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Salinas, uno de los pueblos más prósperos de la provincia de Bolívar (Galería)

Salinas, uno de los pueblos más prósperos de la provincia de Bolívar (Galería)
03 de mayo de 2015 - 00:00 - Carlos Novoa

Salinas se ha ganado la admiración de miles de turistas por sus paisajes y su creciente desarrollo económico. Es un claro ejemplo de economía popular y solidaria desde hace 45 años. Algunos la conocen como Salinas de los Tomabelas, y otros como Salinas de Guaranda.

Es una de las 9 parroquias rurales de esta ciudad, capital de la provincia de Bolívar, ubicada en el centro del país, al igual que Eugenio Espejo, Facundo Vela y Simiatug.

Su altura, superior a los 3.500 metros, la convierten en una zona privilegiada para la ganadería.

Sus potreros alimentan a más de 600 vacas criadas en el lugar, las cuales son la base de una de las fábricas de productos lácteos más grandes del país, El Salinerito.

Situada en la cadena montañosa al noroccidente de Bolívar, Salinas es una de las pocas parroquias rurales cuya economía depende 100% de la producción local. En este lugar, operan fábricas de variada producción: chocolates, embutidos, productos lácteos, fibras textiles, balones y alimentos deshidratados.

Su nombre deriva del atractivo turístico más antiguo del sector: las minas de agua salada.

Según relatan muchos de sus pobladores, esta fuente salina proviene, al parecer, de una vía subterránea del Océano Pacífico.

Las 2 gigantescas peñas de las cuales emana el líquido con altísimas concentraciones de sal, visibles desde la vía de acceso principal a la parroquia, dieron origen a la actividad económica y tradicional más importante del siglo pasado. Alrededor del 80% de las familias en Salinas vivían de la venta de sal en grano, producto obtenido tras 4 largos y agobiantes procesos que los ‘salineros’ —nombre acuñado para quienes se dedican a la preparación de sal en grano— aplican al agua salada.

Pese a que su fundación como villa tuvo lugar en 1884, durante el gobierno de José María Plácido Caamaño, relatos precolombinos mencionan al lugar como de suma importancia para la cultura Puruhá.

Además, su creciente desarrollo y prosperidad se debe al apoyo y conocimientos impartidos por emprendedores italianos que llegaron al lugar a principios de los años setenta.

Según la historia, antes de la llegada de los españoles las minas de sal pertenecieron al cacicazgo de tomabelas, nombre que se dio al lugar en la época incaica. Tomabela es el nombre de una etnia que estaba distribuida en la época precolombina en poblaciones de las provincias de Chimborazo, Bolívar y Tungurahua. En esta última, vive la colonia más grande de tomabelas en el país, al sudeste de Ambato.

Las poblaciones aledañas tenían acceso a las aguas saladas gracias al consentimiento del cacique puruhá que custodiaba las minas.

Desde la llegada de los europeos y hasta años recientes, la obtención de sal en grano y su expendio en la región fue la principal actividad económica de los habitantes de ese entonces.

La comercialización se realizaba en los mercados aledaños, bajo la modalidad del trueque. Cambiaban la sal por legumbres, granos, frutas, hortalizas, ganado, textiles, entre otros productos.

La población fue constituida oficialmente en 1884 y contempla 2 fechas de creación: la primera, el 29 de mayo y la segunda, el 23 de abril de ese año.

Pese a la fuerte presencia de los colonos en el lugar por más de 300 años, casi no hubo mestizaje.

Por lo menos, el 80% de las 10 mil personas que viven en las 30 comunidades de la parroquia son indígenas. Pese a que las minas de sal proporcionaban trabajo a las familias del lugar, hasta pasada la segunda mitad del siglo pasado en Salinas existía un alto porcentaje de pobreza y analfabetismo.

Salinas no es muy diferente a cualquier otro típico pueblito de la zona alta de la serranía ecuatoriana, excepto por varias características.

La vía de acceso al lugar se encuentra a un costado de la entrada a Guaranda, en el kilómetro 25.

Desde allí toma 25 minutos llegar al centro de la parroquia, gracias al buen estado de la carretera.

Una veintena de viviendas, la mayoría de 2 pisos y pintadas de color rojo, azul y amarillo, y algunas fábricas dan la bienvenida a los visitantes.

Dos hermosos e impetuosos farallones altos protegen al poblado de las ráfagas de viento que soplan desde la parte oriental de la provincia. El pueblo se asienta sobre una meseta levemente inclinada, por lo que al ingresar al centro poblado se observa en perspectiva el techo de casi todas las casas y edificaciones.

