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La mayoría de los países europeos rechaza el sistema de cuotas de la ue

10.000 personas han cruzado el Mediterráneo desde mayo pasado

Dejan sus tierras, raíces, y hogares. Un centenar de migrantes están bloqueados en la frontera francesa con Italia. Hasta Hungría llegan a pie por los Balcanes. Foto: AFP
Dejan sus tierras, raíces, y hogares. Un centenar de migrantes están bloqueados en la frontera francesa con Italia. Hasta Hungría llegan a pie por los Balcanes. Foto: AFP
25 de junio de 2015 - 00:00 - Mathilde Le Roux Larsabal

Desde 1980 Europa es tierra de migrantes. Hoy necesita la inmigración para su crecimiento porque su población está en un proceso de envejecimiento demográfico. Solo para tener un ejemplo, según el Instituto Nacional de Estadística de España, la población mayor de 65 años en este país se sitúa alrededor del 17% del total. Además en el llamado Viejo Continente si en 1975 las mujeres tenían un promedio de 3 hijos, hoy apenas tienen 1.

A pesar de ello, la Unión Europea (UE) no abre de manera total sus fronteras, porque según indican las autoridades resultaría complejo integrar a tantas personas.  

La situación de la inmigración hoy se volvió política y la cuestión humanitaria es inaceptable. Las fronteras exteriores de la UE están con dispositivos de seguridad y vigilancia que tienen un precio enorme. Desde 2000, la protección de las fronteras exteriores ha costado 1,6 millones de euros, según cifras The Migrant Files. Mientras que 11,3 millones de euros costará repatriar a los migrantes ilegales en los países europeos.

En el contexto actual internacional de guerras en países del Medio Oriente y de África las migraciones hacia Europa incrementan. Los conflictos (en Siria, Yemen, Irak), las condiciones económicas y de vida (en Darfur, Sudán) y las dictaduras (Eriteria) empujan a las personas a abandonar sus países. Hoy, la mayoría de migrantes que llegan al Mediterráneo son de Eritrea y Siria. Vienen por vía terrestre, aérea y marítima.

En 2014, al menos  219.000 refugiados atravesaron el mar Mediterráneo, según entidades humanitarias como Amnistía Internacional. Llegar a Europa significa para ellos el anhelo de conseguir el estatuto de refugiado pidiendo una demanda de asilo. En 2014, hubo 600.000 demandas de asilo en Europa (cifras de The Migrant Files).

Las rutas de ingreso a las tierras europeas cambian en función de los controles ejecutados por Europa. Por ejemplo, hoy con el caos en Libia, resulta más fácil pasar por allí. En Europa, 2 países padecen mucho más que los otros la inmigración: Grecia e Italia. Los migrantes llegan por el mar Mediterráneo a estos lugares.

Desde el 1 de mayo de 2015 más de 10.000 cruzaron esta zona, según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM). Otro país que lo sufre es Hungría. Allá, la gente llega a pie por el ‘camino de los Balcanes’ (vienen de Irak, Siria, Afganistán). El país anunció la semana pasada su intención de construir una valla para impedir el ingreso de refugiados.

En Italia, los refugiados llegan a la región Sur, la más pobre del país. Aun con ayudas europeas, gestionar el flujo migratorio y los naufragios es muy difícil para ellos. Los vecinos europeos acusan a Italia de no tomar todas las huellas digitales de los migrantes. Grecia, que está en gran crisis económica, también padece la situación. Los viajeros llegan por sus islas mediterráneas.  

Una solución a medias

Frente a la situación tensa, la Comisión de la Unión Europea propuso un plan. Se trata de un sistema de cuotas para repartir los migrantes. El problema es que la mayoría de los países rechaza este sistema de cuotas. Francia, España, Polonia y Alemania se oponen al proyecto.  

Muchos están en contra de la obligatoriedad de reparto de inmigrantes indocumentados en sus territorios. La cuota está asignada por la Comisión Europea en función del PIB, de la población, el paro y el esfuerzo hecho en esta materia los últimos años. Por ejemplo, Francia tendría que acoger mínimo 6.275 migrantes, Alemania 8.763, Austria 1.213 y Finlandia 792.

Ventimiglia, el pasaje obligatorio

Desde el 15 de junio, Francia rechaza inmigrantes en la frontera con Italia. Ventimiglia es la ciudad fronteriza italiana y Menton la francesa.

Italia es el lugar de llegada a Europa de estos migrantes por las costas. Anhelan pasar a Francia, ya sea por quedarse en este país o por cruzar a Inglaterra, Alemania, o países del norte donde tienen proyectos o conocidos y familia.

Eso les obliga a pasar la frontera por Francia en este lugar a pie o por tren. Pero la política migratoria francesa les vuelve casi imposible lograr sus objetivos. Los controles se volvieron más férreos. Al entrar, les envían de nuevo a la frontera italiana. Hoy hay centenas de migrantes esperando en la ciudad de Ventimiglia una apertura de la frontera.

No tienen recursos, la ciudad no tiene dispositivo adaptado para alojarlos, entonces las condiciones son pésimas. Ciudadanos solidarios, la Cruz Roja y Unicef ayudan como pueden. El gobierno italiano acusa a Francia del cierre de sus fronteras, lo que es contrario al espacio Schengen que permite la libertad de circulación de las personas.

Francia pide a Italia registrar a los migrantes que llegan. Eso permitiría, según las leyes del derecho europeo, mandarlos de nuevo a tierra italiana (como primer país de llegada). Las últimas noticias que llegan desde Ventimiglia es que 150 personas que dormían en una estación de tren fueron reubicadas en albergues. Pero hay más.

Otros 140 ciudadanos migrantes, según diarios locales, continúan en protesta hasta ser regularizados y que se abra la frontera. “No sé cuánto durarán (aquí) porque parece que están más cansados. Hace mucho calor y está el ramadán (no pueden beber ni comer en las horas diurnas)”, agregó Fiametta Cogliolo, de la Cruz Roja a un diario español.

Lo que pasó en Ventimiglia es importante porque ilustra las distorsiones en la Unión Europea en cuanto a la política migratoria. Revela al mundo  dos países pobres de Europa (Italia y Grecia) que se ven sumergidos por la llegada de migrantes y que son  abandonados por los demás. Se destaca con el caso de Ventimiglia que la UE parece incapaz de encontrar una solución y que el tema sobrepasa los egoísmos de las naciones, las mismas que tienen miedo de acoger a tantos migrantes en tiempos difíciles económicamente.

En 2011, Ventimiglia fue otra vez el escenario de tensiones. El gobierno de Silvio Berlusconi decidió dejar pasar a los migrantes sin controlarles. Que sea el mismo lugar nos recuerda que la UE sigue sin un plan de gestión eficiente. (I)

DATOS

Ventimiglia es actualmente el caso que ha causado tensión entre Francia e Italia y que ilustra la complejidad de la crisis migratoria en Europa.

El 25 y 26 de junio, el Consejo europeo se reunirá con jefes de Estados y Gobiernos para encontrar una solución al problema migratorio que sufren los países del bloque europeo.

Desde el año 2000, más de 22.000 migrantes han fallecido cruzando el mar Mediterráneo, según un informe de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).

Las cifras son alarmantes: desde el 1 de enero de 2015, unas 1.776 personas fueron reportadas como desaparecidas en el mar. 

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