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Católicos esperan cónclave

Católicos esperan cónclave
01 de marzo de 2013 - 00:00

Ciudad del Vaticano.-

“Ya no soy más el papa, sino un simple peregrino  que inicia la última etapa de su peregrinaje (...) Gracias de corazón”,  dijo  Benedicto XVI en su discurso de despedida, a las 20:00 locales, en el que se dirigió a los fieles reunidos en la plaza de Castel Gandolfo, tras abandonar el Vaticano luego de cerca de 8 años de pontificado.

La Iglesia católica se encuentra ahora en el período de Sede Vacante. La primera congregación de cardenales preparatoria del cónclave que elegirá al sucesor de Benedicto XVI se celebrará el 4 de marzo, anunció el cardenal de Nápoles (Italia), Crescenzio Sepe.

Varias horas antes de que el papa Joseph Ratzinger abandonara el Vaticano, en helicóptero para trasladarse a Castel Gandolfo, cardenales, arzobispos, obispos, sacerdotes, religiosas y numerosos laicos que prestan su servicio en el pequeño estado, con sus hijos y nietos, aguardaron en el patio de San Dámaso para despedirse.

El ambiente era de tristeza y emoción y ni los vistosos colores de la Guardia Suiza, de la que un piquete con bandera rindió honores, alegraron la espera.

Las lágrimas brotaban en los presentes cuando el papa, apoyado en un bastón, apareció en el patio acompañado del cardenal secretario, Tarcisio Bertone, y sus colaboradores de la Secretaría de Estado. La emoción era tal que el mismo secretario particular del papa, Georg Ganswein, no pudo contener las lágrimas y se lo vio visiblemente emocionado.

“Prometo respeto incondicional y obediencia al nuevo papa”, afirmó Benedicto XVI ante los cardenales que lo despidieron.

“Entre ustedes está el futuro papa, al que prometo mi respeto incondicional y obediencia. Continuaré rezando, especialmente en estos días (del cónclave)”, afirmó Benedicto XVI, a quien se lo vio sereno y sonriente, en el discurso de despedida a los cardenales.

Benedicto XVI abogó para que el Colegio Cardenalicio sea “como una orquesta, en la que la diversidad pueda llevar a una armonía acorde”. El obispo de Roma se refirió a la Iglesia y dijo que esta no es una “institución inventada por alguien, construida sobre una mesa, sino una realidad viviente, que se transforma aunque su naturaleza sigue siendo siempre la misma, ya que su naturaleza es Cristo”.

Mientras tanto en la plaza   San Pedro, a escasos metros del patio de San Dámaso, miles de personas se congregaron ante las pantallas gigantes de televisión ubicadas en la Columnata de Bernini, muchas de la cuales tampoco pudieron contener las lágrimas.

Bajo un cielo prácticamente despejado y sobre los adoquines de la plaza, había  jóvenes alemanas sentadas en corro, algunas estaban vestidas con el traje típico de Baviera, de donde procede Benedicto XVI, dedicaron al pontífice canciones típicas de su país de despedida.

La melodía acompañada por guitarras tan solo se vio interrumpida por el rezo de un rosario colectivo, al que se unieron fieles de todas partes del mundo. “Estamos tristes, pero es un signo de humildad”, dijo una de las jóvenes alemanas que mostró admiración por su compatriota.

La monja mexicana Margarita Trujillo, de las Misioneras Ecuménicas, admitió que estaba “contenta” porque la decisión de Benedicto XVI ha sido tomada “libremente por el bien de la Iglesia”. “Se experimentan sentimientos contrapuestos. Pero esta decisión es buena para su salud”, agregó la religiosa.

En el momento que el helicóptero en el que viajó Benedicto XVI, de casi 86 años, despegó del helipuerto del Vaticano a las 17:07 hora de Italia (16:07 GMT), los congregados en la plaza, mirando la aeronave, se despidieron  con un efusivo adiós, entre lágrimas y con pañuelos blancos.

Muchos fieles se congregaron en las azoteas de los edificios cercanos al Vaticano  para ver cómo se alejaba de la colina vaticana el helicóptero que llevaba al papa Ratzinger y en las barandillas colgaron pancartas, una en español, en la que estaba escrito: “Benedicto gracias por vivir de la fe en verdad y amor”.

Pocos minutos después llegó a Castel Gandolfo, la residencia de verano a 25 kilómetros al sur. Allí lo esperaba una multitud para escuchar sus palabras. Desde la plaza San Pedro, en la Santa Sede, las personas lo siguieron, aplaudieron y ovacionaron.

A las 20:00 locales, Joseph Ratzinger se convirtió en el primer papa en 700 años en dimitir. Desde ahora es papa emérito. Puntual, la Guardia Suiza se retiró de la puerta de la residencia y le dio paso a la gendarmería, que   ahora será la encargada de su custodia.

Ratzinger pasará las próximas semanas en Castel Gandolfo, donde se quedará antes de trasladarse al monasterio del Vaticano para residir a partir de ahora. Luego de su último saludo, desde la logia del palacio, cerraron las puertas del edificio, que dio fin a su papado de aproximadamente ocho años.

Así Benedicto XVI pasó a la historia por su decisión de renunciar a su papado, tras un corto pontificado de ocho años durante el que puso todo su empeño en luchar contra el “relativismo” del mundo moderno pero que se vio empañado por escándalos e intrigas.

Ratzinger fue el primer papa alemán de la era moderna, que sustituyó en 2005 a Juan Pablo II, uno de los pontífices más carismáticos de la historia. El refinado teólogo  lanzó una ofensiva mundial contra el aborto, la eutanasia y la legalización de las uniones homosexuales.

En los últimos años, cuando enfrentó un aluvión de denuncias de abusos sexuales de religiosos católicos contra menores en numerosos países, tomó la decisión de pedir perdón y de preconizar la “tolerancia cero” contra los curas pedófilos.

Se vio confrontado, además, al escándalo del “Vatileaks”, como se conoce la filtración en 2012 de documentos confidenciales a la prensa italiana, que puso de manifiesto las intrigas y divisiones en la Curia.

Según la prensa italiana, un informe secreto elaborado por tres cardenales, escogidos por el papa “enfermo y sin fuerzas” para investigar el caso, terminó por convencerlo de que se necesita a alguien joven, fuerte y enérgico para hacer limpieza en la milenaria institución, lo que sin duda ha pesado en su decisión de dejar el Trono de Pedro.

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