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Certero y astuto

Desinfectan a un voluntario que colaboró en los entierros de las personas infectadas por ébola en Sierra Leona. Foto: AFP
Desinfectan a un voluntario que colaboró en los entierros de las personas infectadas por ébola en Sierra Leona. Foto: AFP
12 de octubre de 2014 - 00:00 - María Eulalia Silva

Científicos de todo el mundo están en una carrera frenética por controlar este mal y una forma de hacerlo es entender cuáles son los mecanismos que el virus tiene para atacar.

Resulta que nuestro sistema inmunológico siempre está alerta y que cuando entra una amenaza al organismo se disparan las alarmas y todas nuestras defensas entran en combate. Hace poco investigadores de la Universidad de Washington descubrieron que el virus tiene una molécula (la proteína VP24) que impide que el sistema inmune dé la alarma cuando se produce la infección por ébola.

Eso ocurre porque el letal virus actúa sobre el mensajero: el llamado interferón. Esto es un conjunto de proteínas que detectan a los virus y que alertan a las células encargadas de la defensa. El sistema inmunológico enfrenta la situación mandando a un ejército conformado por macrófagos o células asesinas a  iniciar la batalla contra el invasor, pero el astuto virus bloquea al mensajero y empieza a atacar sin resistencia ninguna.  

¿Cómo? Resulta que en el centro de las células hay una especie de puertas que dejan pasar a los mensajeros que alertan de la presencia de enemigos. El virus del ébola tiene la capacidad de cerrar una de esas puertas de tal manera que la célula no se entera de que el mortal virus está cerca y el interferón no actúa, pero a la vez otras puertas quedan abiertas para que el virus entre a la célula y pueda reproducirse dentro de ella. Visto en el microscopio el ébola parece un tallarín largo y delgado.

Cuando entra en el organismo, las partículas -además de despistar al sistema inmunológico- buscan entrar en las células y una vez allí empieza la catástrofe. Lo primero que hace es mandar copias de su genoma.

Luego secuestra la maquinaria que normalmente ayudaría a las células a albergar su propia proteína y las convierte en una fábrica de producción de proteína viral. Esta proteína se organiza en partículas de virus que ya maduras saldrán de su célula original en busca de más células para contagiar. El proceso se repetirá una y otra vez de manera exponencial.

En la primera parte de la enfermedad los síntomas serán dolor de cabeza, fiebre alta y náuseas, y no pararán hasta que muchas células estén infectadas. Los científicos han descubierto que cuando los síntomas se agudizan es porque el virus ya ha pasado de célula en célula y ha logrado entrar a los fluidos corporales de tal manera que sea fácil el contagio a otra persona.  

En ese punto, el hígado es tomado por el virus causando un fuerte dolor abdominal y los vasos sanguíneos colapsan. Ahí es cuando ocurren las imparables hemorragias que son características en esta enfermedad. (...continúa).

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