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La volatilidad ronda los precios de alimentos en 2012

La volatilidad ronda los precios de alimentos en 2012
29 de enero de 2012 - 00:00

Las advertencias de tres organismos de las Naciones Unidas rezan en un documento anual: la volatilidad de los precios de los alimentos en el planeta continuará en 2012.

En el informe sobre el hambre en el mundo 2011, la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura), el FIDA (Fondo Internacional para el Desarrollo de la Agricultura) y el Programa Mundial de Alimentos (PMA) anunciaron que habrá incertidumbre en el costo de los productos y pidieron medidas ante un aumento del hambre y la pobreza.

El recién posesionado director de la FAO, el brasileño Graziano da Silva, quien reemplaza al senegalés Jacques Diouf, confirmó los pronósticos y estimó que se esperan ligeras bajas en los precios de los alimentos, aunque señaló que    la volatilidad permanecerá.

El nuevo representante del organismo internacional atribuyó esa volatilidad a la falta de estabilidad económica que  hay en el mundo y porque muchos productores importantes, sobre todo de cereales, se han visto ahora afectados   por inundaciones y catástrofes naturales, lo que afectará a la producción.

Da Silva destacó que el equilibrio entre consumo y producción va a seguir siendo estrecho y afirmó que si no se logra mejorar esta última en 2012, nos encontraremos ante un nivel bajo de reservas, un fenómeno que es la base de la especulación.

En términos estadísticos, los valores globales de los alimentos disminuyeron en diciembre. El Índice de Precios de la FAO -que mide los cambios de precios mensuales de una cesta de 55 productos, como cereales, aceites, lácteos y azúcar- bajó un 2,4% (5 puntos) desde noviembre.

Desde la regional de la FAO en Chile, el oficial de Políticas, Fernando Soto Baquero, explica que el reciente descenso obedeció a la aguda disminución de los precios internacionales de los cereales, el azúcar y los aceites, debido a las buenas cosechas de 2011, así como a una demanda menor y a un dólar fuerte, con repercusiones casi en todos los productos básicos.

Sin embargo, aunque los precios cayeron al final de 2011, el índice siguió promediando 228 puntos en el año, es decir un 23% (42 puntos) más que en 2010, el promedio más alto desde que el organismo comenzó a seguir los precios internacionales de los alimentos en 1990. El valor más elevado anterior -de 200 puntos- corresponde a 2008, año en el que empezó la crisis alimentaria.

Entre los productos básicos, los cereales, como decíamos, registraron la mayor disminución; en diciembre el Índice de la FAO de los precios de  los granos cayeron en promedio un 4,8%: los del maíz bajaron un 6%, los del trigo 4% y los del arroz 3%. “Las fluctuaciones de precios son una característica normal de los mercados agrícolas; sin embargo, cuando predomina la incertidumbre –volatilidad– opera un efecto negativo tanto en la seguridad alimentaria de los consumidores como en los productores agrícolas”, resalta Baquero.

Desde 2007, los mercados mundiales han experimentado fuertes vaivenes en los precios de los productos básicos. El representante del organismo en Ecuador, Alan González, manifiesta que este es uno de los primeros puntos que hay que tomar en cuenta, porque desde el mencionado año los precios de los alimentos se encuentran en niveles muy altos y la tendencia continúa. “El incremento no solo ha afectado a los mercados agrícolas sino también a la energía, los metales, las materias primas y los productos industriales”, añade.

En este sentido, González menciona que hay una alta correlación entre los ciclos de recesión y crecimiento económico con la volatilidad de los precios, ya que esto se asocia con el comportamiento de las tasas de interés, el tipo de cambio y las condiciones de mayor incertidumbre y coincide con Soto en que esto puede tener un efecto negativo en la seguridad alimentaria. “Lo que está por verse es si una vez superada la crisis financiera y económica mundial, estos ciclos de volatilidad de los precios volverán a su comportamiento normal antes de la crisis”, remarca.

Otro punto que hay que tener en cuenta es el aumento en la demanda mundial de alimentos. La FAO estima que en   2050 la producción de alimentos aumentará un 70% con respecto a los niveles de 2005-2007. Un ejemplo es que se incrementará el consumo per cápita de carnes, que pasará de 37,4 kg por persona en 2000 a 52 kg en 2050. Para ello será necesario que la producción de cereales aumente en un 50%, ya que más de la mitad se utiliza para la alimentación animal, estima González.

Países afectados

Ante un posible escenario de alza de precios, los países que se verían afectados son, evidentemente, aquellos en los que prevalecen los más altos indicadores de pobreza y pobreza extrema.

