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La enmienda comenzó a ser discutida ayer en el Senado

La reforma educacional ahora divide a los chilenos

La presidenta Michelle Bachelet propuso una amplia reforma educacional, que acaba de ser aprobada por la Cámara de Diputados. Foto: AFP
La presidenta Michelle Bachelet propuso una amplia reforma educacional, que acaba de ser aprobada por la Cámara de Diputados. Foto: AFP
04 de noviembre de 2014 - 00:00 - Alejandro Tapia, corresponsal en Santiago

El año pasado una abrumadora mayoría de chilenos estaba a favor de un cambio en el sistema educacional del país, heredado del régimen militar de Augusto Pinochet y que muchos llevaban años cuestionándolo por su inequidad y mala calidad, especialmente en las escuelas públicas. En su programa de gobierno, Michelle Bachelet propuso una amplia reforma educacional, que después de 6 meses de trámites acaba de ser aprobada por la Cámara de Diputados y desde ayer es debatida en el Senado.

A pesar de que en su momento la mayoría apoyaba a Bachelet en este cambio, en los últimos meses se ha creado un creciente clima contra la reforma, levantado por la oposición. Así, actualmente hay más dudas que certezas de cómo terminará siendo el proyecto emblemático de la Presidenta socialista chilena. De acuerdo con un sondeo de Plaza Pública Cadem, el 49% está de acuerdo con la reforma y el 38% la desaprueba

¿Qué ha pasado hasta ahora?

La reforma educacional no solo mantiene dividida a la ciudadanía, sino que también el debate ha sido aprovechado por la oposición para levantar una serie de banderas ideológicas.

Sin embargo, las discusiones también han agitado las aguas entre los partidos que integran la alianza oficialista Nueva Mayoría, donde conviven desde la Democracia Cristiana (DC) hasta el Partido Comunista (DC). De hecho, conocidos dirigentes de la primera han cuestionado públicamente la forma en que Bachelet intenta concretar la reforma educacional.

Sin embargo, una parte importante y mayoritaria de la sociedad chilena quiere que haya un cambio, principalmente en la educación pública, que posee uno de los niveles más deficientes de América Latina. Sucede que en la década de los 80 se crearon en Chile las escuelas particulares subvencionadas, que reciben dinero del Estado, pero son administradas de forma privada. Y no siempre este tipo de establecimiento es sinónimo de calidad.

Educación pública gratuita

Por lo pronto, la Cámara de Diputados ya aprobó (por 72 votos contra 43) poner fin al lucro, el copago y la selección escolar. Muchos de los colegios particulares subvencionados han estado más concentrados en el lucro que en entregar una educación de calidad. Precisamente, el lema de los movimientos estudiantiles ha sido “educación pública gratuita y de calidad”.

Hasta ahora, el debate ha estado concentrado en la educación secundaria, ya que la propia Presidenta ha prometido que en el corto plazo, en la educación superior deberá haber gratuidad. En la Cámara Baja, el punto más polémico tuvo que ver con el rechazo a la tipificación del lucro como delito, y por ende, se optó por no sancionar con penas de cárcel el lucro en la educación. En un intento por tranquilizar a parte de la Nueva Mayoría que sí quería que el lucro se castigara con cárcel, el ministro de Educación, Nicolás Eyzaguirre dijo: “El lucro no va a quedar sin sanción, todo lo contrario, la sanción será suficientemente fuerte”.

Se espera que la reforma viva su trámite más complejo y tenso en el Senado, donde ni siquiera los legisladores oficialistas se han puesto de acuerdo para seguir un solo camino. La idea es lograr humo blanco antes del próximo 31 de enero, fecha en que el Congreso entra en receso por las vacaciones de verano. Así, la apuesta de Bachelet es que en 2015 esté aprobada la tan necesaria reforma educacional, que se sumará a la reforma tributaria que se aprobó recientemente y con la que se espera recaudar $ 8.300 millones, que en parte financiarán los cambios en la educación.

Pero no todos están de acuerdo. Agitados por la oposición de derecha, hace unos días se realizó una masiva marcha en el centro de Santiago, liderada por familias que se oponen a la reforma, ya que estiman que la apuesta por la educación pública debilitará a los colegios particulares subvencionados. Estas personas sostienen que ellos tienen la “libertad” de elegir las escuelas para sus hijos, aunque en estricto rigor, esa educación pagada muchas veces es tan deficiente como la pública gratuita.

Algunos analistas estiman que estos padres temen que sus hijos pierdan conocimientos y estén menos preparados “para el mercado laboral”. Sin embargo, otros sostienen que lo que en realidad hay que cambiar es el modelo y el hecho de que los alumnos sean preparados para un mercado que luego los tendrá desempleados o con empleos de muy baja remuneración. Por eso la apuesta de Bachelet es fortalecer y cambiar el sistema de educación pública. Según una encuesta Cerc/Mori, un 57% considera positiva la reforma educacional.

En el Senado podría generarse un acuerdo político entre el oficialismo y la centroderecha (Alianza por Chile) para que la reforma educacional vea la luz en el muy corto plazo. En ese caso, en marzo el proyecto volvería a la Cámara de Diputados, que debería respaldar los cambios que realicen los senadores.

Pero también es posible que el Senado comience “de cero” y rehaga la reforma mediante distintas comisiones. Luego, la reforma regresaría a la Cámara Baja y después al Senado nuevamente, que solo necesitaría mayoría simple, algo que posee la Nueva Mayoría luego de las elecciones pasadas. 

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