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El PMDB se ha convertido en el eje del sistema político brasileño
Brasil es el país con régimen presidencialista de América Latina que más se parece a un sistema parlamentario. La correlación de fuerzas del voto para elegir el Congreso coloca a los partidos como fuerzas de peso con los cuales hay que negociar siempre, a riesgo de que se detenga la gestión de un presidente o de un gobernador.
La gran estrella de este juego es el Partido del Movimiento de la Democracia Brasileña (PMDB) que desde el fin de la dictadura militar, en 1985, siempre forma parte de los gobiernos de turno sin haber vencido una elección en forma directa.
El PMDB, del vicepresidente Michel Temer, anunció su salida del Gobierno hace dos semanas para apoyar el juicio político contra Dilma Rousseff. La destitución de la jefa de Estado le permitiría a su número dos gobernar hasta el 31 de diciembre de 2018. Pero apenas el sector económicamente liberal del partido se sumó al proyecto.
Existen facciones dentro del PMDB. Está el que responde al vicepresidente Temer, pero cada estado o ciudad grande tienen su PMDB autónomo, por ejemplo la agrupación gobierna Río de Janeiro. Por eso gran parte de sus diputados votará a favor de Dilma. En ese grupo está el senador Roberto Requiao, exgobernador del estado de Paraná, izquierdista y contacto histórico del fallecido presidente venezolano Hugo Chávez.
Requiao se considera a la izquierda del gobernante Partido de los Trabajadores (PT). Temer, en cambio, tiene el aval de Paulo Skaf, presidente de la Federación Industrial de Sao Paulo que financia la campaña opositora contra Rousseff, además fue candidato a gobernador de Sao Paulo por el PMDB.
El PMDB es el partido más grande de Brasil. Surge del MDB, el movimiento autorizado por el régimen militar junto con el entonces oficialista Arena para mantener una simulación democrática a partir de 1965 por parte del dictador Castelo Branco. El gobierno de facto aseguraba que no era dictadura porque dejaba funcionar el Congreso, pero los demás partidos estaban proscritos.
En 1985 el MDB se transforma en PMDB, pero la dictadura le gana el pulso a la transición democrática y decide que el Congreso y no el voto popular deben elegir al próximo presidente. Gana la fórmula Tancredo Neves-José Sarney (ex Arena) en un colegio electoral parlamentario, pero el primero murió poco antes de asumir. El país entonces quedó en manos del vicepresidente, quien hasta ese momento había sido un colaborador de la dictadura y un cacique de derechas del estado de Maranhao.
Sarney dirige con el 95% de los gobernadores que son del PMDB, un partido con cara progresista y que promete transición. En 1989, las primeras elecciones libres desde el golpe de 1984 las gana Fernando Collor de Mello, un millonario que venía a cambiar la política y reducir el Estado, acompañado por el vicepresidente Itamar Franco, del PMDB.
Sin Collor, renunciado por denuncias de corrupción, Itamar Franco condujo un gabinete que sirvió para que el PMDB eligiera a Fernando Henrique Cardoso presidente. La agrupación mantuvo cinco ministerios en el gobierno de Cardoso entre 1995 y 2002.
En las elecciones de 2002, el PMDB se dividió en apoyar a Luiz Inácio Lula da Silva y a José Serra. Ganó Lula y solo en 2006 hizo una alianza rápida con el partido tras perder fuerza por el juicio del mensalão (asignación mensual) a sus dirigentes. El PMDB apoyaba por proyecto, no en forma orgánica, al PT de Lula. El respaldo se hizo matrimonio cuando la candidata de Lula, Dilma Rousseff, en 2010 y 2014, incluyó como vice en la fórmula a Michel Temer. Ahora la salida de éste tiene que ver con el proyecto de la fundación Ulysses Guimaraes, que lanzó el plan ‘Un programa para el futuro’. Allí se vislumbra un gobierno neoliberal, con el fin de erosionar las leyes laborales, un reclamo de las patronales.
“El viejo PMDB está de vuelta, desembarcan del Gobierno porque creen que el actual se ha terminado. Piensan que es un barco a la deriva. El PMDB está siempre por conveniencia y ahora no le conviene”, dijo a EL TELÉGRAFO Claudio Couto, profesor de la Universidad Fundación Getulio Vargas de Sao Paulo.
El procesado presidente de la Cámara de Diputados, Eduardo Cunha, y el del Senado, Renan Calheiros, son del PMDB. Cunha es ultraconservador y opositor, mientras que Calheiros se mantiene leal al modelo actual de reparto de cargos y funciones. Este parlamentarismo a la brasileña permite que existan varios PMDB: la fuerza nacional y progresista pero también los conservadores y caciques locales.
Se quedaron en el Gobierno seis ministros fieles a Rousseff que son del PMDB. Pero el ala conservadora del partido se llevó decenas de votos a favor del juicio político. El PMDB carece de líderes, ya que nunca ganó una elección directa y siempre fue fiel al juego político, donde históricamente dominan las mayorías parlamentarias. Ahora Romero Jucá, el senador que fue jefe del bloque en la cámara alta, es el presidente del PMDB porque Temer se tomó licencia hasta el fin del impeachment, previsto para el domingo.
Las disputas dentro del PMDB son interminables, sobre todo por el poder regional que tienen los directorios locales. El senador Requiao, por ejemplo, fustiga el plan económico de Temer. “Ni el Fondo Monetario Internacional (FMI) lo haría tan mal, nos coloca en la primarización de la economía, con un ajuste parecido a los de España y Grecia”, dijo el exgobernador de Paraná.
La decisión de la conducción nacional del PMDB no tuvo debate interno y esto generó que muchos se quedaran en el ala que apoya a Rousseff. La decisión de retirar el respaldo al gobierno de Dilma se tomó en tiempo récord: 4 minutos y por aclamación. (I)