Los electores de Colombia, Guatemala y Haití acudirán hoy a las urnas para elegir a los futuros mandatarios, gobernadores, alcaldes y otros cargos de interés para el futuro de esas naciones.

En Colombia las elecciones regionales se desarrollan en medio de la esperanza de construir un nuevo país de cara al posconflicto armado, pero también en medio de la corrupción y el desespero de miles de colombianos que están agobiados por las ambiciones de los políticos.

En cada una de las principales ciudades y pueblos, los ciudadanos no discuten sobre los planes de gobierno de los candidatos sino sobre los vínculos que estos tienen con la clase política.

Para el analista político Bernardo Ramírez, el gran problema que se presenta en las elecciones colombianas tanto de las presidenciales como de las regionales, son los intereses económicos que representan la mayoría de los candidatos. “Parece que a los ciudadanos no les importa en manos de quien queda una ciudad o un pueblo y prefieren continuar con las viejas mañas de hacer política, dejándose seducir por las contraprestaciones económicas”, indicó.

Colombia elegirá hoy para los próximos 4 años a gobernadores y diputados departamentales, y alcaldes y concejales municipales. En total se han presentado 113.426 candidatos, de los que 155 aspiran a gobernaciones departamentales, 4.636 a alcaldías, 90.595 a concejos municipales, 3.448 a asambleas departamentales y 14.592 a juntas administradoras locales.

Otro elemento que indica Ramírez es la importancia que van a tener los nuevos gobernadores y alcaldes de cara al posconflicto que deberá afrontar el país de llegar a buen puerto las negociaciones de paz entre el gobierno y la guerrilla.

Para el efecto, el experto señala que si el acuerdo final de paz entre Gobierno y Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) se firma a más tardar el 23 de marzo de 2016 y los colombianos lo aprueban luego en las urnas, los nuevos gobernadores y alcaldes serán los principales instrumentadores del posconflicto, sobre todo para aterrizar las respectivas reformas. “Ello implica un cambio de agenda  grande respecto a los relevos en gobernaciones y alcaldías en las últimas dos décadas, cuando las promesas sobre orden público y políticas de seguridad eran las que dominaban los planes de acción de los nuevos mandatarios”.

Bogotá, la más reñida

De otra parte, en Colombia también se presenta un duro pulso político entre los sectores de izquierda, centro y de derecha.

El principal duelo entre los partidos políticos se presenta en Bogotá, donde aparentemente la izquierda podría perder la alcaldía luego de 12 años, cuyo último representante, el ex guerrillero Gustavo Petro, culminará su mandato el próximo 31 de diciembre.

De acuerdo con las encuestas, el candidato de la derecha, Enrique Peñalosa, tiene el mayor favoritismo, seguido de cerca por el candidato de centro, Rafael Pardo y también muy cerca está la representante de los partidos de izquierda, Clara López. Aparentemente es un pulso entre los tres, pero en medio de este panorama se ciernen las denuncias de corrupción electoral y de trasteo de votantes o de transhumantes.

En otras ciudades como Cali, Medellín, Barranquilla, Bucaramanga o Cartagena es claro que allí los candidatos del centro y de derecha tienen el mayor protagonismo.

De un total de 22 millones de votantes en todo el país, se prevé que apenas se presente a las urnas el 50%, confirmando con ello el abstencionismo que por años ha sido tradicional en este país.

Para el politólogo Roberto Mendieta, una de las características de estas elecciones es que la derecha y los partidos de centro podrían quedarse con las principales alcaldías, pero la izquierda agrupada en el Polo Democrático y otros grupos pequeños o independientes, ganarían en varios municipios o ciudades intermedias.

“Yo creo que la actual coyuntura que vive el país con la esperanza de acabar con el conflicto armado, sería uno de los argumentos para que los votantes se inclinen por candidatos de izquierda, pero en los pueblos y en regiones donde las guerrillas han tenido protagonismo en los últimos años, como en departamentos como el Meta, Casanare, Putumayo, Cauca, y algunos pueblos de Antioquia y del Valle”, sostiene Mendieta. (I)

Guatemala celebra un balotaje entre un comediante y una ex primera dama

Una campaña deslucida, que no logró entusiasmar a los votantes, llega a su fin hoy cuando los guatemaltecos escojan a su futuro presidente entre el comediante derechista Jimmy Morales (foto) y la ex primera dama socialdemócrata Sandra Torres.

En la primera vuelta de septiembre pasado Morales obtuvo el 23,85% de los votos totales, mientras que Torres llegó al 19,76%.

Los mítines y proselitismo llegaron formalmente a su fin la tarde del viernes, pero poco cambió en la capital de Guatemala, donde es difícil encontrar señales de que el país está por escoger al gobierno que regirá sus destinos los próximos 4 años a partir del 14 de enero.

En algunas calles transitadas aparecen avisos de Morales en los que promete “programas sociales con transparencia”. Con el 67,9% en intención de votos, él es favorito para ganar la contienda, frente a 32,1% de Torres.

Los pocos anuncios de Torres recuerdan a los votantes que actúa “con hechos: escuelas abiertas” durante su gestión como primera dama (2008-12), cuando se ocupó de los programas sociales del gobierno de su exesposo Álvaro Colom.

Las elecciones de Guatemala estuvieron marcadas por el escándalo de corrupción que provocó la renuncia del presidente Otto Pérez el 2 de septiembre pasado, cuatro días antes de la primera ronda electoral.

La revelación del escándalo de cobro de sobornos para evadir impuestos aduaneros generó indignación en el país, y convirtió el combate a la corrupción en el tema central de la campaña.

El próximo gobernante deberá ordenar las finanzas públicas y garantizar programas sociales dirigidos al 54% de los guatemaltecos que viven en la pobreza, de una población total de 15,8 millones. (I)

54 candidatos se disputan por gobernar Haití, el país más pobre de América

Los haitianos votarán hoy en la primera vuelta de las presidenciales con 54 candidatos y la esperanza de que este país, el más pobre de América, pueda emerger de su inestabilidad política.

Cinco años después de la llegada de Michel Martelly al poder, los comicios presidenciales son la única cita electoral que se organiza dentro de los tiempos legales previstos. Debido a una crisis profunda entre el poder Ejecutivo y la oposición, las elecciones legislativas, municipales y locales que también se realizan hoy presentan más de 3 años de retraso.

La violencia durante la jornada electoral es la principal preocupación del Consejo Provisional Electoral (CEP). Organizaciones civiles reunidas en la Red Nacional de Defensa de los Derechos Humanos (RNDDH) alertaron sobre la posibilidad de que se den actos de violencia durante los comicios y acusaron a la policía de pasividad y de parcialidad.

El actual presidente, cantante popular y novato en la política, inició su mandato en mayo de 2011 en un país que había sido castigado por una de las peores catástrofes naturales de las últimas décadas. El 12 de enero de 2010 un sismo de magnitud 6,3 azotó Haití y dejó a su paso más de 220.000 muertos y 1,5 millones de personas sin hogar.

La catástrofe causó una destrucción equivalente al 120% del PIB, redujo a ruinas la mayoría de los edificios públicos, entre ellos el palacio presidencial, y debilitó la frágil economía. Una situación que aún persiste, de tal forma que quien reemplace a Martelly el 7 de febrero próximo enfrentará enormes desafíos y una emergencia humanitaria. Seis de los 10 millones de haitianos viven en la extrema pobreza con ingresos de menos de $ 2,5 al día. (I)