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El Telégrafo
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El Tren Crucero, otra forma de reencontrarse con la historia (Galería)

Fotos: Michelle Gachet - Empresa de Ferrocarriles del Ecuador
Fotos: Michelle Gachet - Empresa de Ferrocarriles del Ecuador
20 de julio de 2014 - 00:00 - Paul Hermann

Desde 2013, el Tren Crucero de la Empresa Ferrocarriles del Ecuador realiza semanalmente, un viaje de 4 días y 3 noches de Quito a Guayaquil y viceversa. Durante el trayecto, se descubren paisajes andinos y planicies costeras, pero sobre todo, sucede un reencuentro con la historia y la cultura ecuatoriana. Los pasajeros se hospedan y disfrutan de la gastronomía en establecimientos vinculados con la tradición más antigua del país.

Descubramos el Ecuador que empieza a la orilla de los caminos.

La Ciénega: baño de fantasmas

Un largo camino de palmeras conduce a una pileta, detrás de la cual se levanta una imponente mansión que desafía al tiempo y a los terremotos.

En 1742, durante la expedición realizada por la Misión Geodésica a Ecuador, el sabio francés La Condamine se hospedó en una de sus habitaciones para contemplar de cerca los sucesos posteriores a la erupción del volcán Cotopaxi.

La construcción tiene paredes de piedra de 2 metros de espesor y se asienta sobre un terreno pantanoso provocado por la presencia de los glaciares del volcán.

Según Fernando Albornóz, administrador de la hostería, lo primero que hubo en el lugar fue la iglesia. Su construcción data de 1586 y se debe a los dominicos. Su puerta tiene un diseño barroco e incorpora un búho de la región y un águila bicéfala que representa a los poderes religioso y político; símbolos marianos y crísticos, al igual que estrellas de los caballeros de la orden de Calatraba. Su campana está ubicada en la recepción; es de 1864 y tiene una imagen de la Señora del Rosario que, según sus devotos, salvó la casa del terremoto que destruyó Latacunga. Durante los años en que Carlos V gobernó España, arribó a la hacienda la orden laica de los Caballeros de Calatraba, representada por Mateo de la Escalera.

La Ciénega llegó, mediante tratado, hasta Machachi al norte, Napo al oriente, Sigchos al occidente y Pujilí al sur; 1.200 hectáreas en total. Durante este período, empezó la construcción de la residencia y más tarde se incorporaron espacios de acuerdo con las necesidades.

En 1981, los propietarios de La Ciénega se percataron de los requerimientos de hospedaje que tienen las personas que construyen las fábricas de los alrededores y la convirtieron en hotel.

La Ciénega sirvió de prisión al presidente de la Real Audiencia José de Araujo y fue el escenario en que se gestó parte de la Independencia. Acogió a Antonio José de Sucre y Alexander Von Humbolt cuando desarrollaba, en 1802, un estudio sobre el Cotopaxi.

Su historia está vinculada, además, con los expresidentes Gabriel García Moreno, Velasco Ibarra y Leonidas Plaza. De sus paredes penden obras de la Escuela Quiteña, esculturas de Legarda, cristos de Caspicara, fotos en blanco y negro y cuadros que hablan de genealogías y familias de otros tiempos. Quienes gustan de las historias de fantasmas, deben saber que La Ciénega es el lugar idóneo para escucharlas, a la orilla de alguna de sus chimeneas.

Uno de los trabajadores más antiguos del lugar asegura que los clientes que se han hospedado en las habitaciones ubicadas en uno de los patios traseros, han despertado con moretones en los brazos y que otros han visto materializarse, cerca del convento, el espíritu de una mujer. Parte del encanto del lugar, que sumado a la antigüedad que se respira en el ambiente, aporta una dosis extra de adrenalina.

Hostería La Andaluza (Hacienda Chuquipogio)

Se encuentra al pie del Chimborazo, sobre tierras que pertenecieron a los puruháes y posteriormente a los Incas. Huayna Capac la conquistó al descubrir la vertiente de agua que hasta el día de hoy surte de este recurso al sector y que proviene de los páramos orientales del volcán.

La hacienda toma su nombre de la tribu peruana Chuqui, designada por Huayna Capac para que resguardara el Camino Real, así como del pogyo o vertiente.

En 1551, Hernando de la Parra, capitán que dirigió la persecución a Rumiñahui, solicitó el lugar a la corona española.

Mateo de la Parra, hijo del conquistador, lo legó a su yerno Francisco Guevara, quien lo vendió por 200 “patacones”, a José Villavicencio, cuñado del científico riobambeño Pedro Vicente Maldonado.

La hacienda llega, en 1771, a manos de José de la Rea, quien construye una posada para viajeros, desde la cual es posible entrar en contacto con el Chimborazo.

La hacienda perteneció además, a Martín Chiriboga y León, corregidor español que persiguió a los patriotas que proclamaron la independencia de Riobamba en 1820.

