Un mito esotérico que aún perdura sostiene que Cristóbal Colón sabía que la Tierra era redonda y que conocía la existencia de América por un antiguo y muy exacto mapa, legado por extraterrestres. Se lo conoce como el mapa del almirante turco Piri Reis.

Pero la verdad es que Colón se diseñó su viaje utilizando los cálculos de un sabio griego que vivió 17 siglos antes. Se llamaba Eratóstenes y dedujo por entonces que la Tierra era una esfera, e incluso midió su diámetro haciendo cálculos a partir de las proyección de las sombras en diferentes latitudes del mundo.

Colón proponía llegar desde Europa a la costa oriental de Asia por una ruta más corta, viajando por el oeste, una idea revolucionaria para una época en que por seguridad se navegaba teniendo a la vista las costas africanas.

La reina Isabel la Católica escuchó a Colón con interés, aunque antes de financiar el viaje, le pidió que se reuniera con sabios de su confianza. Fue entonces cuando los doctores de Salamanca le negaron su apoyo.

El mito dice que fue porque lo creyeron loco al decir que el planeta era redondo, aunque eso es falso porque la redondez de la Tierra era ya completamente aceptada por los geógrafos de la época. El verdadero motivo de la negativa fue que ellos dedujeron que Colón había subestimado el tamaño de la Tierra.

Según él medía unos 29 mil kilómetros, cuando en realidad su diámetro es de casi 40 mil. La confusión nació de la diferente manera de convertir las unidades de medidas que había utilizado Eratóstenes en el siglo III antes de Cristo.

Finalmente Colón partió con sus 3 carabelas y en el camino descubrió que los doctores tenían más razón que sus cálculos optimistas. Por eso, su tripulación estuvo a punto de amotinarse porque el viaje era más largo de lo prometido.

Colón nunca llegó al Asia, pero a medio camino se encontró con un nuevo continente y esta coincidencia le salvó la vida y le valió un lugar en la Historia.