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El Telégrafo
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Los Llanganates el paraíso escondido de los Andes (Galería)

Foto: Roberto Chávez/El Telégrafo
Foto: Roberto Chávez/El Telégrafo
12 de julio de 2015 - 00:00 - Carlos Novoa

Leyendas ancestrales, textos antiguos y no pocos aventureros y montañistas cuentan que en el corazón de los Andes ecuatorianos existe un lugar mágico, un territorio agreste, singular y mítico donde hay innumerables tesoros, paisajes inolvidables, flora y fauna extraordinaria, recursos naturales vírgenes y un halo de misterio capaz de encantar a cualquier visitante.

Se cree además que en una oscura, grande y profunda laguna del lugar fue enterrada una incalculable cantidad de oro y otros preciados tesoros, tras la ejecución del emperador inca Atahualpa, en Cajamarca Perú. En este punto de la lectura, quien escudriña estos párrafos sabe que el lugar en mención es el Parque Nacional Los Llanganates, ubicado en las cumbres escarpadas de 3 provincias de la Sierra centro y 2 de la Amazonía del Ecuador.

Si bien es difícil saber si dicha historia es real, lo cierto es que el verdadero tesoro de Los Llanganates lo constituyen sus innumerables fuentes de agua pura, las beneficiosas especies vegetales que allí florecen y su fauna tan exclusiva que no se encuentra en ningún otro lugar del planeta.

Allí han perdido la vida varios aventureros, quienes, llevados por el deseo de encontrar dicho botín se han adentrado en sus profundidades y han fracasado debido a las condiciones climáticas extremas y a la inexplicable pérdida de la orientación. Varios medios de comunicación internacional, tales como National Geographic, CNN y BBC, han destacado la belleza sin par de este parque nacional y han advertido de los peligros de arriesgarse a visitarlo sin la asesoría de guías autorizados.

El Parque Nacional Llanganates se sitúa en la parte alta de las provincias Tungurahua, Cotopaxi, Pastaza y Napo, y contiene una de las reservas hídricas más grandes de América Latina.

Su nombre proviene del vocablo kichwa ‘Llanga Natis’ que significa “Montaña Hermosa”. Al interior del parque se halla la elevación más alta del sector llamada Cerro Hermoso, haciendo honor a su belleza. Se puede acceder desde los cantones Salcedo, Píllaro, Río Verde de Baños y Patate. El parque está compuesto por 219.707 hectáreas (ha) y se divide en 2 zonas ecológicas, la parte occidental y la oriental. La primera es conocida por sus agrestes, inhóspitas y grandes extensiones de páramo andino con infinidad de especies vegetales autóctonas.

Y es que la riqueza florícola de Los Llanganates la constituyen cientos de plantas, árboles, arbustos y flores propias del lugar, tales como el pumamaqui, el arrayán, la espadaña, el yagual, la palma de ramos y el licopodio. Este último se caracteriza por tener unos tallos largos que pueden llegar a medir hasta 1 m de altura. Además, existen gencianas, achupallas, pajonales, cedros, chunchos, ceibos, guarangos, caobas, chontaduros, taguas, olivos, orquídeas, bromelias, anturios, frailejones y heliconias, un género que agrupa más de 100 clases de plantas tropicales que también crecen en otras partes de Sudamérica, Centroamérica, las islas del Pacífico e Indonesia.

Allí los visitantes quedan fascinados con los paisajes desérticos, los picos montañosos, los arbustos floridos y los valles altos. La zona además está poblada por camélidos sudamericanos como vicuñas, llamas y alpacas. Hace 2 años, biólogos del Museo Ecuatoriano de Ciencias Naturales descubrieron una especie nueva de rana la cual no se encontraría en ninguna otra parte del planeta. Se conoce además que allí existen 40 géneros de orquídeas y diferentes clases de hongos endémicos.

La zona oriental del parque presenta una geografía, parajes y recursos naturales similares a los de la región Amazónica. Específicamente se encuentra en los flancos orientales de los Andes. Una rica biodiversidad de plantas y animales así como bosques húmedos y lagunas caracterizan a esta zona, lo que la convierte en un área accesible solo a pie.

Omar Landázuri, Director Regional de la Zona 3 del Ministerio del Ambiente del Ecuador (MAE), afirma que en los últimos años se han contabilizado alrededor de 198 especies de flora y otras 300 de fauna.

“Tras cientos de expediciones se ha logrado establecer estas cifras, aunque no dejan de ser aproximadas. Esto porque el Parque Nacional es tan extenso y biodiverso que seguramente en años posteriores irán apareciendo nuevas especies animales y vegetales”, dijo.

Asimismo, en el lugar hay conejos, liebres, cervicabras, cóndores, tapires y otros. Los 4 accesos a Los Llanganates, en las rutas que van desde Baños, Salcedo, Píllaro y Patate, son propicios para el avistamiento de aves endémicas, entre ellas tucanes andinos, tangaras, halcones, águilas, gallitos de la peña, torcazas e infinidad de colibríes.