La plaza principal está rodeada de varios restaurantes que ofrecen toda clase de alimentos, desde comida italiana hasta gastronomía mexicana. A un costado de este lugar se encuentra el infocentro, donde los turistas —la mayoría italianos, suizos y alemanes— que visitan Salinas pueden ubicar lugares para alojarse, escoger dónde almorzar e incluso inscribirse en los recorridos, organizados por las diferentes zonas turísticas del sector.

Entre ellos están las cuevas de Tiagua, la cueva de las Tizas, las vertientes de agua mineral y el Diente del Inca, todos ubicados a15 minutos del infocentro. Por estos lugares se puede hacer caminatas, senderismo, observación de aves y hasta meditación, porque esta región reúne las características para realizar esta práctica.

Pese al clima frío predominante en el poblado, varios grupos de excursionistas realizan caminatas por el lugar y disfrutan de paisajes inigualables. Uno de ellos es el mirador de la cruz, localizado en la parte alta de la Iglesia.

Desde allí se puede visualizar todo el poblado, al igual que desde la efigie del monje Salesiano, situado junto a las vertientes salinas. Es frecuente constatar la presencia de mojas, frailes y religiosos de diferentes órdenes católicas por las calles, pasillos y senderos del lugar; la mayoría proviene de Italia. La gente del lugar es cálida y hospitalaria.

Otra escena típica de Salinas es observar a pastores de vacas, ovejas y cabras, arrear al ganado desde los pastizales del norte del poblado hacia sus diferentes establos. A Salinas llegan 2 cooperativas de transporte provenientes de Guaranda y Ambato.

El apoyo salesiano

Antonio Polo, párroco del sector e italiano de nacimiento, más conocido como ‘padre Polo’, explica que esta situación empezó a cambiar hace 45 años.

“A través de la curia, en 1970, varios misioneros salesianos llegamos a Ecuador. Al recorrer varias ciudades, con tristeza comprobamos el abandono, falta de trabajo y malas condiciones de vida de la población, en especial, de provincias del centro y sur de la Sierra”, relata.

La primera localidad en la que se radicó el párroco fue Simiatug, parroquia rural de Guaranda, ubicada en el ingreso norte hacia Bolívar. Allí nació su cariño por esta provincia, pues, según afirma “la gente era y es muy cordial, acogedora y hospitalaria, pese a no tener muchos recursos y buenas condiciones de vida”.

Un año después, Polo, junto con varios colaboradores, llegó a Salinas con el propósito de poner en práctica la solidaridad, caridad, respeto y amor al prójimo que predica el cristianismo. “Nuestro objetivo fue predicar el amor a Jesús con obras, no solo con discursos”, agregó.

En esa fecha y con el apoyo económico de la orden salesiana italiana, allí se abrió la primera unidad de almacenamiento lechero, debido a la gran cantidad de ganado que hay en el lugar.

Además de la buena calidad de la leche, Salinas empezó a destacar por la elaboración de queso de todas las clases. La concepción de cooperativismo y solidaridad que manejan los salesianos fue compartida con los pobladores durante los servicios religiosos y capacitaciones que religiosos y laicos italianos y suizos impartían en la iglesia y centro comunal del lugar.

Pablo Chicaiza, de 85 años, fue uno de los capacitados. Recuerda que el primer paso para poder trabajar fue un profundo cambio de mentalidad.

“Para nosotros, que veníamos de trabajar para hacendados autoritarios, trabajar de forma independiente y aprender técnicas modernas de producción fue muy duro, pero lo logramos. Ahora gozamos de estabilidad financiera gracias al esfuerzo de los salesianos”, dijo.

Tras varios años de funcionar como empresa lechera aislada, surgió El Salinerito, principal institución y marca registrada por medio de la cual se expende y exporta gran parte de los productos que en Salinas se elaboran.

Otro de los impulsores de la economía de Salinas es José Dubach, un suizo que impartió sus conocimientos en preparación, elaboración, selección, almacenamiento y expendio de quesos a los moradores del lugar

Otras empresas presentes en Salinas han crecido gracias al apoyo de la cooperativa de ahorro y crédito que lleva el mismo nombre del pueblo.

Cerca de 10 mil turistas extranjeros visitan Salinas al año. En la actualidad, los esfuerzos están orientados a impulsar y fortalecer visitas de turistas desde Ambato, Riobamba, Quito, Guayaquil y otras ciudades del país.

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