La separación del Reino Unido de la Unión Europea (UE) ocurre en el contexto de una coyuntura económica internacional adversa para muchas empresas y países.

La salida del Reino Unido es el primer caso de fraccionamiento, desde la constitución de la Unión Europea. Por tanto ese evento no tiene precedentes para guiarse pues el artículo 53 del Tratado de Lisboa establece lineamientos muy generales al respecto.

Hasta el momento, la construcción normativa europea ha estado orientada a aumentar países. De ello se desprende que no existan reglas claras para una separación y que deberá existir un proceso de negociaciones que podría tomar más que los dos años planteados inicialmente.

Según Santiago García, decano del Centro de Relaciones Internacionales del Instituto de Altos Estudios Nacionales (IAEN), se debe analizar por separado los aspectos político, económico y social del brexit.

En términos políticos, García señala que este es un duro golpe para el proceso de integración europeo, concebido sobre la base de principios democráticos, cooperación y equidad social. Asimismo dice que existe un importante avance de la derecha. “Aunque siempre han existido movimientos antieuropeístas, solo hasta hoy ganaron una batalla”.

Las críticas, en su opinión, giran en torno a las contribuciones que deben hacer los países más fuertes en un contexto de crisis. La UE todavía no logra salir de la crisis financiera de 2008-2009, a diferencia de Estados Unidos que pudo recuperarse en los tres últimos años. Es así que, al interior de la Unión Europea, los principales financistas de la cooperación han sido Alemania y Gran Bretaña.

Asimismo, las repercusiones del evento se verán en el ámbito económico. Si bien Gran Bretaña no estuvo inmersa en la zona del euro, sí perteneció al mercado único europeo, lo cual facilitó el intercambio comercial  entre los 28 países que actualmente integran la UE.  Es más, este es su principal mercado por lo que las condiciones de intercambio deberán renegociarse a futuro a través de acuerdos bilaterales.

En este contexto, García señala que la negociación del acuerdo multipartes entre Ecuador y la Unión Europea no se verá afectada. David Vela, subdecano de la Facultad de Jurisprudencia de la Universidad Central, concuerda con esta opinión: “Jurídicamente las reglas siguen siendo claras y permanecerán así por el tiempo que tome la salida definitiva. Mientras el proceso se consolide, Gran Bretaña seguirá ejerciendo derechos y obligaciones”.

No obstante, en los próximos dos años, Ecuador deberá definir una nueva forma de relacionamiento con el Reino Unido pues se trata de un buen mercado: entre 2011 y 2015, en promedio, Ecuador exportó $ 166 millones por año en bienes y productos hacia ese país.  

Según Vela, en donde sí se sentirán efectos es en la colocación de papeles de deuda en el mercado internacional. Esto porque Ecuador no tiene una buena calificación lo cual provoca que suba el interés. No obstante, este impacto también lo sentirá toda la región, señala el jurista.

En la parte social, el deterioro acelerado de las condiciones de vida también presionó la salida de Gran Bretaña. Uno de los factores clave fue la migración, especialmente la de sirios y la provocada por los desplazamientos en los países de la periferia europea hacia las grandes capitales del centro del continente.

En el Reino Unido se estima que existen 3 millones de migrantes europeos; la mayoría de ellos son polacos, irlandeses, italianos, portugueses y españoles. Por tanto, las repercusiones del brexit serán mayores para los mismos europeos.

En el caso ecuatoriano, la movilidad humana hacia aquel país no se verá afectada porque las condiciones de migración se mantienen sin cambios. Dado que el Reino Unido no firmó el Tratado de Schengen -que fundamenta el otorgamiento de visas para el libre tránsito por los países miembros de la UE-, los ecuatorianos solicitaban un visado específico para llegar a ese país y seguirán haciéndolo a futuro.  

Actualmente, se estima que la población de ecuatorianos en el Reino Unido es de 25.000 personas, según datos del Ministerio de Relaciones Exteriores y Movilidad Humana.

Por otra parte, entre 2013 y 2016, 85.712 británicos ingresaron a Ecuador y se  emitieron 262 visas de inmigración para personas de esa nacionalidad. (I)