En la hacienda pernoctaron autoridades españolas de paso a Quito, tropas republicanas, generales de la Independencia y el mismo Bolívar, que escribió su ‘delirio’ sobre el volcán, mientras lo veía desde la habitación principal.

En 1843, se planeó en Chuquipogio la Revolución de los Tres pesos en contra del presidente Juan José Flores. Los alzados nombraron a la hacienda Capital de Provincia y a la casa, Capital de armas.

En 2012, fue nombrada Patrimonio Cultural del Ecuador por el Instituto Nacional de Patrimonio Cultural. Está decorada con antigüedades, especialmente tocadiscos, máquinas de coser y sumadoras.

La Eterna Primavera

El tercer hotel donde se detiene el Tren Crucero lleva por nombre la Eterna Primavera y está localizado en Huigra, palabra que proviene del termino kichwa ‘huagra’, que significa toro.

Fue fundada por el inglés Edward Morley, quien reconstruyó, junto con su socio Archer Harman, el tramo del ferrocarril que conecta a Durán (Guayas) con Chimbo (Bolívar.) El poblado no tardó en convertirse en lugar de residencia de trabajadores ferroviarios y de comerciantes provenientes del sur del país y del extranjero. Algunos originarios de Libia, Siria y China.

La casa que actualmente sirve de posada a los viajeros del Tren, perteneció a Mr. Dobbie, gerente de la empresa de Ferrocarril, conocido en el sector como el ‘gringo gentil’. Luego pasó a manos de José Liut, que llegó a Huigra en 1938 y se dedicó a cultivar tomates en las zonas traseras de la hacienda.

En esta casa vivió por 2 años Elia Liut, hermano de José y primer piloto en atravesar los Andes Ecuatorianos con apoyo de este medio de comunicación. De ahí que su aeronave fue bautizada como El Telégrafo I.

La casa blanca, de tejas, decorada con arcos y moriscos, se mantiene igual desde su inauguración. Está rodeada por montañas y desde su jardín se aprecia Huigra, incluido el monumento al ‘Viejo Luchador’, Eloy Alfaro, ante el cual, cuentan los trabajadores del Ferrocarril, se cuadró Frank Vargas Pasos cuando era candidato a la Presidencia de la República. Este lugar, ubicado en un rincón campestre, brinda a sus huéspedes sitios adecuados para descansar.

Hacienda San Agustín de Callo

A solo una hora de Quito, la hacienda San Agustín de Callo (del kichwa ‘protuberancia’) se ha mantenido como una joya escondida de nuestra serranía. Fue levantada en el emplazamiento de un importante palacio Inca, razón por la cual es un referente histórico y arqueológico de la zona. Fue un convento agustino, centro artesanal de producción de textiles y morada temporal de la Misión Geodésica Francesa.

En 1905, la hacienda fue confiscada por los liberales y posteriormente adquirida por Leonidas Plaza Guitiérrez. Actualmente, pertenece a sus herederos. Dos habitaciones incas han sobrevivido al paso de los siglos y fueron convertidas en templo católico y comedor.

El patio principal conjuga 3 estilos distintos: el Inca Imperial (siglo XV), Español colonial (siglo XVIII) y Republicano (siglo XIX).

Alejandro Fabara, administrador de la hacienda, confirma que antes de la llegada de Leonidas Plaza, el lugar fue un convento agustino. Probablemente los religiosos utilizaron la gran casa colonial, de color blanco, localizada en la parte trasera, que hoy se encuentra en proceso de remodelación. Durante este recorrido, los turistas pueden saborear el típico locro preparado por el chef del establecimiento, mientras contemplan el imponente volcán Cotopaxi.

Roka Plaza Hotel Boutique

En la calle del Español, en Ambato, está una de las pocas edificaciones coloniales que se mantuvo en pie con el terremoto de 1949.

María Lorena Andrade, quien adquirió la casa para convertirla en restaurante, comenta que se construyó hace 150 años con piedra de pistishí, un material que no solo la protegió contra los desastres naturales, sino que, además, conserva el calor de sus 7 habitaciones.

Ella dirigió la obra de restauración para transformarla en un lugar con ambientes adecuados para descansar. El sitio fue arrendado a varias familias durante mucho tiempo e incluso funcionó como discoteca, pero actualmente está completamente rehabilitado y evoca los años en que Simón Bolívar pasó frente a ella. La casa ha sido declarada patrimonio cultural de la ciudad.

Mundo San Rafael

El Tren Crucero también hace una parada en Mundo San Rafael, una hostería ubicada en la vía Naranjito-Bucay que pertenece al Grupo empresarial NOBIS, fundado en 1997 por Isabel Noboa. Fue una de las primeras haciendas cacaoteras de la zona. Su importancia llegó a ser tan grande, que se construyó una estación de tren en ella, para que pudiera trasportarse su producción hacia el puerto.

Mediante un convenio firmado con la Empresa de Ferrocarriles, ofrece a los visitantes comida típica y una explicación sobre el cacao.

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