Adrian Soria, biólogo tungurahuense y guía especializado en áreas protegidas, explica las características de una especie animal residente muy delicada. “Allí vive el tapir de montaña, cuyo nombre científico es Tapirus pinchaque. Su hábitat se encuentra desde la parte norte de Perú pasando por el noroeste de la cordillera andina en Ecuador hasta la zona occidental de los Andes Colombianos. Esta especie crece libremente en los bosques montanos y páramos, que van desde los 2.000 a 4.000 metros, y su principal depredador es precisamente el ser humano”, dijo.

Esta especie de tapir comparte territorio con lobos de páramo, osos de anteojos, tigrillos, cuyes de monte, chucuris y zorros.

Otro de los ‘tesoros’ que esconde Los Llanganates es su reserva hídrica. Se calcula que existen más de 300 lagunas en toda la extensión del parque. Solo en Cumbijín Sacha, en la parte alta del cantón Salcedo, hay entre 60 y 70 sistemas lacustres.

“Las lagunas están dispersas en toda el área protegida. Las más conocidas y grandes son Anteojos y Pisayambo, ubicadas en las estribaciones de la Cordillera Oriental de los Andes y muy cerca de Cerro Hermoso”, agrega Adrian Soria, quien ha participado de al menos 10 expediciones al lugar.

Los ríos Verde, Topo, Ana Tenorio y Mulatos, ubicados en la zona norte, nacen en la reserva y en sus orillas albergan varias especies de orquídeas y plantas epifitas que crecen en los troncos y otros vegetales.

Cerro Hermoso es considerado el corazón del parque. Con 4.571 metros sobre el nivel del mar, es el punto más alto de la cordillera. Muchos aseguran que si se mira de perfil a esta cumbre se puede apreciar la silueta de Rumiñahui, líder y héroe indígena nacido en el cantón Píllaro, a más de 20 kilómetros de allí en línea descendente.

Este territorio es, sin duda, el más húmedo de la Sierra centro. Está cubierto de páramos de pajonal, bosques andinos, más conocidos como ‘ceja de montaña’, bosque nublado y en sus partes más bajas existe selva subtropical. El líquido vital está presente por doquier, acumulado en charcos, manantiales, ríos subterráneos, pantanos, lagunas, turberas y bofedales. Así mismo existen quebradas y cascadas por las que descienden aguas tan limpias y puras que los trotamundos las beben sin necesidad de hervir o de algún tratamiento para eliminar bacterias.

Otros afluentes que tienen su origen allí son los ríos Napo y Pastaza. Empresas como Elepco, de Cotopaxi, e Hidro Agoyán, de Tungurahua, aprovechan la riqueza hídrica del sector para producir energía eléctrica especialmente de los ríos Napo y Pastaza.

La montaña es de origen cretáceo y en su interior alberga una gran reserva de piedras preciosas, entre ellas oro, cuarzo, pirita, ferrita, cobre y otros minerales. Se cree que la concentración de este material no es exclusiva de Cerro Hermoso sino de todo el territorio. Muchos montañistas que han ascendido a Los Llanganates aseguran que allí las agujas de las brújulas son afectadas por la presencia de dichos minerales.

Se ha comprobado que varios afluentes que nacen en la reserva, y cuyo trayecto incluye a cantones como Píllaro y Baños, bajan con pequeñas cantidades de oro.

El derrotero de Valverde

Este hecho sin duda alimenta la leyenda de que en una de las lagunas del parque fue enterrado el tesoro de Atahualpa, tras el asesinato de este en Cajamarca, Perú, a manos de Francisco Pizarro en 1533. Pese a que esta creencia fue transmitida de generación en generación, la mayor fuente de esta historia se encuentra en el libro El derrotero de Valverde, escrito hace más de 4 siglos.

Cuentan varios cronistas que en la época de la Colonia un español de apellido Valverde estuvo casado con la hija de un cacique, quien fue uno de los líderes del actual Píllaro. Este español, de la noche a la mañana, se convirtió de un hombre pobre en un individuo rico y acaudalado, ya que el padre de la chica reveló a su yerno el lugar donde el general Rumiñahui escondió el tesoro del Reino de Quito, de donde se dice que Valverde sacó gran cantidad de oro y plata.

Este tesoro serviría para pagar el rescate del Inca Atahualpa que se encontraba prisionero en el vecino país del sur. Una vez ejecutado Atahualpa, Rumiñahui decidió ocultar el oro labrado en un oscuro lago y una peña de Los Llanganates. Valverde regresó a vivir en su natal España y posteriormente envió al Rey de España un manuscrito revelando la ruta a seguirse para encontrar el lugar donde fue enterrado y sumergido el botín.

Desde esa época a este manuscrito se lo conoce como el Derrotero de Valverde, el cual inicia su recorrido de 5 jornadas en la ciudad de Píllaro. Desde aquellos días hasta la actualidad cientos de investigadores, científicos y exploradores han llegado hasta este cantón de Tungurahua para seguir fielmente los pasos ahí descritos, hasta ahora sin éxito.

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