En el informe anual sobre el hambre en el mundo, los responsables de las organizaciones de las Naciones Unidas  advirtieron que los países pequeños dependientes de las importaciones -en particular en África- son los más amenazados. Además enfatizaron que se están dificultando los esfuerzos con miras a alcanzar los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) de reducir a la mitad el porcentaje de personas que sufre hambre en el mundo -que actualmente suman 925 millones- para 2015.

Una de las regiones que resultaría más afectada de lo que se encuentra es el Cuerno de África (Somalia, Etiopía, Kenia y Yibuti), donde el organismo internacional declaró, el año pasado, una hambruna debido a que cerca de 14 millones de personas sufrieron escasez de alimentos debido a la peor sequía que ha enfrentado la región en seis décadas, en medio de una situación de inseguridad política.

Así lo asegura la representante del Programa Mundial de Alimentos (PMA) en Ecuador, Deborah Hines, quien destaca que este organismo provee de alimentos a 7,8 millones de personas de esos países, pero otra crisis está evolucionando en el recientemente  independizado Sudán del Sur, en donde cerca de 3 millones de personas necesitan ayuda alimentaria urgente por la inseguridad y el aumento de los precios.

Hines recuerda que ya en noviembre de 2011 se experimentó una leve baja del precio del trigo debido a los altos “stocks” de Rusia. “Los precios suelen bajar cuando existe una sobreoferta en el mercado mundial, o una baja demanda, como se podría esperar en estos meses por la crisis”, precisa.

Sin embargo, la representante del PMA advierte que esta situación se puede revertir si la economía empieza a recuperarse y hay más demanda para comprar alimentos en el mercado internacional, presionando los precios hacia arriba.

Sequías, desperdicios...

Otro factor que puede causar alzas en los productos es el clima. La funcionaria afirma que los efectos del cambio climático, que retrasa las lluvias o las aumenta, pone en riesgo las cosechas  sin que haya mayor posibilidad de predecirlo.

Los países latinoamericanos que  sienten efectos de sequías son México, Argentina y Brasil. El peor caso es el del país azteca, donde hay 2,5 millones de personas en riesgo de padecer hambre como consecuencia de los daños causados a la agricultura y la ganadería por la falta de agua, según la Universidad Nacional Autónoma, cuyos expertos estiman que el año pasado ya se perdieron 3,2 millones de toneladas de maíz, 600.000 de fréjol y 60.000 cabezas de ganado. 

Argentina, uno de los cinco mayores productores globales de granos, sufre también los efectos de la crisis hídrica, por lo que los expertos calculan que la producción de soja bajará a 47,8 millones de toneladas y la de maíz a 22,1 millones de toneladas este año. La producción en 2011 del primer grano fue de aproximadamente 49 millones de toneladas.  

Miguel Calvo, presidente de Acsoja (Asociación de la Cadena de la Soja de Argentina), coincide en que la volatilidad o los precios elevados posiblemente continúen, como efecto de la relación entre la oferta y la demanda del producto. 

Sin embargo, el directivo agropecuario señala a este diario que no puede hacer predicciones sobre si subirán o no los precios, pero está consciente de que habrá menos producción este año, y calcula que en Argentina y Brasil habrá 4 millones menos  de toneladas de soja en cada uno de los países.

En una entrevista con El Telégrafo, el presidente de la Red Global del Banco de Alimentos, con sede en Chicago (EE.UU.), Jeff Klein, analiza que, a pesar de una reducción reciente (diciembre) en los precios de los productos, muchos expertos creen que la inflación será una condición muy probable en el futuro previsible. “Esto tendrá un impacto devastador sobre más de la mitad de la población mundial (7.000 millones de personas habitan el planeta) que vive con menos de 2 dólares al día”, enfatiza.

Con esta incertidumbre a cuestas, Klein afirma, enfáticamente, que en una era en que suben los precios de los productos en el mundo es inaceptable que cada año se desperdicie un tercio de los alimentos que se producen para el consumo humano, es decir 1.300 millones de toneladas, de acuerdo con otro estudio elaborado por el Instituto sueco de Alimentos y Biotecnología.

Fernando Soto, de la FAO, asegura que la disponibilidad de alimentos de nuestro continente supera con creces la demanda, por tanto lo que hay que mejorar es el acceso, y para ello se hacen necesarios dos tipos de acciones complementarias.

Primero, perseverar en esfuerzos para fomentar leyes de seguridad alimentaria y promover medidas que aumenten la transparencia en los mercados mundiales de alimentos, además de fomentar la agricultura familiar, donde se encuentra el mayor potencial de crecimiento.

Segundo, defender y aumentar los ingresos de las familias más pobres; el incremento en los salarios reales es la forma ineludible para que el alza de precios no afecte a aquellos quienes, por lo general, terminan golpeados en tiempos de crisis.

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