Bruselas/Heverlee (Bélgica).-

La tristeza acompañó hoy a los belgas tras el accidente de autobús en el que murieron 22 niños y seis adultos que volvían de un viaje en Suiza, un dolor que se ha visto acrecentado por la falta de respuestas sobre la causa de la tragedia y la interminable espera del regreso de las víctimas.

"Nuestro país vive uno de sus momentos más tristes. Tres meses después de la catástrofe de Lieja, nuestro país es golpeado duramente de nuevo. Vivimos una tragedia nacional", dijo el primer ministro, Elio Di Rupo, en una intervención ante el Senado.

El Gobierno decidió guardar mañana un día nacional de luto, en el que todo el país guardará un minuto de silencio a las 10:00 GMT, incluidas las escuelas, tras el que repicarán las campanas de las iglesias.

Los primeros cuerpos de los fallecidos comenzarán a llegar mañana, a bordo de un avión militar de transporte C-130 Hércules que voló esta tarde hacia Suiza con ese objetivo.

Mientras, algunas de las familias que se han desplazado a Suiza podrían regresar a sus casas esta misma noche junto con algunos niños que resultaron heridos, en el Airbus puesto a disposición por el Ministerio de Defensa que las transportó ayer al Estado helvético.

Esta espera es "terrible" para los vecinos de Heverlee, según explicó hoy a los medios Dirk De Gendt, miembro de la directiva de la escuela y diácono de esta pequeña localidad del norte del país en la que se sitúa el colegio Sint-Lambertus, centro de estudios de la mitad de los niños que viajaban en el autobús.

Una de las 28 víctimas mortales del accidente del autobús belga en Suiza tiene la doble nacionalidad española y belga, según confirmaron a Efe fuentes diplomáticas, y otros dos niños "tienen nombres españoles", tal y como explicó De Gendt.

La lista definitiva de víctimas no se hará pública hasta que las autoridades suizas no terminen con las tareas de identificación de los cuerpos, una tardanza que ha motivado el enfado de las autoridades de Heverlee por el dolor que esta incertidumbre causa a los familiares.

La causa del accidente es otra de las preguntas sin respuestas que mantienen en vilo a Bélgica; descartado el exceso de velocidad al que se apuntó en un principio, se baraja la posibilidad de que se debiera a un error humano, un fallo mecánico o a que el conductor sufriera algún problema.

Una hipótesis que ha tomado fuerza en varios medios belgas y suizos es que el conductor se disponía a cambiar un DVD del reproductor del vehículo justo antes de estrellarse contra una pared de un túnel en la localidad de Sierre, pero no hay confirmación oficial.

La compañía dueña del vehículo, Toptours, descartó esa hipótesis y recalcó que la autopsia ha indicado que el conductor no había bebido alcohol, según les informó la Policía suiza.

Está previsto que tanto en Heverlee como en Lommel -localidad cercana a la frontera con Holanda donde se encuentra la otra escuela afectada- se instalen capillas ardientes, aunque De Gendt señaló que se esperará a que regresen todos los familiares para decidir si se realizará un funeral conjunto o no.

La escuela Sint-Lambertus de Heverlee lamenta nueve muertos -siete niños y dos adultos acompañantes- y 17 heridos, dos de ellos de gravedad.

Además de los dos chóferes muertos, el resto de las víctimas procede de la escuela t Stekske, de la ciudad de Lommel, donde ha habido diecisiete muertos -quince niños y dos adultos- y siete heridos, dos de ellos graves.

El enorme interés mediático que ha generado el drama de ambas escuelas supuso también muchas quejas ante la Policía en Heverlee debido a la actitud de algunos equipos de prensa audiovisual extranjera, que se encaramaban a las tapias de la escuela para captar imágenes del interior y filmar a menores.