El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, prometió ayer seguir adelante con la ofensiva de Turquía contra una milicia kurda en Siria, antes de una entrevista telefónica con su par Donald Trump, quien le expresó la preocupación de Estados Unidos.

Turquía lanzó el sábado la operación ‘Rama de Olivo’ junto con los rebeldes sirios para expulsar a las Unidades de Protección Popular kurdas (YPG) de su enclave de Afrin, en el norte de Siria.

Erdogan dijo que la ofensiva “continúa de forma exitosa” y que los combatientes de oposición sirios y las fuerzas turcas “están tomando el control de Afrin paso a paso”.

Ankara considera que las YPG son un grupo terrorista vinculado al Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), que lleva a cabo una insurgencia en Turquía desde hace tres décadas y también son catalogadas terroristas por Turquía y sus aliados.

No obstante, las YPG colaboran con Washington contra el grupo Estado Islámico (EI) en Siria, desafiando las advertencias de Turquía.

“Nos encontramos en una fase muy, muy crítica”, dijo el miércoles el emisario de la ONU para Siria, Staffan De Mistura, antes del inicio de una nueva ronda de negociaciones para buscar una solución al conflicto, que se celebrará en Viena.

Las YPG, que se consideran abandonadas por su aliado EE.UU., multiplicaron los llamados a Washington para que presione a Ankara.

En el quinto día de la operación turca -ayer-, el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH) notificó que aviones turcos atacaron zonas fronterizas de Afrin para forzar a las YPG a recular y abrir la vía para un avance terrestre. Horas más tarde se notificó la muerte de  una persona y 30 heridos.

Desde el sábado han caído 90 combatientes de las YPG y de grupos rebeldes sirios favorables a Ankara, así como 30 civiles, la mayoría en bombardeos turcos, según la oenegé. Ankara desmiente haber atacado a civiles.

La agencia de noticias Anadolu además notificó la detención de 150 personas por criticar en las redes sociales la invasión militar del enclave kurdo de Afrín. (I)