Paulo con 12 millones de reales que recibió el PT. Se ha denunciado además que Odebrecht habría comprado un apartamento para Lula.

El exmandatario también es inquirido por la compra de unos aviones de combate, por fraude, tráfico de influencias, corrupción pasiva y lavado de dinero. (I)

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Juez estrecha su cerco sobre el exgobernante

Con su decisión de sentar al histórico líder de la izquierda en el banquillo de los acusados por corrupción, el temido magistrado Sergio Moro suma el capítulo más trascendente de una saga que empezó hace más de tres años con la apertura de la Operación Lava Jato, un caso que recaló en su fuerte judicial de Curitiba (Paraná, sur).

Desde entonces, su estrella creció al ritmo de las escandalosas prácticas que fueron reveladas por su juzgado acerca del multimillonario fraude que desangró a la estatal Petrobras y que se convirtió en la mayor investigación sobre la corrupción en la historia del país.

En sus redes han caído desde exdirectivos de la petrolera a los dueños de las mayores constructoras del país, pasando por políticos de alto y bajo calibre en movimientos que poco a poco estrecharon el cerco sobre Lula da Silva. (I)

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